Sònia Fort: Sin título, 2001.

Comisariada por Elena Vallet, Ex-Parque de Atracciones, aglutina una serie de intervenciones artísticas en un parque abandonado. El parque de atracciones de Montjuïc se cerró definitivamente en 1998 y ahora es un espacio desvalijado con la inmensidad del mar-de-cemento-de-Barcelona como fondo. No posee el atractivo de las ruinas, demasiado próximo en el tiempo, es sólo un espacio residual. Al entrar, lo primero que uno observa es un espacio deshabitado. Sin embargo, el vacío del espacio es contrapuesto a un sonido festivo de un parque en pleno funcionamiento. Un ambiente sonoro que envuelve y unifica a través de un sistema de megafonía. La artista Begoña Montalbán ha registrado sonidos de diversiones que hacen más evidente la soledad.

Fricción entre la presencia y la ausencia que para mí expresa el espíritu de Ex-Parque de Atracciones: fascinación por el efecto disolvente y destructor del paso del tiempo en una mezcla de gozo y melancolía. Pero más, una suerte de traumatismo entre lo que fue y lo que es. Y este es el punto que se complacen en explorar los artistas. Lo que ayer fueron atracciones hoy es transformado en melancolía y destrucción. Cierto que entre los creadores existen sensibilidades muy diferentes. Gino Rubert-Sergi Olivares, Mireia Sellarés, Sebastián Rosselló, Luis Bisbe, Dionís Escorsa, Erich Weiss, Alejandro Vidal, Terry Smith, Connie Mendoza, Mabel Palacín, Alberto Peral, Mònica Fuster, Eduard Arbós, Lluís Bisbe, Sònia Fort evocan el paso del tiempo, la fiesta, la memoria, la infancia, la ausencia desde diferentes puntos de vista, incluso con registros lúdicos. Sin embargo, en sus trabajos hay algo terrorífico, como si la muerte asomara. ¿Acaso un parque abandonado con todas sus connotaciones no es por sí mismo una expresión de lo sublime?