Esperanza D'Ors
"El artista tiene que responder a las emociones y problemas de su época"
17 junio, 2010 02:00Esperanza D'Ors.
Paula AchiagaA pocos kilómetros de Logroño, en Agoncillo, el Museo Würth acoge hasta el 27 de junio la última exposición de Esperanza D'Ors (Madrid, 1949). Un conjunto de esculturas de dioses y de hombres: "Los mitos nos hablan siempre de rebelión, de desafío, de ir contracorriente... Prometeo representa el sometimiento, Ícaro el desafío a los límites y Narciso es nuestra identidad, el espejo que nos devuelve lo mejor y lo peor de nosotros mismos". Son los tres protagonistas de una exposición que recorre la obra de la singular artista, que empezó en el teatro pero a quien la escultura acabó atrapando.
Pregunta.- Leo en el catálogo de la exposición que "su vida transcurre entre el barro y el hecho teatral", lo cierto es que muchas de sus composiciones destilan teatralidad: ¿cómo se relaciona su obra con el teatro?
Respuesta.- Estudié Filosofía y Letras y por la tarde iba a clases de arte dramático. Allí aprendí a expresar con el cuerpo y esto me ha hecho valorar cada fragmento de este paisaje humano. El cuerpo es un potente comunicador de sentimientos, de ideas, y toda mi obra nace de este hecho, de ahí también mi fidelidad por la figura. Siempre digo que la escultura me ha sido impuesta de algún modo, tengo un hermano ceramista y mi abuela, la mujer de Eugenio D'Ors, era escultora, de modo que creo que el destino ha elegido que yo fuera escultora.
P.- Su referencia a los mitos y fábulas de la antigüedad grecorromana son constantes: ¿por qué esa insistencia?
R.- Funcionan muy bien como arquetipos del comportamiento humano y a mí me interesa sobre todo la condición humana. En realidad estos mitos son una fuente de inspiración maravillosa para todos los creadores, no sólo para los artistas.
P.- ¿Qué pensarían de nosotros hoy estos héroes/semidioses?
R.- Seguimos tan perdidos y necesitados del fuego sagrado como al principio de los tiempos. Creo que nos verían así: perdidos y necesitados.
P.- Sus héroes aparecen en la mayoría de sus obras heridos o agobiados: ¿es una metáfora del hombre contemporáneo?
R.- Vivimos en un tiempo cínico, una nueva edad media, una era materialista, posthumanista. La tarea del artista es ayudar a reflexionar sobre nosotros mismos. En un tiempo trágico como es éste, de guerras y catástrofes, se produce un determinado arte donde el artista responde al rostro de su tiempo. A través de mi trabajo se pulsa el tiempo que me ha tocado vivir, quiero ser esponja y responder como el espejo con la imagen de nuestro tiempo. No tengo soluciones, planteo interrogantes, vuelco deseos, anhelos.
P.- Su interés por la obra pública es también una constante, de hecho todas sus piezas son concebidas para ser vividas fuera del museo o de la galería, ¿no es así?
R.- Siempre he creído que el arte debía ser público, destinado a todos. Para mí es un reto formidable sacar al exterior una escultura, que encuentre su sitio aunque a veces es desolador para una pieza estar rodeada de señales y signos que "ensucian" el aire. Se están poniendo muchas esculturas públicas, algunas mal. Con la peatonalización de los cascos históricos la escultura pública ha vuelto, pero ya no debe tener el carácter impositivo del siglo XIX, sino que debe estar integrada y éste es el gran reto la escultura en la ciudad contemporánea: que no imponga, que uno elija mirarla.
P.- Hay también crítica social en algunas de las piezas de la exposición, con alusiones a la Guerra de Irak o al 11 M. ¿Debe el artista implicarse en los problemas políticos y sociales?
R.- El artista cumple una función social y esto está olvidado. Se ha producido un divorcio, el arte se ha convertido en críptico, endogámico, para unos pocos, y esto es malo porque todos los artistas necesitamos de la mirada del otro. Nosotros debemos imponernos sobre el ruido del mundo, aprender a escuchar de nuevo cuál es el sentir de nuestro tiempo. El artista tiene que responder a las emociones y problemas de su época.
P.- ¿Si tuviera que citar a tres nombres del arte del siglo XX a quién elegiría y por qué?
R.- A Rodin, porque inicia la fragmentación, pone el mismo interés en figura completa que en fragmento y abre nuevas posibilidades; a Degas, porque introduce nuevos materiales, abriendo también un inmenso campo de posibilidades; y a la recientemente desaparecida Louise Bourgueois, porque con su obra contundente, con su actitud y resistencia, ha dejado escrito un mensaje potente y conmovedor para todas las mujeres.
P.- Para terminar y en clara alusión al libro de su abuelo, Eugenio D'Ors: ¿que haría usted durante tres horas en el Museo del Prado?
R.- Buscar, descubrir, una hora, tres, cinco... El arte sale del arte y allí tenemos una fuente de sabiduría maravillosa. Siempre voy a empaparme del saber de los que me precedieron.