A D. Y. N., doblemente vainiquero e iniciador, hace tantos años.
Vainica Doble figuran en los puestos de honor de la lista de Pioneras de esta flotante columna desde sus más primeros y originales principios. Pero aún en el momento en que por fin se empiezan a escribir estas líneas no aparece del todo claro si son exactamente eso, pioneras. Y es que, como a muchos que las tienen en sus altares, a mí más bien me parecen una anomalía, un mundo aparte, una línea de punto no continuada, insólito heliotropo, salmón a contracorriente, eslabón perdido.
Las Vainica, o sea el dúo formado por Carmen Santonja (que en paz descanse) y Gloria Van Aerssen, son en efecto
una de esas rigurosas excepciones irrepetibles, un diamantino alucine que expandió vertiginosamente las posibilidades del lenguaje musical y lírico de la canción en castellano y su singularidad, de los temas a tratar, de los modos de tratarlos. Si hay que designar a alguien que haya logrado en España algo parecido a lo que hizo Dylan con las posibilidades de la música popular y su puesta al día en la sociedad post-industrial, deberá señalar en dirección a ellas. Y no erraremos si buscamos algo quizá no equivalente pero si parecido al fulgurante fenómeno de Battiato para la canción italiana.
Pero resulta indudable que, cumplidas ya cuatro décadas desde que su primer disco viera la luz eléctrica de los escaparates, todo lo perpetrado por Gloria y Carmen sigue resultando un hito dentro de y para la música pop española. De hecho tengo viva la sospecha de que
si se hiciera un referéndum entre las gentes más diversas de la música pop española seguramente su nombre asomaría como uno de los pocos puntos en común, de los ejes centrales de reverencia y de los reconocimientos de deuda a la maestría. Con el paso de los años se han convertido en un referente para músicos del
mainstream más y también menos decrépito, de la vieja nueva ola y de muchos indies post-94 hasta nuestros días.
Así, sus canciones han sido admiradas públicamente, homenajeadas y a veces hasta interpretadas por gentes a veces tan distantes entre sí como Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Ismael Serrano, Sergio y Estíbaliz, Luis Pastor, Luz Casal, Paco Clavel, Sisa, Suburbano, Iñaki Glutamato, Germán Coppini, Carlos Berlanga, Nacho Canut, Emilio Cao o Joaquín Sabina. Otra de las personalidades del pop patrio de los 80 como es Fernando Márquez “El Zurdo” es el autor del hasta ahora único libro que revisa su vida y obra y uno de los que más ha contribuido a
glosar
su legado por diferentes canales, junto a Miguel A. Álvarez y Carlos Martínez Díez.
En su día no faltó quien las calificó de madres de La Movida, o “madres del invento”, como decía con algo de guasa (en aquella entrevista concedida a la publicación Música Popular de 1984) Carmen Santonja, entreverándose con Zappa, objeto de adoración de ambas desde que se lo descubriera Iván Zulueta. (Con este otro genio alucinado y rara avis en el a menudo agreste territorio carpetovetónico desarrollarán una colaboración de ida y vuelta, lo cual no es ninguna casualidad pues no pocos son los parentescos que pueden encontrarse entre los mundos vainiqueros y los de ese hermano espiritual suyo que fue el donostiarra).
Luego se las ha llegado a llamar abuelas del indie español. Y cierto es que el magnético influjo y nuclear impacto de sus canciones no deja de propagarse, sobre todo entre las filas de esa cosa tan diversa que por aquí llamamos indie. De Donostia a Xixón, de Logroño a Barcelona, de Zaragoza a Granada, de Valencia a Madrid, bandas como Family, Aventuras de Kirlian/Le Mans/Single, La Buena Vida, Nosoträsh, Pauline en la Playa, Nacho Vegas, Espanto, Refree, Astrud,
John Talabot, Parade, Grupo de Expertos Solynieve o Los Planetas se han abrigado entre los tejidos y labores de Gloria y Mari Carmen y escuchado con atención y aprendido sus conjuros.
No es para menos. Vainica Doble son las insignes autoras de una suite de seis álbumes en una docena de años:
Vainica Doble (1972),
Heliotropo (1973),
Contracorriente (1976),
El eslabón perdido (1980),
El tigre del Guadarrama (1981) y
Taquicardia (1984). Además de esa monumental (pese a lo frustrante que resultaron, especialmente para Gloria, los cambios ocasionados por el montaje final) banda sonora para
Furtivos de Borau (1975), así como colaboraciones con bandas como Tickets (germen de Asfalto) o Aguaviva, con los que grabarán ese maravilloso single navideño de 1972 (
Oh Jesús /
Evangelio según San Lucas), amén de numerosos trabajos para TVE, como la sintonía de
Con las manos en la masa, el programa presentado por la hermana de Carmen, Elena. Estos siete botones de muestra bastarán:
Y esto no es otro cosa que una barbaridad, una heroicidad o una pasada, como quieran, ya que sólo cabe calificar a todos esos trabajos como clásicos sin apenas fisuras.
Después llegarían esa algo a-presurada pero muy digna regrabación de temas antiguos que es
1970 (1991) y su único disco desafortunado,
Carbono 14 (1997), del que también pueden extraerse enseñanzas. Entre otras esa de no renuncies a ti, no te dejes, no abandones tu distinción, tus acordes, tu sentido de lo musical, o naufragarás.
Y finalmente esa despedida por todo lo alto que el sello Elefant auspicia en el año 2000, donde devuelve el listón a su histórica altura que es álbum titulado y también pergeñado
En familia.
Bueno, ya, muy influyentes y respetadas. Pero
¿pioneras de qué? Pues me parece que en el descubrimiento de una modernidad que se basa en el ejercicio de la máxima libertad y en la recuperación de los elementos de toda época y estilo y la apropiación de géneros de fuera y su adaptación a lo cercano, lo local, lo cotidiano. Tanto las músicas como, quizá de manera más obvia, las letras de Carmen Santonja, contienen una manera de acercar lo lejano, de hacer zoom tanto en modos y formas de la propia música y su lírica como en temas aparentemente nimios o ajenos a la estética del pop.
Las Vainica fueron
pioneras en cultivar una excelencia propia a partir de una mezcla de todo lo que les parecía interesante, de ir a su bola, de jugar con sus propias reglas y hablar de todo lo que consideraron oportuno. Pioneras en aquel gusto por los temas más diversos y especialmente por lo geográfico y lo histórico, lo literario, lo social y la ciencia-ficción, que luego también y a veces tan bien se cultivó en la primera época de la ochentera Movida. Pioneras en poner populares y furtivas trampas a lo sublime.
Vainica Doble es en sí un universo con sus propias reglas, donde se mezclan constelaciones de pequeños asuntos domésticos, abundante saber científico de libro de texto, (geología, astronomía, botánica), materiales de la magia y la religión, lugares en el espacio y hechos en el tiempo, medievalismo y crónica urbana contemporánea, folklore castellano, vasco y andaluz, flamenco y villancicos, géneros musicales previos a Elvis y furioso rock'n'roll eléctrico, amistades, amores, familiares, animales, semblanzas, tabúes, usos y costumbres, asuntos odiosos y execrables. Vainica doble
cultivan la herencia clásica y operística, son progresivas y minimalistas, barrocas, románticas, exóticas y jazzísticas, y tienen bien presentes jarchas y saetas.
Sus temas, siempre tocados por un particular surrealismo y caricias de humor o drama, van del juego intrascendente con las palabras y las cosas mundanas al inconsciente de la infancia, los mundos del tebeo y los dibujos animados, de Disney y Brugera. O pasan por entre los hilos de tradición del refranero para arrimarse al
underground de su tiempo. Así que lo mismo se impregnan de costumbrismo y cuentos de Calleja que de valores bohemios, izquierdistas y
hippies, de ecologismo, igualitarismo o antiautoritarismo, siempre muy
Do It Yourself. Vainica Doble consiguen deslizarse entre las consideradas por algunos culturas alta y baja, demostrando la inexistencia de sus tontos límites y hacen de lo castizo y popular un sayo donde pinchan y esparcen lo pictórico y lo literario, lo cinemático y lo gastronómico, lo enciclopédico y lo
psicodélico. Tanto que aprender...
Así lo sintetiza el que posiblemente sea el momento central de su carrera musical, la canción
El tigre del Guadarrama, el tremendo final de su disco homónimo de 1982. Una canción exquisita, delicada, anómala, emocionante, lúcida, lúdica, trágica y capaz de hacer volar la mente y cuya letra, entre el arrebato zuluetiano, la mística gnóstica y la simple tristeza de triste tigre, es en mi opinión la mejor de las que hasta ahora hayan nutrido el pop escrito en castellano. Una de esas joyas únicas propias de Vainica Doble. Ternura y horror, sonrisas, alucine y lágrimas en torno al final. Pedazo de verdadero heliotropo, la “piedra de sangre” tan fundamental para la magia y alquimia medievales, ese jaspe que solía estar engastado en las alhajas que las hechiceras llevaban durante sus rituales por su poder para amplificar el impacto de las palabras y los actos.
Otras pioneras:
- Delia Derbyshire
- Laurie Anderson
- Nina Simone
- Annette Peacock (I) y (II)
- Nico
- Yoko Ono (I) y (II)