El contexto: de la lealtad a la emancipación
Luis Ribot
18 junio, 2010 02:00Manuel Hidalgo, héroe de la Independencia de México
La emancipación de la América española tuvo lugar en el primer cuarto del siglo XIX, contemporáneamente a la del Brasil portugués y sólo unas décadas después de la de las trece colonias inglesas de Norteamérica. Tal coincidencia revela la existencia de causas más allá de cada uno de dichos procesos y nos permite hablar de un periodo histórico caracterizado por la descolonización de América, al cabo del cual solo quedaban restos de las antiguas posesiones, como Cuba o Puerto Rico en el caso de España. La Ilustración, con la exaltación de la libertad y los derechos del hombre, el liberalismo, el surgimiento de los estados nacionales o el incipiente romanticismo suponen el transfondo evidente, al que habría que sumar el efecto mimético desencadenado por la temprana independencia de los Estados Unidos, así como la enorme convulsión que supuso la revolución francesa.
El final de la colonización europea en América ha permitido numerosos análisis comparativos de los diferentes procesos, los cuales presentan, obviamente, similitudes y diferencias. Una de las similitudes más importantes radica en lo que las independencias americanas tuvieron de reacción contra el fiscalismo y la política centralizadora puesta en práctica por las tres metrópolis en el siglo XVIII, especialmente después de la paz de París (1763), que puso fin a la guerra de los Siete Años. La estrecha relación entre los problemas y situaciones de Europa y América nos recuerda la necesidad de analizar la emancipación en el marco de la pujante historia atlántica, atenta a las múltiples interconexiones entre ambas orillas del océano. En el caso concreto de la emancipación de las colonias españolas -y también del Brasil portugués- el precipitante fue la formidable crisis política desencadenada en 1808 por la invasión napoleónica.
Puede decirse, con razón, que la independencia de la América hispana surgió inicialmente de un movimiento de lealtad. Al igual que en España, la desaparición del poder y las instituciones legítimas determinó el surgimiento de múltiples juntas de base esencialmente local. Ellas ejercían la soberanía, entendida como un depósito hasta tanto volviera el rey legítimo. No había pues nada de revolucionario, sino la aplicación de la teoría desarrollada por la escolástica castellana en el siglo XVI de que, ante la imposibilidad de ejercicio por parte del rey, la soberanía volvía al pueblo, aunque el carácter de depósito limitaba sus posibilidades. Tales teorías, sin embargo, se sumieron en los más ambiciosos planteamientos del naciente liberalismo, dando lugar a la constitución de Cádiz (1812), que desarrollaba ya la idea de la soberanía de la nación, entendida como la reunión de los españoles de ambos hemisferios.
La vuelta del "deseado" Fernando VII, la represión que desencadenó contra los constitucionalistas y su reflejo en América hicieron que la efervescencia creada diera lugar a la aparición de posturas independentistas y que los conflictos generados por la lucha de legitimidades e intereses se convirtieran en un enfrentamiento entre realistas y patriotas. Se ha resaltado también la importancia que tuvo la reacción de los criollos contra los españoles, aunque se olvida la frontera resbaladiza que hubo en ocasiones entre los distintos grupos, así como la existencia de frecuentes cambios de bando. A diferencia de los Estados Unidos o Brasil, la independencia no generó un único estado, pese a que hubiera intentos de crear entidades más amplias, como el de Bolívar. La inmensa extensión del territorio, la intensidad del proceso de regionalización desarrollado en los siglos anteriores o los intereses contrapuestos de distintos grupos criollos determinaron la aparición de diversos países, si bien la frecuente imprecisión de las fronteras incrementó los enfrentamientos. Sobre los distintos estados se construyó posteriormente un nacionalismo -frecuentemente con matices antiespañoles-, a partir del cual ha querido explicarse luego todo, aunque éste fuera una consecuencia y no una causa de la emancipación.