Image: Eduardo Mendicutti

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El Cultural

Eduardo Mendicutti

"Tras el humor de mis novelas hay asuntos bien serios"

7 junio, 2011 02:00

Eduardo Mendicutti. Foto: Iñaki Andrés

Recibe esta tarde en el Instituto Cervantes un homenaje de sus amigos tras casi cuatro décadas de buen humor y aún mejor literatura

Los homenajes suelen gustar más a los que los organizan que a los homenajeados. Y es que, como exclama Mendicutti, "¡que uno no está muerto todavía!". Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1948), escritor de sana vitalidad y mejor humorismo, recibe esta tarde un festivo homenaje en Madrid en el que participan Almudena Grandes, Luis García Montero o Luis Antonio de Villena por ser "uno de los mejores y más reconocidos escritores gays españoles". Sin condescendencia hacia los clichés pero sin problema alguno para abanderarlos si le viene en gana, Mendicutti tiene más que razones para celebrar con sus amigos una trayectoria novelística de casi cuatro décadas y una fiel legión de lectores contaminada de su manía de vivir. Aquí habla de los mentados arquetipos, de sus libros y sus lectores y, cómo no, de lo mejor de todo, de esos amigos que esta tarde le sonrojarán.

Pregunta.- El anuncio del acto de homenaje le describe como "uno de los mejores y más reconocidos escritores gays españoles". ¿Se siente a gusto con la etiqueta?
Respuesta.- Si la nota se refiere a que soy gay me da igual, la verdad. Ahora, si a lo que se refiere esa que soy un escritor gay..., pues la verdad es que también me da igual. En todo caso me parece que no tiene por qué perjudicar. No quiero rendirme al hecho de por que se hable en un momento determinado de "escritor gay" o de "literatura gay" pensemos que eso puede implicar algo restrictivo, dañino, que es literatura sólo para gays, de segunda, etc. Esa especie de resignación al prejuicio me da mucho coraje. No es como si alguien habla de literatura erótica o de policíaca sino más bien a cuando, por ejemplo, se habla de literatura judía. Hay escritores como Isaac Bhasevis Singer que reclama tal definición porque lo que hace es reflejar una cultura, una biografía colectiva e incluso una manera de expresarse y un lenguaje que, en el caso de los gays durante mucho tiempo ha sido elíptico o exagerado. Y lo mismo ocurre con experiencias como la de "gays en la dictadura", "gays en la cárcel", el Sida, que evidentemente no es una enfermedad de homosexuales pero a la que los gays han tenido que enfrentarse porque se suponía que era el resultado de una forma innoble o degenerada de vivir. Por eso, aunque no creo que sea necesaria la definición, no me molesta.

P.- Entre Tatuaje y Mae West, van casi cuarenta años y 14 novelas. ¿Cómo recuerda los comienzos, la censura y cómo ha evolucionado luego su literatura a la par que la respuesta de sus lectores y de la crítica?
R.- Cuando yo empecé a escribir tendría como 24 o 25 años y corrían los años 1973, 74. Es verdad que ya eran los últimos años del Franquismo pero todavía existía la censura, aunque ya no se llamara así sino consulta previa, no se prohibía sino se desaconsejaba y cosas así. Cuando yo escribí mi primera novela, Tatuaje, supongo que un poco temerariamente y pensando que no iba a haber problemas ya, me dieron incluso un premio el Sésamo, y yo pensaba que no iba a tener problemas y los tuve. Eso personalmente me supuso una frustración enorme porque la novela estaba a punto de salir y no la dejaban. Consecuencia de eso fue pensar que, si no puedo escribir lo que quiero, para qué demonios voy a seguir escribiendo. Mis cuentos escritos hasta ese momento me daba la sensación de estar hecho por otra persona. Tardé algunos años en volver a escribir. Me planteé, definitivamente, que yo tenía que escribir en libertad. Eso ha cambiado enormemente hoy y ha pasado por etapas que no siempre han sido positivas como cuando de algún modo se puso de moda la literatura escrita por gays o con temática gay. Muchos jóvenes escritores comprobaron más tarde cómo la industria o el mercado ya no les aceptaba porque había pasado la moda.

P.- Pero no fue su caso, ¿no?
R.- Yo he tenido una suerte enorme con Tusquets, que me publican hace ya 30 años y ellos no han tenido ningún vaivén en relación con modas. Siempre me han atendido y promocionado igual de bien o incluso mejor. Pero otros lo han pasado peor y se han encontrado con dificultades para encontrar editores.

P.- Tiene fama de disfrutar de muy fieles lectores. Cómo cree que han evolucionado sus lectores y su relación con ellos.
R.- Si es verdad que tengo lectores fieles a lo largo del tiempo que supongo que me habrán sabido perdonar porque con tantas novelas unas cosas habrán salido mejor y otras peor. Al principio hubo alguna novela que amplió ese número de lectores como por ejemplo Una mala noche la tiene cualquiera o El palomo cojo. Luego hubo un momento en quizás pesó el hecho de que las novelas fueran así. Y ya ahora, desde California y Ganas de hablar, se amplía el espectro de los lectores, hay como menos reticencias tanto desde los lectores como desde la crítica.

P.- Siempre ha destacado en sus libros su apuesta vitalista y humorística que su última novela, Mae West y yo confirma.
R.- Para mi el humor es fundamental y me parece además un instrumento de enorme prestigio y calidad en las letras españolas desde Cervantes. La Literatura debe reflejar la vida y si una opción que es la mirada bienhumorada el reto sería convertir eso en Literatura. Yo lo he intentado supongo que unas veces con más aciertos que otras... Pero es un género difícil, con el que se puede meter la pata, pero también agradecido con el que se puede ser muchas cosas, compasivo, desafiante, corrosivo.... Y no es que yo hacer una especie de autoayuda para que la gente sonría, porque por debajo de mis novelas de humor yo creo que hay asuntos bien serios.

P.- Almudena Grandes, Luis García Montero, Juan Cruz, Luis Antonio de Villena... van a la fiesta. ¿Cómo se siente homenajeado por tantos y tan buenos amigos?
R.- A ver, a mi lo que me parece es un desatino que uno no está muerto todavía... Hombre, tengo que estar agradecido, primero porque van a estar los amigos, que se han volcado, y eso es lo mejor, porque yo no sé si he escrito grandes cosas pero sí sé que tengo buenos amigos. No hay nada mejor.