Arturo Pérez-Reverte: "El héroe del siglo XXI es mediático, falso y artificial"
El escritor publica 'El italiano', una historia de amor, mar y guerra que narra la proeza de un grupo de buzos de combate italianos que atacó 14 barcos aliados entre Gibraltar y Algeciras
22 septiembre, 2021 09:11“A cuatro millas en línea recta, se alza la masa rocosa de Gibraltar, azulada y gris en la distancia: el antiguo Jebel-Tareq de los árabes, la montaña de Tarik, la llave británica del Mediterráneo”, escribe Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) en su última novela. La misma roca, el peñón, que en una mañana de niebla se desvanece tras una densa capa. Hasta aquí nos ha traído el escritor para presentar El italiano (Alfaguara), una historia de amor, mar y guerra inspirada en hechos reales y ambientada en la II Guerra Mundial, que narra la gesta de un grupo de buzos de combate italianos que alcanzaron a catorce barcos aliados entre Gibraltar y Algeciras.
El italiano es, para empezar, “un recuerdo de infancia”. Tenía el escritor 11 años, cuando escuchó aquella proeza bélica por primera vez. Acababa de salir del cine, recuerda, cuando su padre le contó aquella historia, para mostrarle que los italianos no eran aquellos “soldados patéticos” que retrataban las películas anglosajonas. Desde entonces, comenta, había querido escribirla.
El mar en la literatura de Pérez-Reverte
Nombrado miembro de la Asociación de Escritores de Marina de Francia recientemente, Pérez-Reverte se ha convertido, de hecho, en el primer no francés que forma parte de este club selecto, lo que le convierte en capitán de fragata honorario. No en vano, son varios los títulos de su obra, entre los que se incluyen La carta esférica, Corsarios de Levante, La reina del Sur o El italiano, a cuya prosa salpica la espuma marina.
“Yo es que nací junto al mar —justifica el escritor hoy—. La gente tiende a ver el mar como una frontera, yo lo veo como un camino. Quizá esa es la gran diferencia. Para mí es un lugar que lleva a sitios. Ya desde pequeño jugaba junto a él y fantaseaba con ir en barco. De hecho, soy marino, navego, tengo un velero y paso mucho tiempo en él. Así que no sabría decirte lo que ve otra gente, digo lo que veo yo. El mar es memoria y es cultura, sobre todo el Mediterráneo. Todo viene por ahí. Los dioses, el barco, el aceite, el vino tinto, la filosofía, la ciencia, todo. Es una frontera fascinante. Es la frontera ideal”.
Pregunta. ¿Y Gibraltar? ¿Qué significaba para usted?
Respuesta. Es una ciudad que conozco desde hace mucho y que me gusta. El mestizaje fronterizo es lo que más me llama la atención de este lugar. Aquí eres a un tiempo maltés, italiano, judío, moro y español. Las razas puras son aburridas, mientras que los pueblos mestizos son imaginativos y creativos, y Gibraltar es un lugar creativo, que invita a la creación.
La proeza de los italianos
Con el mar de fondo, hasta sus costas llegan también los protagonistas de esta historia a pesar de que Gibraltar es “una base inexpugnable”, imposible de acceder por tierra y por aire. “Solamente los caballos de Troya, las incursiones nocturnas por el mar, podrían doblegar estas fortalezas —señala Pérez-Reverte desde lo alto del peñón—, de ahí que fueran tan importantes las gestas de estos italianos que conseguían infiltrarse con la audacia de pocos hombres”.
"Las razas puras son aburridas, mientras que los pueblos mestizos son imaginativos y creativos, y Gibraltar es un lugar que invita a la creación"
Una audacia que el escritor reconstruye a partir de las actas escritas por los propios italianos —a las que tuvo acceso—, además de una treintena de documentos y libros, sobre los que destaca a Luis de la Sierra y sus Buques suicidas pero especialmente a Esteban Pérez Bolívar y El Mediterráneo en la II Guerra Mundial. Los raids de la décima flotilla.
La gran virtud de los italianos, analiza ahora, es que “ellos podían hacer cosas que otros no eran capaces de imaginar”. De hecho, remarca que no fue hasta finales de la guerra cuando “los ingleses supieron que eran buzos los que lo estaban haciendo. Esa audacia, ese triunfo del individuo frente al aparato militar, esa hazaña de humildes buceadores, es una hazaña tan espectacular que de ahí surgió mi novela. Para nosotros, que estamos hartos de ver hazañas anglosajonas, era también un modo de hacer justicia a una hazaña italiana, es decir, una hazaña nuestra. Italia es la espina dorsal de nuestra cultura y nuestra memoria. Hablar de Italia es hablar de España también, del Mediterráneo como patria”.
El héroe desaparecido
P. Una de las cuestiones sobre las que reflexiona en su novela es precisamente sobre la noción del héroe, ¿cómo ha evolucionado ese concepto desde los años 40 hasta ahora?
R. El héroe de hoy es un héroe más bien postizo. No me gusta demasiado. Es mediático, falso y artificial, no me lo creo. Responde a unos protocolos y a unos problemas que se ajustan poco al héroe de verdad que yo he conocido. Mis personajes nada tienen que ver con los que el siglo XXI nos está vendiendo o intentando vender. Por eso desconfío de los héroes del siglo XXI y por eso mis novelas se ambientan en el pasado.
P. Pero, ¿entonces no reconocería a ningún héroe actual?
R. Es un error atribuir al héroe a un momento determinado. El héroe que va de acuerdo con la sociedad en la que se maneja es falso porque el auténtico es inmutable, es bronce, mármol, de siglos. Su valor, desde Ulises, Aquiles o Héctor hasta hoy, no ha cambiado. Esta historia justamente es un intento de demostrar que el héroe sigue siendo el mismo que hace tres mil años. Mientras que el de la modernidad es un personaje que caduca con su época. El héroe de hoy, hombre o mujer, el que nos vende la televisión o los medios sociales, no valdrá dentro de 20 o 30 años, mientras que el héroe clásico valdrá siempre. Por eso prefiero enfrentarme al clásico y no perder el tiempo con los circunstanciales de cada momento.
"Me hace gracia cuando quienes no me han leído me llaman machista. Mis personajes femeninos son todos de una libertad y una fuerza extraordinarias"
Mitad historia de guerra, mitad historia de amor, El italiano narra además, el encuentro fortuito de uno de estos buzos, Teseo Lombardo, con una joven librera, Elena Arbués. "Trata sobre una mujer que al mirar un hombre vestido de caucho en la playa proyecta sobre él tres mil años de memoria cultural europea. Ella es la que lo hace héroe. Con ella Ulises aparece en escena. No suelo escribir historias de amor. Y cuando las hay son amargos. Pero en esta novela el amor es fundamental", explica.
P. Sin embargo, como ha comentado, la mirada de Elena es la que convierte a Teseo en héroe, ¿es ella la gran heroína de esta historia?
R. Me hace gracia cuando algunos que no me han leído me llaman machista. Es que no me han leído. No han leído mis personajes femeninos que son todos de una libertad y una fuerza extraordinarias. Y Elena es una de ellas. Es un personaje muy revertiano. La mujer es mucho más interesante porque como he dicho alguna vez, y no me importa repetirme porque es verdad, el héroe masculino ya no da ninguna sorpresa, lo hemos abordado desde todos los ángulos posibles o casi todos. Pero ahora hay una heroína que ha surgido con los nuevos tiempos, ya desde el siglo pasado, que es aquella mujer que es dueña de su destino, que es capaz de no vivir agarrada del brazo del hombre sino que es ella quien pelea por su propia supervivencia incluso cuando esta sola. Ella sabe que no tiene retaguardia, que lucha sola, es un soldado entre todos, por eso es tan terrible, tan dura, tan cruel, tiene que serlo.
La admiración por el enemigo
A lo largo de unas 400 páginas, Pérez-Reverte recrea esta especie de juego de Risk en que se convirtió el Mediterráneo entre Gibraltar, La Línea y Algeciras, un mundo de estrategias y espías que situaron a la Península Ibérica como tablero de fondo. Sin embargo, España nunca tomó parte activa en estos acontecimientos en concreto. "Los españoles guardaban muy bien las formas —explica el creador del capitán Alatriste—. Había un montón de favoritismos pero oficialmente no hicieron nada. De hecho, España nunca estuvo al corriente de esta operación. No fue neutralidad absoluta, pero sí por momentos".
"Es terrible esa tendencia muy española de decir que como es enemigo, adversario político, no se le reconoce ninguna virtud"
Dotados de sofisticados equipos submarinos, a pesar de las terribles circunstancias a las que se enfrentaron, lo cierto es que lograron cruzar a bordo de sus torpedos, los conocidos como mailaes, de Algeciras a Gibraltar sin ser detectados y consiguieron hundir o dejar tocados 14 barcos de la marina inglesa. Retratados en la novela, los héroes de El italiano son personajes muy revertianos, que se pierden entre blancos y negros. Algunos de ellos eran fascistas, "pero todos eran admirables”, recalca el escritor antes de plantearse hasta qué punto el héroe deja de ser héroe. “Lo que es terrible —reflexiona— es esa tendencia muy española de decir que como es enemigo, adversario político, no se le reconoce ninguna virtud. Esa es la pesadilla histórica española ahora”
“Hasta el malvado o canalla, como pasa en todas mis novelas, tiene aspectos que pueden ser muy interesantes. De hecho, a menudo son más interesantes los personajes ambiguos entre dos morales que los héroes rectos. El héroe perfecto es insoportablemente aburrido. Jamás haría una novela sobre ello. Me interesan más los personajes oscuros, gente con un corazón turbio, gente humana. Y esta gente lo era”, se sincera.
P. Llama la atención cómo en el peor de los escenarios, sus personajes son capaces de sentir respeto, e incluso admiración, por el enemigo.
R. Eso es casi una provocación. En un momento como este, en un momento en que Twitter, las redes sociales, la España estúpida en la que estamos viviendo, tiende a dividir el mundo en blanco y negro, donde del enemigo todo es malo y del amigo todo es bueno, ese estúpido maniqueísmo del bien y el mal con líneas claras, me parece hasta higiénico demostrar que no es así. Quería demostrar con hechos en un relato que no es verdad, que el héroe es ambiguo, que el bien y el mal están mezclados, que uno puede ser héroe por la mañana y villano por la tarde, que el ser humano es capaz de cualquier cosa, buena o mala, la misma persona y la grandeza está en reconocer el defecto del amigo y la grandeza del enemigo. Mis personajes son así. Quizás porque yo soy así.
"El mundo que viene va a ser muy duro, un horror, especialmente para los que no leen. ¿Cómo van a soportar el siglo XXI?"
P. Usted mismo es alguien activo en redes sociales, ¿cuál es su relación con ellas?
R. No soy muy activo, antes era más. Lo que pasa es que estoy en las redes sociales. Ahora tuiteo, opino y me retiro. No me pongo a debatir nada con alguien que no conozco. Otro tema es que me interesen, porque las redes sociales son muy potentes, me interesan como herramientas de difusión y la gente ya que se mate o discuta. Yo no entro en eso.
P. Pero, ¿cree que vivimos con más crispación que nunca?
R. La hay. Pero no todo en la vida tiene solución. Y eso no lo tiene. El mundo hacia el que vamos en el siglo XXI va a ser así. No nos gusta. Claro que no. Y menos nos va a gustar dentro de un tiempo. También es lo que hemos construido entre todos. Todos somos responsables.
P. ¿Se siente pesimista?
R. Sí, sí, porque nadie que haya leído algo de Historia puede no ser pesimista. Y yo soy un lector habitual de Historia. Pero no soy un pesimista amargo. Es lo que hay, ¿no? Para eso están los libros, justamente para soportarlo. Son como un analgésico, como una aspirina, no te quita la causa del dolor pero ayuda a soportarlo. Entonces me dan pena aquellos que no leen porque, ¿cómo van a soportar el horror cuando el horror llegue? ¿Cómo van a soportar el siglo XXI? El mundo que viene va a ser muy duro para los que no leen.