Forges
"Si fuera por Montoro, Cervantes no habría completado El Quijote"
26 mayo, 2016 02:00Antonio Fraguas (Forges). Foto: Fede Serra
El humorista gráfico, que acaba de inaugurar en San Millán un seminario sobre humor, información y lenguaje organizado por la Fundéu BBVA y la Fundación San Millán de la Cogolla, recibe hoy el Premio Iberoamericano de Humor Gráfico 'Quevedos'.
Pregunta.- ¿Cómo fue la metamorfosis de Antonio Fraguas en Forges?
Respuesta.- Es una cosa que se llama vida, que afecta seriamente a los seres humanos a partir de ciertas edades. Antonio Fraguas era un técnico de Televisión Española que tenía cierta facilidad para hacer creer a la gente que sabía dibujar y en un momento determinado alguien que pudo ver en mis dibujos algo distinto me dijo que me debía dedicar a esto. Esa persona era Jesús Hermida que me llevó al diario Pueblo donde empecé a publicar.
P.- La de dibujante es la típica profesión que los padres suelen desaconsejar. La de periodismo también está en el ranking. ¿No cree que unir ambas, como es su caso, fue jugar con fuego?
R.- En realidad lo primero que te suele decir tu padre cuando te quieres dedicar a esto es "allá tú". Es una frase muy relevante porque efectivamente es un problema grave. Se da la casualidad de que los humoristas gráficos suelen ser periodistas vagos o dispersos, porque hacen lo mismo que los demás pero se quedan en los titulares.
P.- Desde que en 1964 publicara su primer dibujo han pasado 52 años. ¿Cómo después de tanto tiempo a viñeta diaria consigue uno seguir siendo original?
R.- La pregunta es "¿cómo os creéis que lo que hago es original?". Los humoristas gráficos estamos haciendo un mismo cómic toda la vida y cuando un día se abre el periódico y no está ese cómic puede ser solo por dos cosas y las dos muy malas.
P.- ¿Lleva la cuenta de las viñetas que ha dibujado?
R.- Todo lo que sea apariciones de la firma Forges, entre 80.000 y 100.000.
P.- Están todavía recientes en el imaginario colectivo los sucesos de Charlie Hebdo y las reflexiones de la profesión que quedaron tras ellos. ¿Tiene el humor límites para usted?
R.- Depende, como todo. No existen límites para la imaginación humana, lo que sí existen son los límites del cansancio mental de la población humana. Tú puedes decir lo que quieras si le dedicas el suficiente número de neuronas y el suficiente tiempo; pero no decirlo a la primera. Por ejemplo, el famoso "dibujante danés" que publicó un chiste de Mahoma en una publicación ultraderechista, no fue sido consciente de que convivía con una inquisición. Ten en cuenta que el Islam está en el año 1437 y todo el mundo un poco avezado sabe lo que pasaba en la Europa francesa de 1437, estaba la Inquisición y se dedicaba a matar a los herejes; pues curiosamente la historia se repite. Cuando se está conviviendo con "Torquemadas" hay que andarse con mucho cuidado, se puede decir de todo pero siempre empleando el mayor número de neuronas. Una patochada la puede hacer cualquiera, pero ese cualquiera nunca será un humorista gráfico.
P.- Sus dibujos y la prensa han tenido hasta el momento un matrimonio idílico, ¿le preocupan las previsiones fatalistas sobre la desaparición del papel?
R.- Imagínate que estamos en el Monasterio de Yuso, y estamos hablando del problema tremendo de eso que ha pasado en Maguncia, porque hay un tipo que ha inventado un sistema y ya no hacen falta los copistas, luego los libros van a desaparecer. Siempre ocurre esto, la televisión se iba a cargar el cine, el cine el teatro, la prensa ilustrada a la prensa escrita… el fenómeno de la información es imparable, cámbiale los soportes pero la carrera continua.
P.- ¿Aunque eso suponga que ya no existan filtros?
R.- El filtro debe ser el propio ser humano receptor de esa noticia. Lo que ocurre es que el mundo editorial ha desaparecido y lo ha sustituido las tecnológicas y los buscadores de internet que se están embolsando el dinero. Esos son los que tienen que estructurar la forma de compensación de contenidos a los creadores de la misma manera que antes las editoriales eran las que pagaban. En ese momento será el público quien diga quién lo está haciendo bien y quién mal. Pero si no somos los que nos dedicamos a la información los que nos ponemos de acuerdo en presionar "salvajemente" a estas tecnológicas y buscadores agazapados acabaremos muertos de hambre y los lectores carentes de cualquier clase de información.
P.- ¿Qué piensa del panorama del mundo de la cultura?
R.- La cultura en España está arrinconada por los poderes públicos. Mira el problema por ejemplo que tenemos los jubilados. Si se cumpliera lo que quieren el señor Montoro y la señora Báñez de los creadores jubilados, Cervantes no habría escrito la segunda parte de El Quijote, porque entre elegir la publicación de un libro y que te quiten la pensión... Lo que quieren hacer es que no se cobren los derechos de autor, que son los únicos derechos de los que se pierde la autoría a los 70 años. La Duquesa de Alba, por ejemplo, ha recibido durante los años una herencia ancestral y "don fulano de tal" que tenía una tierra, sus descendientes siguen cultivándola. Sin embargo nuestras creaciones a los 70 años pasan a dominio público. Y ni nosotros cuando nos jubilamos los podemos cobrar ya. Es una ofensiva porque saben que los que van a impedir que lleven a cabo sus "delitos" somos los creadores.
P.- ¿Después de tantos años retratando la realidad política y social de España cree que hay cosas que nunca cambian en ella?
R.- Sí, pero cada vez menos. Y hay una cosa que está muy bien que no cambie, que es la capacidad de innovación que tenemos los habitantes de la península ibérica desde siempre. Cuando hay que inventarse un nuevo mundo, se inventa, cuando hay que inventar la fregona, se inventa la fregona. Siempre tendremos esa capacidad de innovación. Lo importante sería moderar la siesta.
P.- La Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, la del Mérito en el Trabajo, Premio a la Convivencia, Paz y Libertad... ahora el Premio Iberoamericano de Humor Gráfico 'Quevedos'. Los colecciona. ¿Hay algún premio que no le hayan dado que quiera?
R.- Yo jamás me he presentado a un premio, a mí que me los den por otros, y algunos que me den no lo recogeré como ya he hecho. El premio que mejor me podrían dar es que la tasa de pobreza española desapareciera. Que es muy fácil de conseguir pero poco interesante para algunos. Jamás hemos tenido los medios que tenemos ahora para acabar con ello.