Image: El tumulto de las imágenes

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Arte

El tumulto de las imágenes

La gran pantalla protagoniza una Documenta con trasfondo moralista

19 junio, 2002 02:00

James Coleman: Initials, 1994

El tono estético de esta Documenta está marcado por el carácter envolvente de las imágenes. Esto hace que el público se sienta, a la vez, como en su casa o como en la calle: asediado por las imágenes repetitivas y efímeras de los medios, la publicidad y el diseño. La gran pantalla lo ocupa todo. Si los espacios artísticos de exhibición introducen un corte, una cesura, una descontextualización, que refuerza la intención estética de las propuestas artísticas, en la Documenta 11 se ha optado por lo contrario. El resultado es una intensa sensación de familiaridad, de cosas ya vistas. Nada llama demasiado la atención. El arte se repliega a una función de crónica social, con un trasfondo pretendidamente crítico, que en realidad tiene más que ver con un cierto moralismo bien pensante, construido sobre la base de cuotas de representación: lo políticamente correcto se apropia del espacio rebelde e intempestivo del arte.

El pretendido carácter "transnacional" de la muestra debe matizarse a la luz de un dato significativo: independientemente de su origen, tanto el director artístico Okwui Enwezor como todos los miembros de su equipo viven y desarrollan sus actividades profesionales en Estados Unidos o en ciudades europeas. Con la mayor parte de los artistas seleccionados viene a suceder algo parecido. Así que no nos engañemos, "el tono" internacional del arte se sigue marcando desde los mismos centros de poder. En ese sentido, es inevitable referirse a la presencia testimonial de artistas españoles, por mucho que se pretenda justificar señalando que su carácter "transnacional" implica que la selección no se establece por cuotas nacionales. Eso ha sido siempre así en todas las Documentas. El problema no se sitúa en ese punto. La explicación de uno de los miembros del equipo de dirección artística, afirmando que en el arte que se hace en España "no se tratan los contenidos políticos o sociales que aquí nos interesaban", me parece un espectacular ejercicio de cinismo. Creo, por el contrario, que la práctica ausencia de artistas españoles tiene sobre todo que ver con el escasísimo peso de las instituciones artísticas españolas en la escena internacional, que hace de nuestros artistas creadores invisibles.

Dicho esto, resulta significativo que Juan Muñoz esté presente en Kassel, con todo lo que su obra implica de interpelación estética y moral a la peculiar "situación" artística española. Eso sí, se trata de una obra un tanto atípica: un guión para la radio, que leído por John Malkovich y con música de Alberto Iglesias, puede de momento sólo "escucharse" en las emisoras de la ciudad alemana. Como también es importante y positiva la presencia de Pere Portabella, ese cineasta atípico y comprometido, cuya obra presentó Marcelo Expósito en una excelente exposición celebrada en 2001 en el MACBA. Su película sobre la transición española, Informe general (1975), que en España tuvo un solo pase en televisión, puede verse, no muy cómodamente, en un pequeño monitor. Además, en dos salas de cine de Kassel se proyectan otras dos películas suyas: Umbracle (1971-72) y Puente de Varsovia (1989).

En mi opinión, y a pesar de que el nivel general de las obras es alto, entre las seleccionadas hay bastantes que no resultan plenamente satisfactorias. No es una objeción "formalista", aludo a construcciones o estructuras no plenamente consistentes. Pero, en todo caso, y como síntesis final de mi aproximación crítica, les aconsejo especialmente que vean las piezas de los siguientes artistas: Chantal Akerman, Fareed Armaly, Michael Ashkin, Zarina Bhimji, Constant, Touhami Ennadre, Yona Friedman, Carlos Garaicoa, Víctor Grippo, Mona Hatoum, Thomas Hirschhorn, Alfredo Jaar, Isaac Julien, William Kentridge, Doris Salcedo, Andreas Siekmann y Jeff Wall. Son lo mejor de esta Documenta.