El arte imposible
Mabi Revuelta: Rizos de Medusa, 1999
La exposición La torre herida por el rayo: lo imposible como meta plantea por primera vez en el Museo Guggenheim de Bilbao la posibilidad de mostrar en torno a una idea la obra de artistas jóvenes vinculados de alguna manera con el País Vasco. Cuando se plantean este tipo de exposiciones se suelen producir a priori filias y fobias. En ocasiones se juzga la conveniencia de las mismas, en otros casos se cuestiona si las obras se adecúan verdaderamente a la propuesta del comisario o si más bien son una excusa para mostrar obra reciente.Esta exposición presenta piezas que han sido pensadas para los distintos espacios de la planta tercera del museo. A mi juicio, todo el conjunto presenta un altísimo nivel. Exceptuando las salas clásicas, donde se pueden ver obras de las vanguardias históricas, los artistas han dispuesto de un espacio donde han podido realizar sus obras, tres por artista a excepción del tándem de Leopoldo Ferrán y Agustina Otero que tienen cuatro.
Estos espacios del Guggenheim son los más sugerentes, y lo son aún más cuando los artistas pueden utilizarlos, puesto que tienen que superar la dificultad que plantean y competir en ocasiones con la arquitectura, algo muy difícil. Creo que las obras aquí dispuestas se adecúan al espacio como no se había visto hasta ahora, quizá con la excepción de una pieza de la colección de Juan Muñoz.
La torre herida por el rayo trata sobre un tema que no es nuevo: las alusiones en el mundo del arte son numerosas, desde la Torre de Babel de Brueghel a los interiores carcelarios de Piranesi, desde el monumento a la Tercera Internacional de Tatlin a la arquitectura helicoidal de Wright. La literatura presenta ejemplos muy recurrentes, como los mencionados por el comisario, Javier González de Durana, que ha conseguido refrescar y hacernos sugerente un tema ya tocado en el arte, especialmente en la época de las vanguardias, y que, visto desde la perspectiva actual, nos permite reflexionar sobre esa idea de lo imposible con ojos nuevos. Esta es, precisamente, una exposición cuyo interés principal radica en hacernos pensar sobre lo imposible en el arte. Mabi Revuelta presenta una pieza muy bella en la que lanas de mohair y plumas negras de avestruz se funden en el espacio que surge en torno a una bañera dando una sensación de desbordamiento. Javier Pérez presenta una serie de escaleras llenas de recipientes de vidrio que retumban al paso de las pisadas transmitiendo una sensación de enorme fragilidad. Gabriel Díaz presenta mediante una enorme piedra únicamente sostenida por unas patas de metacrilato, produciendo un enorme desasosiego. Leopoldo Ferrán y Agustina Otero presentan piezas como una serpiente de bronce que intenta atrapar un huevo de avestruz, libros-pájaros de gran belleza plástica o una obra en la que platos de tiro de pichón son lanzados contra una pared donde aparece proyectado un paisaje. La exposición se cierra con Francisco Ruiz Infante quien plantea el tema de una manera más tangencial con tres agobiantes vídeo-instalaciones que tratan el tema de la construcción del puzzle.