Image: Félix Grande

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El Cultural

Félix Grande

“La del flamenco es la poesía más auténtica”

5 octubre, 2010 02:00

Félix Grande. Foto: Javi Martínez

Acaba de presentar la campaña Flamenco Soy, con motivo de la candidatura del flamenco al Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO

Como los raíles del tren, son tu cariño y el mío. Uno al laíto del otro, to seguío, to seguío. Con esas 24 sílabas un poeta anónimo y puede que analfabeto contó en el siglo XIX toda la historia de la vida de Félix Grande con su mujer, Francisca. Es un ejemplo que cita el escritor y Premio Nacional de Poesía para demostrar la riqueza y la fuerza poética de este arte que hace del menos es más una poderosa pauta. Una tradición que elogiará en un libro con más de 300 coplas que está a punto de aparecer (lo publica la Universidad Popular José Hierro), que firma junto a José Martínez Hernández y a cuyo lanzamiento precede su presencia en la campaña Flamenco Soy, planteada con motivo de la candidatura del flamenco a Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, de la que habla en esta entrevista.

PREGUNTA.- ¿Cuál será su función en la campaña Flamenco Soy?
RESPUESTA.- Trataré de establecer que el lenguaje flamenco, que ha nacido del lumpen, en el conocimiento de la humillación, del miedo, de la pobreza y del desprecio hace más o menos dos siglos, se ha convertido en uno de los lenguajes emocionales, musicales y civiles más universales de todos los lenguajes artísticos. Es una aventura que empieza abajo del todo y que hoy reciben de pie en cualquier lugar del mundo, en cualquier espacio musical prestigioso, y que se despide de pie y con lágrimas. Desde el punto de vista de la cultura es un acontecimiento único.

P.- ¿Por qué el flamenco, arte marginal que se ha hecho internacional por méritos propios, necesita hoy, en pleno auge, la protección de la Unesco?
R.- En el contexto de la historia el desdén e incluso el desprecio por parte de instituciones prestigiosas ha sido constante. Hay aproximadamente medio siglo durante el cual llega a tal punto que los estudiosos hemos tenido que llamarle la etapa del antiflamenquismo, y que empieza en con los cafés cantantes (siglo XIX) y termina con el Concurso de Cante Jondo de Granada celebrado en 1922. Ese concurso lo creó la persona que más sabía de música en España, Manuel de Falla, y en su organización estuvo un chiquillo al que la posteridad llamaría García Lorca, junto autoridades musicales, pictóricas... después de aquello pueden existir antiflamencos, pero se callan la boca. Ese contexto en el que un código artístico de una hondura y complejidad extraordinarias fue siendo ninguneado exige reparar lo que es una injusticia clamorosa.

P.- ¿Qué se espera de este reconocimiento?
R.- Un reconocimiento internacional importante. Por un lado, es una convalidación de cuanto ya se sabe en el mundo de la música de origen popular y en el de la música llamada culta. Pero, por otro lado, sería visto también como una especie de consolación retrospectiva: el reconocimiento de cuánto han tenido que sufrir los artistas flamencos para tratarse de tú a tú con todos los artistas de las tanzas y de la poesía.

P.- Salvo excepciones, ¿por qué la literatura del flamenco no es todavía un objeto de estudio en universidades?
R.- Casi nunca se habla de la grandeza de la poesía flamenca. En muchos casos hablamos de cancioneros anónimos escritos por personas iletradas, analfabetas. Y, sin embargo es un corpus poético extraordinario que todavía no está incluido en la celebración universitaria. Es algo inexplicable, porque desde hace mucho tiempo la crítica, y también esos seres maravillosos llamados hispanistas, han prestado mucha atención al cancionero anónimo, que es prodigioso, pero también lo es el del flamenco y no está incluido en los programas. Quien quiera que los confeccione y olvide sistemáticamente un año tras otro la inclusión de la poesía flamenca en el estudio de la poesía española está cometiendo una injusticia.

P.- ¿Cree que los jóvenes se sienten más cercanos a esta música y a esta tradición que, por ejemplo, al pop británico?
R.- Son precisamente los jóvenes los que prestan atención y demuestran entusiasmo por flamenco. Ya no hay división en la apetencia de música y de ritmos entre músicas importadas y a veces maravillosas, como puede ser el jazz, y el flamenco. Sobre todo en una época como la actual en la que el mestizaje del flamenco con otras músicas folk es constante. Nunca como ahora ha habido un porcentaje tan alto de jóvenes llenando de entusiasmo los recintos de manifestación del flamenco.

P.- Así las cosas, ¿es optimista con el futuro inmediato de este arte?
R.- Sí, el flamenco de hecho ya entró en la universidad y cada vez con más gratitud por parte de las autoridades universitarias. La asignatura pendiente es la del estudio y la celebración de la poesía flamenca en pie de igualdad con cualquier tradición de origen popular o de origen culto. Eso llegará, no sé cuándo, pero la fuerza del flamenco es un tsunami. Y lo de cuándo tiene importancia desde el punto de vista de la justicia, pero no desde el de los creadores poéticos, primero porque la mayor parte de ellos murieron e incluso no sabemos quiénes fueron; y segundo porque ellos no escribieron sus breves e inmensos poemas por narcisismo ni por codicia sino por necesidad, para que sus emociones no les hiciesen reventar. Es la poesía más auténtica.

P.- ¿Quiere citar un ejemplo de esa autenticidad, tal vez alguno de los versos incluidos en su próximo libro?
R.- Piense en los celos, en ese sentimiento horrible, y escuche esta letra: "La noche del aguacero, dime dónde te metiste, que no te mojaste el pelo". Lo que tiene de prodigioso es el despojamiento, la economía de la que se sirve, la escasez de sílabas en las que puede encerrar la biografía entera de una emoción.

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