Nieves Concostrina
"No hemos agradecido a nuestros mayores lo que sufrieron por nosotros"
10 noviembre, 2014 01:00Nieves Concostrina.
La periodista ha publicado su primera novela, Antonia(La Esfera de los Libros).
Pregunta.- Ha escrito varios libros, pero esta es su primera novela. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Respuesta.- Muy difícil. La tenía pensada desde hace 10 años, antes de escribir mis otros 5 libros, pero era un proyecto que requería mucho tiempo y se interponía mi trabajo en radio y en la revista Adiós. No sabía bien por dónde atacar la historia, hasta que hace año y medio me puse en serio.
P.- ¿Quién es Antonia?
R.- Antonia es una mujer muy cercana a mí. Hay muchas como ella en este país, madres de los que hoy son cincuentañeros, que han sufrido mucho durante toda su vida y son las que nos han puesto donde estamos. Esto es un homenaje a toda una generación pero sin ñoñería, que a mí lo blandito me repele. Aunque novelada, es una crónica real. No he inventado nada porque la ficción no podría superar una durísima realidad de la que todos tenemos referencias.
P.- ¿Qué tiene de excepcional esta historia?
R.- Me parece algo extraordinario que, siendo una niña analfabeta y abandonada, que se convirtió en extraperlista y que estuvo encarcelada, tenga un espíritu de superación tan grande. Por eso aprendió a leer a los 65 años y a los 70 empezó a jugar en bolsa. Me alucina esa capacidad para no dejar de progresar nunca. Ahora las universidades de mayores están llenas de personas que estudian humanidades, porque ahora pueden, pero en su día se lo negaron todo.
P.- ¿Siente que con esta novela salda parte de la deuda que tenemos con ellos?
R.- Sí. Tengo la sensación de que hemos olvidado todo lo que pasaron y de que no les hemos dado las gracias como merecen. No podemos dar un paso atrás en todo lo que ellos han conseguido para nosotros.
P.- ¿Cuál es a su juicio el episodio más duro de todos los que vivieron Antonia y su familia?
R.- El que más me ha costado escribir es cuando encarcelaron por nada a la madre de Antonia, cuando ésta tenía 10 años, en la cárcel de Ventas. Juana era una verdulera de Madrid, una mujer de armas tomar, y cuando salió de la cárcel era otra persona, acobardada y débil. Se la llevaron varias veces para fusilarla y luego la devolvían a la celda.
P.- ¿Por qué la encarcelaron?
R.- Por una antigua pelea de barrio. La acusó una vecina a la que había golpeado con una botella una vez cuando la pilló robándole verdura, y también un cintero, que quería quedarse con su puesto del mercado de Santa Isabel. La acusaron de haber delatado a un cura durante la guerra civil, y a los 11 meses encontraron el cura y lo negó todo. Pero lo más duro fue cuando ingresó voluntariamente en la cárcel de Yeserías porque tenía miedo de que la detuvieran de nuevo y la llevaran otra vez a la cárcel de Ventas. Un día salió de la cárcel para ver a su hija y cuando la vio aparecer su marido, Miguel, que era un asqueroso, le dio tal paliza en la calle que allí mismo se dio la vuelta y volvió a encerrarse en la cárcel. Se me encogía el estómago al escribir cómo unos meses después, una compañera de celda de Juana le dijo a Antonia que su madre había muerto.
P.- ¿Cómo fueron las conversaciones con Antonia para recopilar toda la información necesaria para esta novela?
R.- Me senté a hablar con Antonia de todo esto y lo grabé hace tres años, porque hay que tener en cuenta que la memoria a su edad -85 años va a cumplir- empieza a fallar. Día tras día tenía que volver sobre cosas que ya me había contado porque surgían nuevos datos que se habían quedado en el tintero. También he tirado mucho de la memoria de Amelia, su hija mayor, y me he pateado los escenarios donde transcurre la novela, como el barrio de La Latina y el sitio donde estuvo la cárcel de Ventas.
P.- La generación de Antonia es la que mayores cambios ha experimentado en todos los sentidos: político, social, moral, cultural, económico y tecnológico. ¿Cuál cree que ha sido el reto mayor para ellos?
R.- El de la tecnología. Antonia mira con envidia los ordenadores. El episodio del iPad, cuando lo deja lleno de saliva al pasar las páginas de un periódico digital, es verídico. Cuando nos pasó eso supe que tenía que empezar el libro con aquella anécdota.