Gustavo Martín Garzo
La figura de la madre es tan literaria como el amor
1 mayo, 2010 02:00El escritor vallisoletano Gustavo Martín Garzo. Foto: Archivo
Este domingo se celebra el día de la madre y para la ocasión el escritor vallisoletano publica el libro 'Todas las madres del mundo'
Gustavo Martín Garzo fue un niño madrero, y hoy recuerda los días de infancia junto a su progenitora como una época de dicha, con "esas tardes en la cocina, de bizcochos y natillas". Tal vez por esas dulces reminiscencias ha escrito Todas las madres del mundo (Lumen), en el que, a modo de relatos cortos, identifica y describe a más de cincuenta tipos de madres, de la trapecista a la extraterrestre, de la desconfiada a la dadivosa. "¿Cómo no? Las madres son nuestro primer amor, les he escrito este libro para que ellas sean felices leyéndolo", dice. Curioso que se lo dedique a Carmen Balcells, una figura materna donde las haya en la literatura.
PREGUNTA.- ¿Cómo es su madre? ¿Hasta qué punto le marcó?
RESPUESTA.- Estoy muy contento ella, fue de esas madres de las que ya no quedan, de aquellas cuyas vidas, pobres, consistía en ocuparse de sus hijos. Siempre fue cariñosa, entregada y cercana. Por ella está tan presente en el libro la felicidad de estas relaciones. Fui muy madrero, me gustaba mucho estar a su lado, el mundo de los mimos, de los besos por la noche, de los cuentos...
P.- ¿Por qué escribió este libro, fue un encargo, una asignatura pendiente?
R.- Surgió de manera casual. Una vez me pidieron un relato de una ONG para los niños de Centroamérica y me dio por escribir sobre tres o cuatro tipos de madre. Y me quedé con ganas de más, porque había encontrado una veta y tenía que volver a ese lugar. Ha sido un libro de escritura feliz para un autor laborioso y lento como soy yo. La dinámica fue de escribir una madre al día y, cuando perdí esa facilidad, decidí cortarlo.
P.- ¿Cómo seleccionó los tipos de madre? ¿Cuál le gusta más?
R.- No hay un afán de totalidad, de querer explicarlas de arriba abajo, las clasificaciones son completamente arbitrarias. Llegó un momento en que sentí que el libro ya estaba escrito. Y me di cuenta, además, de que todas responden a una única madre, todas se preocupan, o sienten que su niño ha venido al mundo a cumplir una misión única, todas son madres pulpo y madres pájaro a la vez. Yo me quedaría con la pobre madre ogresa, que cuanto más quiere a sus hijos, más ganas tiene de comérselos.
P.- Dedica el libro a Carmen Balcells, a cuyo regazo usted regresó, precisamente, como un hijo pródigo tras abandonarla como agente literaria ¿Es ella una madraza de las letras?
R.- Lo es, en cuanto a que la de la madre es una figura protectora y de la que esperamos que satisfaga nuestros deseos, y ella lo hace. Le estoy muy agradecido y le debo muchísimas cosas. La dejé no porque me sintiera incomprendido, sino porque no sabía por qué había de tener un agente literario un escritor como yo, que entonces sacaba pocas cosas. Me abrumó esa figura tan poderosa que es la de Carmen. Tras ese momento de vacilación, volví a ella. Balcells tiene una relación muy protectora con los escritores, siempre está ahí cuando la necesitamos.
P.- ¿Qué peso tienen las madres en la literatura?
R.- De las madres los escritores han hablado mucho, pero pocas veces han entrado en ese terreno de la relación con el bebé, del niño que no habla, ese territorio de lo indecible antes de que las palabras ocuparan el lugar central y que es el que yo describo en mi libro. Las madres tienen mucho peso en la literatura porque son la primera fascinación del ser humano, el primer amor y el que marca todas las relaciones futuras, para bien y para mal. Para mí la literatura siempre tiene que ver con la fascinación, pues nos lleva a lugares misteriosos, de encantamiento, como la madre, que es una materia tan literaria como el amor.
P.- ¿Con qué madre de la literatura se queda?
R.- Me gusta mucho la forma en que Proust hablaba de la suya, reflejándose como un hombre esperando el beso de por las noches. Él expresó muy bien esa espera y esa dependencia.
P.- ¿Y a lo del día de la madre le ve la gracia?
R.- Estas cosas ya sabemos lo que son, operaciones comerciales, inventos, pero tampoco me parece mal que se pongan de acuerdo para celebrarlo, en eso consisten las fiestas.
P.- ¿Hará lo propio con el día del padre?
R.- Me han faltado en el libro esos padres que son como madres, tendría que haberles dedicado un retrato. Pero es que se me han quedado muchos fuera, por ejemplo, las madres que adoptan. El padre está demasiado ausente y eso no es justo, porque hay muchos hombres que se implican con sus hijos desde el momento en el que nacen y que están no menos fascinados con ellos de lo que lo están ellas. Ya no sé si tendré fuerzas para hacer otro libro, pero es correcto hacer esa reivindicación. En cualquier caso, ahora estoy con una novela en clave de fábula que aparecerá después del verano.