Antonio Muñoz Molina. Por Gusi Bejer
Con un pie en el Madrid más castizo y otro en Nueva York, Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) recupera en Nada del otro mundo (Seix Barral) sus mejores relatos, con un inédito incluido. “Hay otros dispersos que he preferido no recoger”, aunque todos, confiesa, le producen la misma “melancolía” por el paso del tiempo y por no haber escrito algunos más, “en lugar de tantos artículos”.
Pregunta: Al revisar sus cuentos, ¿qué le ha sorprendido más?
Respuesta: Que en ellos hablo con más desenvoltura del tiempo presente en el que están escritos, cosa que he hecho con menos frecuencia en mis novelas.
P: ¿Alguna decepción?
R: Uno siempre quisiera ser mejor, ¿no?
P: ¿Qué ha descubierto del escritor que hoy es y del que espera ser?
R: Que
no hay que bajar la guardia ni permitirse indulgencias de estilo.
P: En los relatos es evidente la infuencia de los maestros norteamericanos del género: ¿quién es su preferido?
R: Poe me impresionó mucho cuando era adolescente. También Cheever, después. Y Henry James. Pero yo creo que
en este libro las influencias son sobre todo del Río de la Plata: Bioy, Borges, Onetti.
P: ¿No ha sentido la tentación de cambiar un desenlace?
R: Alguna cosa habría querido cambiar, pero, salvo errores evidentes, lo he dejado como estaba.
El pasado no se corrige, ni en los libros ni en la vida.
P: En los cuentos no faltan el misterio ni los fantasmas: ¿que va a sorprender más al lector, esta faceta o su sentido del humor?
R: Esa faceta de juego desvergonzado con los géneros y de una ironía a veces muy marcada sí puede sorprender a alguien. Pero es que yo creo que cambio algo en las distancias cortas.
Carlota Fainberg era una novela de fantasmas y una sátira de los lenguajes universitarios.
P: ¿Qué le debe el MM cuentista al novelista y viceversa?
R: Quizás el instinto de novelista ayuda a comprimir historias más amplias en el interior de un relato breve; y es posible que esa desenvoltura narrativa sobre el presente de la que hablaba antes y que está en los cuentos debiera aprender a practicarla en las novelas.
P: Cuando en 1993 publicó la primera versión de
Nada del otro mundo, destacó que en España no existía mercado para los relatos... ¿qué ha cambiado?
R: Público sí había, lo que no había era espacios: revistas de circulación amplia que los encargaran y publicaran. Eso ha ido a peor, lo cual es una lástima, porque
se puede disfrutar mucho de leer relatos breves. Y no digamos de escribirlos.
P: ¿Es un autor con mucho cuento?
R: El cuento es mejor reservarlo para la literatura. Cuanto menos se tenga en la vida real, mejor para todos.
P: ¿Quién tiene más cuento, los editores, los autores, los críticos, los agentes o los periodistas?
R: Porcentajes variables. El resultado es a veces un exceso de palabrería y una falta de seriedad, y de amor por aquello que se tiene que hacer.
P: ¿Y la clase política?
R: Tiene demasiada presencia y demasiado poder. Salen demasiado en el periódico.
P: ¿La sociedad española tenía también mucho cuento?
R: La crisis nos está despertando de muchos espejismos.
Creíamos que éramos nuevos ricos y ahora resulta que somos nuevos pobres.
P: ¿Quién le contó el mejor cuento?
R: Mis padres, cuando era niño, mis abuelos.
P: ¿A qué héroe de cuento admiró en su infancia más?
R: A quién iba a ser, al Capitán Trueno.
P: ¿Y a qué le ha echado más cuento?
R: A buscar pretextos para no madrugar, o para poder dormir la siesta.
P: ¿Qué nos vendría hoy más a cuento?
R: Cumplir cada uno con responsabilidad y entrega aquello que tiene que hacer.
P: ¿Qué le ha impedido vivir del cuento?
R: Nada. Me gano la vida escribiendo y a veces dando clases de literatura.
P: ¿Qué diría el recluta de
Ardor guerrero ante las manifestaciones el 15M?
R: Las observaría con mucha atención, antes de emitir opiniones pomposas sobre ellas.
P: ¿Por qué, cuando alguien quiere polemizar y un titular, busca siempre a Elvira Lindo y, de paso, le da una collejita a usted?
R: Polemizar es una palabra seria que debe reservarse para debates de ideas. Y
quien usa ciertas formas agresivas lo que hace sobre todo es calificarse a sí mismo, y además en público.
P: En la actualidad, la RAE tiene cuatro vacantes: ¿quién le gustaría que entrase?
R: No estoy al tanto con detalle, porque al vivir parte del tiempo en Estados Unidos voy menos a la Academia, pero
me gustaría que entrasen algunas de las mujeres de primera fila que hay ahora mismo en cualquier campo de la literatura o del saber.