Harrison Ford como Rick Deckard en Blade Runner (Ridley Scott, 1982)
Son viajes ideales, viajes soñados, pero esta vez desde la ficción. Porque viajar es también un placer cuando se hace desde las páginas de un libro, la imagen sugerente de un cuadro, una fotografía, desde la butaca de un cine. Y así, nos vamos al Nueva York de Paul Auster, al Sáhara de El paciente inglés, al Cape Cod de Edward Hopper...
Con seis años vi
Superman (Richard Donner, 1978), con ocho o nueve
El Imperio Contraataca (Irvin Kershner, 1980), con diez
E.T. (Steven Spielberg, 1982), y el mismo año, creo
Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Durante muchísimas noches, y lo sigo haciendo, me he dormido pensando que viajo a otros planetas. Somos una generación secuestrada por horizontes con más de una luna. Yo necesito viajar ¡¡¡ya!!! a otro planeta habitado. Conocer culturas interestelares. La Unión Europea se me queda pequeña. Necesito un interrail intergaláctico, con lanzaderas y cruceros que salen de puertos en los que la moral, las creencias, las formas de los cuerpos, las lenguas y las voces no sean sólo humanas. Quiero envejecer en viajes a lugares que estén a años luz. Enamorarme de seres con procesos biológicos desconocidos. Reírme con bromas al filo de la descomposición molecular.
Es mentira que no haya oxígeno en otros planetas. Los trajes de astronauta no son necesarios. Son reliquias de gente aburrida. En la galaxia los humanos corren a pleno pulmón y la gravedad es la misma en todos los sitios. Todos lo sabemos. La idea de que más allá de este planeta sólo hay frío y oscuridad, sequedad y altas temperaturas, es una mentira diseñada para ahogarnos. Mi almohada y yo lo sabemos. Cuando cierro los ojos… yo piloto una nave y sonrío. Y si se rompe la nave, la abandono y vuelo. Con los brazos estirados. No necesito capa.
Con diez años escribió su primera obra teatral, constatando el gérmen de lo que sería su actual profesión. Aunque tuvo que dar un rodeo (estudió Derecho), a los veintitrés años decidió seguir con la profesión iniciada en su infancia y escribió Como los griegos (1999). Desde etonces Alfredo Sanzol (Pamplona, 1972) no ha parado. Afirma que "los proyectos se suceden unos a otros con muchos puntos en común", entre los más recientes se encuentran Aventura! (2014) y La calma mágica (2014), o Edipo rey (2015) obras a las que se une su último montaje, La respiración (2016).