Image: Javier Aparicio Maydeu

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El Cultural

Javier Aparicio Maydeu

"El autor ya no construye sus obras para habitarlas sino para explotarlas"

27 abril, 2015 02:00

Javier Aparicio Maydeu

El escritor cierra su tetralogía de la creación contemporánea con la publicación de La imaginación en la jaula (Cátedra)

Es uno de los más imaginativos escritores vivos y, sin embargo, cuando Thomas Pynchon, el oculto, escribió su mejor libro, El arco iris de la gravedad, abrió con una cita inicial del físico alemán von Braun a modo de advertencia: "La naturaleza no conoce la extinción; sólo conoce la transformación". Y de eso se trata, afirma Javier Aparicio Maydeu en La imaginación en la jaula (Cátedra), título que cierra su tetralogía de la creación contemporánea, aunque en realidad se trata del segundo libro proyectado. Profesor de literatura comparada en la Pompeu Fabra de Barcelona y crítico señero e hiperactivo, Aparicio Maydeu huye de los justas entre apocalípticos e integrados (aunque reconoce estar más cerca de estos últimos). La imaginación y la creatividad no han muerto (¿cómo?) pero sí se han transformado radicalmente. Como ocurre con la naturaleza.Y la única urgencia verdadera, la que se impone más allá de las mil urgencias digitales, y en tantos casos banales, del día a día es saber por qué. A ello se aplica el autor en un libro tan tempestuoso, abigarrado y sugestivo como sus libros anteriores, cuajado de notas, referencias, apostillas y todo tipo de documentos e imágenes. Una montaña rusa para el lector, que atraviesa la literatura contemporánea con tanta curiosidad como vértigo.

Pregunta.- Cierra con La imaginación en la jaula una tetralogía de la creación contemporánea que, asegura, tenía proyectada desde el principio, pero de la que no había advertido a sus editores. ¿Cuál fue el motor original del proyecto?
Respuesta.- Los libros deben ir creándose conforme se dan las circunstancias para que puedan dar lo mejor de sí mismos, y lo suyo es ir paso a paso y no caer en tentaciones megalómanas que no benefician y, en cambio, posiblemente aceleran artificialmente la creación de los propios estudios. Con todo, mi condición de ex-agente literario, 15 años con Carmen Balcells, de profesor de universidad y de crítico profesional, ha hecho que mi vida profesional haya dado siempre vueltas alrededor del proceso creativo, de la noción de 'talento' y de los mecanismos de funcionamiento de las obras desde su génesis a su recepción. Y a estos cuestiones he dedicado casi diez años de estudio, y el resultado es esta tetralogía que sigue la secuencia Tradición-Imaginación-Creación-Recepción.

P.- Y ahora, a su conclusión, ¿cuáles han sido las grandes sorpresas de su investigación, los cruces de caminos inesperados?
R.- No sé si sorpresas, sí por lo menos reflexiones a mi juicio interesantes. El talento no es uniforme, las tendencias son cíclicas, el mercado influye mucho más ahora que antes en las decisiones creativas, se ha ido invitando al lector (o al espectador) al proceso creativo a lo largo del XX hasta que al final el consumidor se ha convertido en creador, la ruptura previsible acostumbra a ser banal, el hibridismo ecléctico lo ha inundado todo, las obras ya no necesariamente son una prolongación de la personalidad o del espíritu del autor (el autor ya no construye sus obras para habitarlas, como venía a decir Heidegger, sino para explotarlas), se crea y se consume a velocidad de vértigo, se crea en función de cómo se sabe que se consumirá lo creado, en arte existe una tensión entre la obsolescencia planificada y el afán de perdurabilidad (inmediatez frente a canon), los géneros son ya etiquetas de prêt à porter, se está perdiendo con rapidez el valor crítico de la cultura y el arte, que se acercan más al entertainment...

P.- La imaginación en la jaula plantea que ya no podemos hablar de la imaginación y la creatividad como hemos hecho siempre. Internet ha acelerado y multiplicado el proceso creativo pero, en ese tránsito, se ha perdido "lo esencial"...
R.- El libro asedia el concepto de imaginación desde distintos flancos y disciplinas, no únicamente desde la relación de Internet con la creación. Y no creo que estemos perdiendo o dejando de perder nada, constato fenómenos que nos fuerzan a ver que el escenario, sus actores y los valores que encarnaban han cambiado. ¡La velocidad no tiene por qué ser dañina, como la espontaneidad ha creado a lo largo de la historia obras maestras del mismo modo en que la máxima concentración y la exactitud obsesiva pueden haber dado por resultado un bodrio! En cualquier caso, el talento estará siempre por encima de los medios. Jamás he ido apocalíptico, sino todo lo contrario. He metido la imaginación en una jaula porque quería estudiarla como un naturalista a un lepidóptero, y porque creo que es fácil probar que en estos momentos, en distintas disciplinas, el concepto de creatividad del que tanto hablamos se aleja del concepto de creación, y ambos tienen valores distintos, y el consumidor con frecuencia no puede sino confundirlos. Repito en el libro que las cuestiones complejas y transversales como las que tratamos no son fáciles de sintetizar porque se banalizan, de ahí que yo siempre haya preferido darle al lector mucha información razonada o comentada en lugar de inyectarle una 'opinión' fácil de digerir pero posiblemente poco nutritiva...

P.- ¿Pero no podría decirse que su apelación a una originalidad "verdadera" es, de algún modo, "reaccionaria"?
R.- No, en absoluto. Es más, dedico un volumen de la seria, Continuidad y ruptura. Una gramática de la tradición en la cultura contemporánea a subrayar que, como decía Steiner, no es concebible una originalidad absoluta, ni una inocencia adánica. Buscarlas es como ir en busca de El Dorado. Pero eso no quita que mi obligación como 'espectador' de los procesos que se están produciendo me obligue a poner de manifiesto que la creación como derivación o apropiacionismo ha ido creciendo. Jamás creo en cosas 'verdaderas' o 'esenciales', precisamente porque me hacen sospechar que detrás hay consignas, o 'talibanismos'... Ni creo en gurús. Sí creo en lectores que toman la información y llegan a sus propias conclusiones. Quiero que los lectores entren, comprueben, infieran, experimenten... y luego se formen su propio criterio. De ahí las notas, los apéndices, las cronologías, las antologías, los diccionarios, las imágenes que hay siempre en mis libros.

P.- Los artistas han mutado hoy a "creadores de contenidos experimentales" estrictamente vigilados en el entorno digital. ¿La experimentación cerró la jaula y echó las llaves al mar?
R.- Los artistas han sido, son y serán siempre múltiples y distintos, y los más tradicionales siempre conviven con los más rupturistas. Así ha sido siempre y así es. No se producen 'substituciones radicales', sino sucesiones en las hegemonías. Sí me parece cierto, eso sí, que no todos los creadores de contenidos son autores en el sentido más convencional del término. Y sí, es verdad, podríamos decir que cuando la experimentación satura los procesos creativos, éstos cambian de paradigma y se vuelven durante un tiempo más acomodaticios...

P.- Nuestro tiempo ha adoptado como bandera "el reciclaje". Y usted advierte sobre una creatividad cansada a la que próximamente ni siquiera le preocupará que no "se le ocurra nada" ¿Pero no quedamos en que todo lo que no es tradición, es plagio?
R.- D'Ors era un genio, y lo que dijo es realmente estimulante además de brillante. Pero yo no me refiero a resultados, sino a actitudes. Hoy se generan creadores que ni siquiera deseaban serlo, y conviven, claro, con autores que llevan dentro un universo propio. Impulso creador o variaciones sobre el mismo tema. Arriesgar o imitar. Es difícil que exista arte influyente sin que exista simultáneamente riesgo.

P.- Señala que la célebre "ansiedad de la influencia" de Bloom se ha trocado hoy en la "ansiedad por la confluencia", "el deseo de integrarse en grupos y redes creativas que aumenten la proyección de sus miembros por mera estrategia de mercado". La llamada "generación Nocilla" sería el ejemplo más cercano". Así se potencia la marca mientras que se rebaja la valía individual. ¿Se trata de una tendencia imparable?
R.- Uno de los muchos fenómenos que trato es éste, que llamo en broma 'ansiedad de la confluencia' como juego con el título de Bloom. Lo normal es que las confluencias o grupos o generaciones se inventen por motivos 'mercantiles' y de deshagan por motivos 'personales'. La creatividad puede ser compartida, y si no que se lo digan a los creativos de publicidad, por ejemplo. Pero el talento no se contagia por proximidad, como algunos virus... No es, desde luego, una tendencia imparable. Es normal que los intereses de los distintos actores del sistema cultural no siempre coincidan, hay intentos de crear marcas colectivas, luego sus integrantes no se sienten cómodos, en ocasiones hay grupos creativos muy sólidos. La creación artística es un tema realmente estimulante, y cuantos más factores se sumen, como ahora, mayor estímulo.

P.- ¿Qué autores ejemplificarían hoy una imaginación auténtica, fuera-de-la-jaula?
R.- La jaula es una manera de referirme a muchos fenómenos que están simplemente transformando la imaginación y en cierto modo monitorizándola: las Plataformas de Autoedición Digital, las políticas de coaching, la globalización de las consignas estéticas, el deseo de predicción de las tendencias, la censura del mercado (no crees lo que ya te digo que no podrás explotar), etc. Importa el matiz, la toma honesta de posturas: 'es innovador pero irrelevante', 'es hermoso pero aburrido', 'es convencional pero es perfecto'. Construirse hoy en día una torre de marfil puede ser inteligente o estúpido, pero seguro que es más difícil y más caro, pues nuestra sociedad cree en la red, en el' control', una de cuyas acepciones actuales es 'libertad'. ¿Autores fuera de la jaula?, ¿autores unplugged? Sí, muchos, y siempre los habrá. Otra cosa es que puedan explotar sus creaciones con la facilidad con la que podrán hacerlo los que se avengan a cumplir las reglas del juego en cada momento.