Matías Néspolo
"Cuando se juega limpio con la ficción, la ficción acaba revelando lo que eres"
31 marzo, 2015 02:00Matías Néspolo. Foto: Santi Cogolludo
El escritor argentino publica Con el sol en la boca (Los libros de lince), su segunda novela.
Pregunta.- Publicó Siete maneras de matar a un gato hace ya seis años… ¿ha estado todo este tiempo escribiendo Con el sol en la boca?
Respuesta.- Se podría decir que sí, aunque el último año fue solo de ligerísima corrección. Escribiendo soy una tortuga, pero creo que la lentitud no tiene por qué tener connotaciones negativas, ni tiene que estar reñida con la ambición. Para mí escribir lento va muy ligado a mi intención de llegar lo más lejos posible.
P.- ¿Tuvo desde el comienzo claro cómo avanzaría la historia del Tano Castiglione?
R.- En realidad no. No suelo trabajar con esquemas ni planes. Siempre parto de una imagen, de una sensación o de un aroma e intento ir desarrollándolo. En este caso fue esa angustia, ese desasosiego, esa inquietud del personaje que mastica hielo y al que se le congelan las palabras.
P.- ¿Escribió también con ese método su anterior novela?
R.- Sí, y me funcionó bien, pues esa primera imagen me dio muchísimo rédito. Aunque he descubierto que también tiene sus riesgos. Tuve que tirar una primera versión ya muy adelantada, de sesenta o setenta páginas, de una primera novela porque me encallé por completo. Digamos que tirar del hilo funciona mientras el hilo narrativo no se corta.
P.- ¿Cree que el deseo de huir es algo generacional? Me refiero a su generación, la que vivió en Argentina en los ruinosos años noventa.
R.- Me he hecho esa pregunta algunas veces y creo que algo de eso hay. Yo pertenezco a la generación de los nacidos en los años setenta y sí que había, en los noventa, esa sensación compartida de malestar, de incomodidad.
P.- Usted era muy pequeño durante la dictadura, pero supongo que lo que ocurrió marca también a los que crecieron en un país que intentaba pasar página.
R.- Sí; es que yo creo que existe una especie de herida abierta que aún perdura en la sociedad argentina. Creo que el asunto de la dictadura se resolvió bien por la vía judicial, pero la herida sigue abierta y los de mi generación cargamos con eso queramos o no. Si uno se pregunta por la identidad, por el origen, siempre se topa con estos años, con la implicación de tus padres, el lugar que ocuparon tus familiares o conocidos en toda esta historia violenta, y a veces las respuestas que encuentra no son muy cómodas.
P.- ¿Se puede establecer un paralelismo entre la huida del Tano y su marcha de Argentina en 2001?
R.- Sí, ese malestar del Tano es muy parecido al que me embargaba a mí. Pero el desarrollo de la historia es pura ficción. Una cuota no de veracidad, sino de verdad se filtra en el relato, que acaba siempre hablándote de tus obsesiones, de tus lugares, de las personas que has conocido. Cuando se juega limpio con la ficción, la ficción acaba revelando lo que eres.
P.- ¿Cree que le ayuda vivir lejos a ver la realidad de su país, a escribir de un modo más ecuánime sobre ello?
R.- Creo que sí, pero más que a mirar la actualidad, me ayuda a mirar la esencia. Hay como un dislocamiento de la mirada cuando estás en el exterior que hace que te replantees todo lo que te parecía natural y obvio estando allí. Es algo que te ayuda a comprender mejor, creo.
P.- Tiene las dos visiones, la española y la argentina. ¿Son comparables las maneras en que ambos países han superado su peor pasado reciente?
R.- Son comparables pero para mal. Y aquí quizá peco de chovinista. El caso de Argentina es ejemplar en todo el mundo, el juicio a las Juntas fue de las primeras medidas del gobierno democrático. Tras la feroz dictadura la sociedad civil, una vez restaurada la democracia, exigió que se juzgase a los militares por crímenes de lesa humanidad, y eso no pasó en Chile, ni tampoco en la Transición española. Esa es la raíz del problema de la memoria histórica en España. Las fosas comunes siguen apareciendo, y eso hace que cierto rencor o resentimiento aún perdure en una franja de la sociedad. No se pueden barrer los problemas debajo de la alfombra. Ahora bien, en Argentina tampoco se ha cerrado del todo la herida; que se juzgue a los culpables no hace que las heridas queden automáticamente cerradas.