Pablo Martín Sánchez
"Ir a los archivos y las hemerotecas es como ir de excursión"
8 enero, 2013 01:00Pablo Martín Sánchez. Foto: Pierluigi Greco
Su novela 'El anarquista que se llamaba como yo' ha sido elegida la mejor ópera prima de 2012 por El Cultural
Pregunta.- Con todos los respetos: tiene un nombre y unos apellidos muy comunes. Cuando metió "Pablo Martín Sánchez" en Google aparecerían miles de entradas. ¿Cómo llegó a la del anarquista que se llamaba como tú?
Respuesta.- Tuve la suerte de la vulgaridad, imagino. Si no me hubiera llamado así, no hubiera conocido la historia de este anarquista que pudo ser mi abuelo. Pero lo cierto es que en 2007 no aparecían tantas entradas cuando ponía mi nombre entrecomillado en Google. Salieron cinco páginas y fue en la última donde encontré una referencia indirecta a Pablo Martínez Sánchez. Estaba en un diccionario ácrata francés. En la entrada de Gil Galar se decía que éste había sido ejecutado a garrote vil junto a Pablo Martín Sánchez y Julián Santillán. Nada más. Me puse en contacto con ellos para saber más. Me informaron que el diccionario estaba en construcción y que les quedaba mucho hasta llegar a la 'm' de Martín. Así que me puse a investigar yo por mi cuenta.
P.- Más allá de la coincidencia nominal, ¿por qué le interesó tanto esta historia? ¿Tenía ya un particular interés por el anarquismo y la dictadura de Primo de Rivera?
R.- Pues no tenía un interés específico en esta época ni en esta ideología. De hecho, si la historia que me hubiese interesado hubiera transcurrido en el siglo XIX la habría ficcionalizado igualmente. Se dieron varios factores los que me empujaron. Por un lado, que todo hubiera sucedido durante la dictadura de Primo de Rivera, y no durante la Guerra Civil, que está mucho más trillada por la literatura, o en los años 60 o 70, me daba una gran libertad. No quedan testigos directos de esa época. Además, se mezclaban ingredientes muy apetecibles para mí. Sobre todo la conexión del anarquismo con algunas de las figuras del pensamiento y la literatura tan relevantes como Blasco Ibáñez, Ortega y Gasset, Unamuno...
P.- En la novela les hace algunos guiños...
R.- A los tres los juzgaron por el levantamiento de Vera de Bidasoa de 1924. Los consideraron los líderes intelectuales del movimiento rebelde. A ellos y a Rodrigo Soriano, que escribió una carta en la que asumía toda la responsabilidad para intentar detener las ejecuciones. Una de los aspectos que he intentado reflejar en la novela es esa división que se dio entre los revolucionarios de calle y los de papel. Coincidía incluso en los mismos locales pero se miraban con cierta desconfianza. Aun así sabían que los unos se necesitaban a los otros.
P.- ¿Qué entidad tuvo esa intentona de derrocar al régimen en 1924?
R.- Fue algo ingenua. Aquellos anarquistas pensaban que el pueblo español estaba preparado para el alzamiento y no era así. Además en la novela se evidencia que en buena medida esta intentona estuvo impulsada por las propias autoridades del régimen. Al menos les dejaron cruzar los Pirineos a la altura de Vera de Bidasoa. Era una estrategia para justificar una represión más dura frente a este tipo de amenazas. Los grupúsculos anarquistas están plagados de topos.
P.- Aparte de llamarte igual que él, ¿qué otros lazos de identidad te unen con aquel anarquista?
R.- Tenía también mi edad. Me atraía el juego de que la persona, el narrador y el personaje tuvieran el mismo nombre. Jugar a la fusión de identidades. Lo que tuve claro es que no quería retratarlo como un héroe porque en su vida real no lo fue. Fue valiente, eso sí, porque cualquiera no se embarca en una aventura así. Y tiene que quedar claro que el personaje en buena medida lo he construido yo. Para mí es un antihéroe, cargado de contradicciones, dudas...
P.- ¿Y usted no ha tenido ninguna a lo largo de esto casi cuatro años de preparación y escritura de una novela de 600 páginas sobre alguien que se llamaba como usted y con el que se topó en Google?
R.- Pues en el trabajo de documentación no tuve ninguna. Ir a los archivos, las hemerotecas y a los lugares transcurre la historia era como una excursión. Era emocionante dar con algunos fósiles, como cuando en el Archivo Histórica Nacional vi su foto. Luego, en el trabajo de ficción, solo frente al ordenador, sí tuve momentos en que pensé que lo mejor era desistir.
P.- Menos mal que no lo hizo. La novela le está deparando muchas satisfaciones, ¿no?, entre ellas ser elegida la mejor ópera prima de 2012 por El Cultural.
R.- Fue una sorpresa porque el libro llevaba apenas un mes en la calle antes de que se completara un año. Es un honor que ahora me libera de todas aquellas dudas.
P.- ¿Y ya tiene más historias bulléndole en la cabeza?
R.- Pues cada día aparece una nueva. Quizá una novela policíaca a cuatro manos, o una obra de teatro. También he pensado que El anarquista que se llamaba como yo sea la primera parte de una trilogía del yo. Estoy pensando en una novela que transcurra toda en el día que nací: el 18 de marzo de 1977. Y otra que se desarrolle en Reus, que es el lugar donde vine al mundo. Veremos. Lo importante es lo que decía Perec: no escribir nunca el mismo libro.