Image: José Manuel Sánchez Ron

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El Cultural

José Manuel Sánchez Ron

"En una dictadura también puede prosperar la investigación"

18 noviembre, 2010 01:00

José Manuel Sánchez Ron. Foto: Jesús Morón

Publica estos días en la editorial Crítica 'El mundo de Ícaro' (junto al también académico Antonio Mingote) y 'Ciencia, política y poder' (Fundación BBVA),

La actividad del académico y catedrático José Manuel Sánchez Ron (Madrid, 1949) es ya "homérica". Su dedicación a divulgar la historia de la ciencia y a reflexionar sobre su función en la sociedad actual le convierten en una de las personalidades más influyentes de nuestra investigación. Publica estos días en la editorial Crítica "El mundo de Ícaro" (junto al también académico Antonio Mingote) y "Ciencia, política y poder" (Fundación BBVA), dos muestras muy distintas de su pasión por recorrer los no siempre fáciles caminos del progreso.

PREGUNTA.- En una dictadura parece obvio el papel de dependencia (o de propaganda) que tiene la ciencia, pero, ¿qué papel ocupa en democracia?
RESPUESTA.- Bueno, la democracia favorece el pensamiento libre, y en este sentido ayuda a la investigación científica. Pero constituiría un error pensar que la investigación científica únicamente puede prosperar en democracia: ahí está, sin ir más lejos, el ejemplo de lo mucho que avanzó la ciencia en la Unión Soviética durante el mandato de Stalin. Seguramente, más importante que el tipo de libertad que caracteriza a una democracia, para la ciencia lo es recibir los recursos que necesita. Es triste, pero creo que así es.

P.- ¿Le debe algo la guerra (o la carrera armamentística) al desarrollo científico?
R.- Sí, sobre todo a partir del siglo XX. El ejemplo de la Segunda Guerra Mundial es paradigmático. Estimuló el desarrollo de la electrónica, recordemos la importancia que tuvo en aquella contienda el radar, fue entonces cuando se construyeron y utilizaron los primeros ordenadores o computadores electrónicos, de los que con el tiempo -especialmente después de que se inventase, en 1947, el transistor -surgirían las generaciones de ordenadores-computadores que han cambiado el mundo. También está la energía nuclear, favorecida gracias a un proyecto militar, el Proyecto Manhattan. Y debido al prestigio que la energía nuclear obtuvo al producir bombas atómicas, a partir de entonces el Departamento de Defensa de Estados Unidos se convirtió en uno de los principales apoyos económicos de la física de altas energías.

P.- ¿Sería posible hoy, en la era de Internet, un "caso Galileo", un disidente como Sajarov?
R.- Sería muy difícil. Imposible desde luego en los países democráticos, en los que la difusión del conocimiento a través de Internet y también de la prensa libre permite que la información se difunda rápidamente, en un proceso, además, en cascada. Y en los países no democráticos, en los que todavía vemos que, por ejemplo, se encarcela a personas por sus ideas, no es menos cierto que aquello que defienden, las razones por las que son encarcelados, terminan haciéndose públicas.

P.- ¿Cómo definiría la relación entre ciencia y poder religioso?
R.- Durante una parte importante de la historia, el poder religioso influyó en el desarrollo de la ciencia, y aún más en los científicos. Por la sencilla razón de que las confesiones religiosas tenían poder, poder político y económico. Además, se ocupaban más que otras instancias sociales, que otros poderes, de la cultura. Pensemos, por ejemplo, lo que la cultura debe a la labor que se llevó a cabo en los monasterios. En la actualidad, desde hace bastante tiempo de hecho, la ciencia ya no depende del poder religioso y aunque sin duda existen muchos científicos con firmes convicciones religiosas, en general esto no influye en el desarrollo de sus investigaciones; mucho menos, naturalmente, en todos aquellos que no comparten tales ideas, o no se preocupan por ellas.

P.- ¿Tiene la ciencia excesiva dependencia del poder?
R.- Excesiva tal vez no, pero depende del poder. Al principio, cuando esa dependencia se hizo más intensa, fue del poder político, pero últimamente su dependencia del poder económico está aumentando. Esto no es, por otra parte, sino una manifestación más de la importancia y autonomía crecientes del poder económico, que circula con gran libertad -a veces habría que decir "con impunidad"- a lo largo y ancho del mundo. Son muchos los científicos (incluso científicos de universidades públicas) que trabajan para empresas comerciales. Seguramente, el ejemplo más destacado en la actualidad es el de Craig Venter, uno de los responsables de que se cartografiase el genoma humano, que es un exitoso empresario.

P.- ¿Podría desarrollarse sin esa protección (política o económica)?
R.- No, en la escala que una buena parte de la investigación científica requiere en la actualidad. Aunque sin duda todavía existen científicos embarcados en investigaciones interesantes que necesitan financiaciones modestas, para muchas otras -no digamos ya las denominadas de Big Science (Gran Ciencia), como la física de altas energías- los recursos necesarios sólo pueden ser suministrados por el poder, por el poder político o el económico y, dentro de éste, mayoritariamente el industrial.

P.- ¿Qué momento de la historia considera ejemplar en esa relación?
R.- Dos, y ambos se realizaron en el mismo lugar: los laboratorios Bell, los Bell Telephone Laboratories, creados como una compañía subsidiaria de ATT (American Telephone and Telegraph) y Western Electric. Entendiendo sabiamente las posibilidades que la nueva física ofrecía, los Laboratorios Bell intentaron y lograron atraer a físicos destacados ofreciéndoles mejores salarios que en las universidades. Fruto de esta táctica fue el descubrimiento de un "hijo" de la física cuántica, el transistor, realizado en 1947 por John Bardeen, Walter Brattain y William Shockley. Y hablar del transistor es hablar del inicio de la Era de la Información. El segundo momento es el del descubrimiento del fondo de radiación de microondas, la evidencia de que se produjo en el pasado un acontecimiento singular, el Big Bang, llevado a cabo en 1963-64 por Arno Penzias y Robert Wilson, mientras estaban trabajando en antenas para telecomunicaciones.

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