El Cultural

Balance seriófilo 2013 (I): Ilusiones

23 diciembre, 2013 16:37

Imposible seguirle la pista a toda la producción seriófila. Pasan las temporadas, los años, y la sensación imperante en este espectador es que nada realmente deslumbrante ha ocurrido recientemente para transformar el rostro de la teleficción o apuntar hacia nuevos caminos. En el 2013 nos ha dejado James Gandolfini/Tony Soprano y ha terminado Breaking Bad, cerrando así un círculo en torno a los grandes personajes que han redefinido el concepto del héroe/villano contemporáneo. Nos queda el último aliento de Don Draper, otro personaje fracturado. Será un verdadero fin de ciclo. ¿Y después? ¿Qué esperar? En dos posts, presento una lista brevemente comentada de “ilusiones y desilusiones”, es decir, de las series que más y menos he disfrutado a lo largo del año y por qué. La mayoría ya han creado su propio universo después de varios años en antena (las hay que continúan por inercia y las hay que ojalá no terminaran nunca), otras son nuevas incorporaciones a la parrilla de la obligada teleficción (Peaky Blinders y Masters of Sex), y también reservo hueco para una sorprendente serie, Community, que arrancó hace unos años pero que aún no había visto. Afortunadamente en este 2013 me puse al día. Aunque todas las disfruté por algún motivo, aquí van las que más he apreciado. En el próximo post, comentaré las que he considerado de menor interés, bien porque me desencantaron, porque han ido perdiendo objetiva calidad respecto a temporadas anteriores o porque simplemente me plantearon serias dudas sobre su continuidad en mi parrilla de televidente.

Mad Men (6ª temporada)

Del Infierno de Dante a Edward Hopper, de Don Draper a Dick Whitman, del marido reformado al hombre perdido… la sexta temporada de Mad Men quizá no ha sido la mejor de todas, pero desde luego ha sido la más porosa a las grandes revelaciones y transformaciones. Nos quitamos el sombrero ante el modo en que la serie de Matthew Weiner ha evolucionado, manteniendo muy altos los criterios de calidad y complejidad de la serie, preparando el camino para una última temporada que se adivina inmensa.

Breaking Bad (5ª temporada)

Llegó a su final la serie más adictiva de los últimos años y no decepcionó. Vince Gilligan tiró por la calle de en medio a la hora de satisfacer a los “buenos” y “malos” fans de la serie, a los que creían en la misión de Walter y a los que aborrecieron a Heisenberg. Ofrecí un análisis del final en este post. A falta de Breaking Bad, AMC ya prepara el spin-off, centrado en el abogado Saul Goodman. Se emitirá en 2014 y lleva por título Better Call Saul. Estaremos atentos.

Community (1-4 temporadas) 

Si existe algo parecido al post-humor en Estados Unidos, esta serie de la NBC que sigue la vida de un ecléctico grupo de estudiantes en un campus universitario completamente desprestigiado debe ser su más fiel representante. Puede que tardemos una temporada en conocer las personalidades y los humores de sus bizarros personajes, pero una vez familiarizados con ellos se convierten en seres de una magnífica complejidad, que crean dependencia. Acidez y ternura, ingenio y locura, tradición y modernidad, el carisma de esta sitcom creada por Dan Harmon es apabullante, tan preocupada por los textos como por las formas, pues en cada capítulo parece plantearse un desafío visual, parodiando todo tipo de géneros cinematográficos. Un imprescindible que llegará en 2014 a su quinta temporada.

Boardwalk Empire (4ª temporada)

Era muy difícil superar la intensidad de la tercera temporada, pero los guionistas han conducido la serie con la inteligencia que les acostumbra. Con la vista más pegada a la intrahistoria de América y a sus grandes convulsiones, la serie ha ampliado sus tramas sin perder la excelencia y el equilibrio en la coralidad del drama. La introducción de J. Edgar Hoover en la trama, la relevancia del blackpower, la sustitución del alcohol por la heroína y la desaparición de algunos de los personajes más admirados mantienen el vigor que caracteriza esta serie.

Luther (3ª temporada)

La medida de su genio es tanta como la de su pasión. El detective Luther interpretado por Idris Elba (el último Mandela) sigue sorprendiendo por su inteligencia y carácter visceral en esta extraordinaria serie de la BBC, con temporadas de apenas tres o cuatro capítulos que recogen la mejor tradición de la serie negra británica para llevarla a inflexiones de intensidad insólitos. En caza y captura de un asesino en serie, investigado y traicionado por sus propios compañeros, el torturado y violento detective sigue buscando su pasaporte a la redención.

Peaky Blinders

Una muestra contundente de cómo la producción británica también puede medirse con la norteamericana. Esta mini-serie británica de gran formato es mucho más que una evocación scorsesiana de Gangs of New York y Boardwalk Empire. Guiones medidos, atmósfera envolvente, personajes memorables y actores de primera (con Cillian Murphy a la cabeza) en una poderosa saga de gangsters en el Birmingham de los años veinte. Creada por Steven Knight, sin duda una de las sorpresas más gratificantes del año.

The Big Bang Theory (6ª temporada)

Es imposible dejar de lado a los geeks más entrañables de la televisión. La serie de Chuck Lorre y Bill Prady va camino de convertirse en el nuevo milenio en una sitcom generacional tan relevante como lo fue Seinfeld en los años 90. En la sexta temporada (la séptima ya está en marcha) asistimos a pequeñas muestras de algo insólito hasta ahora en la serie: la introducción de personajes no caricaturescos y la intervención del drama en el corazón de la comedia. Son apenas signos de que The Big Bang Theory aún tiene algunas cartas escondidas.

American Horror Story: Asylum

A pesar de que la primera temporada se reveló tremendamente irregular, concedí una oportunidad a la segunda porque cambiaba completamente de escenario y personajes (la tercera también lo hace), y no me arrepentí, tal y como escribí en este post. El primer gran estímulo fueron los espacios, los sórdidos rincones de un frenopático en los años sesenta llevado por mano dura por un grupo de monjas y por un doctor de pasado nazi. Otro de los grandes alicientes del asilo de los horrores es que sus reflejos del terror tienen un contenido más histórico que mitológico, más metafórico que explícito, de manera que el conjunto funciona como un cautivante diagnóstico clínico de los trastornos mentales de la sociedad norteamericana. [Y recuerda, en el próximo post, antes de fin de año, mis desilusiones o desencantos: Juego de tronosTremeMasters of SexThe Walking DeadHomelandTrue BloodThe NewsroomGirls…]