José Ovejero
"Recelo de una política cultural que asfixia al cine español"
21 abril, 2017 00:00Ilustración: Ulises
Feliz tras el reciente lanzamiento de La seducción (Galaxia Gutenberg), ese incansable vagamundo que es José Ovejero (Madrid, 1958) acaba de confesar su más íntima adicción en Drogadictos (Demipage).
Estoy leyendo Los desposeídos, de Ursula Le Guin, De la seducción, de Baudrillard y La vuelta al día, de Hipólito Navarro.
¿Ha abandonado algún libro por imposible?
Más de uno. Hay quien se enorgullece de no acabar un libro, como si fuese culpa del autor, pero, al menos cuando se trata de un libro que ha tenido importancia en la historia cultural, a mí me queda la sensación de no haber descubierto el plano de entendimiento con ese autor.
¿Cuáles son sus hábitos lectores? ¿Es de ipad, de papel, lee por la mañana, por la noche, varios a la vez?
Leo en papel, salvo libros que me resultarían demasiado difíciles de conseguir. Y siempre leo varios libros a la vez, sin horarios.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Leer Historias de Cronopios y de Famas a los 18 años cambió mi manera de mirar el mundo y leer a John Berger a los veintitantos cambió mi manera de mirar el arte.
¿Qué hizo que se subiera a las tablas y se convirtiera en actor y personaje de sí mismo en Qué raros son los hombres?
Lo mismo que me lleva a escribir una novela, la convicción -fundamentada o no- de que puedo hacerlo bien. Pero por supuesto también están el placer del desafío y tensión que se crea entre público y actor (y la seducción).
Una obra de teatro que le haya dejado clavado en la butaca últimamente.
Hace demasiado tiempo que no me sucede. La última fue, hace ya años, Medida por medida, de Shakespeare.
¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
Hay artistas contemporáneos a los que no entiendo, y a otros sí. Y hay artistas a los que entiendo pero no me emocionan -muchos de ellos tampoco lo pretenden-. Pero sí, me he emocionado ante las obras de algunos artistas contemporáneos, por ejemplo de Richter.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De Gerhard Richter y de Barceló. Algo que, por supuesto, no sucederá nunca. Ejerza de crítico de la última exposición que ha visto.
En la librería Tipos Infames, Collages Mínimos, de Juan Ramón Sanz: Un trabajo irónico, a veces sarcástico, que, mediante la descontextualización de imágenes y textos de la cultura popular y los medios de comunicación, pone en tela de juicio nuestra percepción y nuestra apatía.
¿Alguna vez le han pedido que fuese cómplice de una venganza como ocurre en La seducción?
Me han pedido ser cómplice de alguna mezquindad, pero no de auténticas venganzas.
¿Y de qué tropelía literaria le gustaría vengarse?
No tiene sentido tomarse un mal libro como algo personal. Si un libro no te gusta o te parece idiota, incluso repugnante, lo cierras. Tengo muy poco de justiciero. ¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
La crítica sirve a los lectores, no a los escritores. De la crítica me importa cómo afecte a la recepción de mis libros.
¿Qué música escucha en casa? ¿Es de Ipod o de vinilo?
Más jazz que clásica; nada de pop; Eels, Tom Waits, Calexico, Nick Cave, P. J. Harvey...
¿Es usted de los que recelan del cine español?
De lo que recelo es de una política cultural que asfixia al cine español. ¿Qué libro debería leer el presidente del Gobierno?
Da igual que lea o no. No va a cambiar nada.
¿Le gusta España? Denos sus razones
Me gusta y me enfada, me entristece y me atrae. Pero supongo que eso podría decirlo de cualquier país con el que tenga relación.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Dejar de considerar la cultura como un producto que debe generar un rendimiento inmediato; la cultura es una inversión a fondo perdido en la que la sociedad siempre gana.