David Beames en una escena de la película de 1979 Radio On
Son viajes ideales, viajes soñados, pero esta vez desde la ficción. Porque viajar es también un placer cuando se hace desde las páginas de un libro, la imagen sugerente de un cuadro, una fotografía, desde la butaca de un cine. Y así, nos vamos al Nueva York de Paul Auster, al Sáhara de El paciente inglés, al Cape Cod de Edward Hopper...
Mi fantasía de viaje cinematográfico consistiría en embarcarme en una de mis
road-movies favoritas:
Radio On, de Chris Petit. Iría de silencioso copiloto del protagonista atravesando Inglaterra, de Londres a Bristol, mientras escuchamos
cassettes de Kraftwerk, vemos películas de Nagisa Oshima, paramos en una gasolinera a que un Sting extrañamente soportable cante con nosotros versiones de Eddie Cochran o en unos billares a pinchar en el
jukebox algún tema de Wreckless Eric.
Seríamos los hijos bastardos de Fritz Lang y Werner von Braun, el cruce entre los años 20 y los 80. Estaríamos cortocircuitados, llenos de la electricidad de Bowie o de Devo, bañados todo el rato por neones que deslumbran en calles solitarias, paisajes industriales y carreteras brumosas que conducen hasta el mar.
Desde que comenzara su carrera de montador en 2001, Fernando Franco (Sevilla, 1976) ha trabajado en más de 20 películas con cineastas como Montxo Armendáriz, Ramón Salazar o Pablo Berger. El montaje de la Blancanieves de este último le brindó una nominación al Goya. Tras haber dirigido varios cortometrajes, Franco consolidó su actividad como director en 2013 con La herida. Una ópera prima que le supuso el Premio Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián y el Goya al mejor director novel. En la actualidad ejerce también la labor docente como jefe de especialidad de Montaje en la ECAM madrileña y colabora con la EICTV de Cuba.