Image: Valcárcel Medina

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Arte

Valcárcel Medina

10 octubre, 2002 02:00

La ruta del lejano amor, 1995

Ir y venir. Fundación Tàpies. Aragón, 255. Barcelona. Hasta el 8 de diciembre

Isidoro Valcárcel Medina es un artista mal conocido y sin embargo posee una larga trayectoria que gira, en su mayor parte, en lo que vagamente denominamos conceptualismo. Ahora se le rinde homenaje con una exposición -que consiste en una sola obra-, un catálogo -visión de conjunto de su itinerario- y un libro de artista, Rendición de la hora, que ofrecen una perspectiva muy completa de su creación. La exposición, titulada Ir y venir de Valcárcel Medina, se presentará con variantes específicas, además de en la Fundación Tàpies, en Murcia y en Granada. La exposición la componen tres largos archivadores suspendidos en el techo. Nada más. Cada archivador contiene tres tipos de fichas: uno de ellos contiene unas fichas mecanografiadas por el artista con frases que envían y remiten a otras fichas contenidas en el mismo archivador; los otros dos contienen fichas negras y blancas plastificadas y sin escribir.

El título, Ir y venir, apunta a la idea de un proyecto que se realiza en tres ciudades; igualmente puede aludir a una reflexión sobre la propia historia del artista. También hace referencia al desplazamiento o juego que se debe realizar para seguir las llamadas de las fichas a lo largo del archivador y de esta manera encadenar palabras o frases. Para mí estos ficheros son la expresión de una idea de vacío. Las frases que uno compone yendo y viniendo con las fichas son algo absurdo. No es que no sean racionales; más bien diría que son de una lógica disparatada. Aunque puntualmente puedan tener una dimensión poética o una fina ironía, la acumulación de fichas y la poca lógica del mensaje sobrepasan al usuario. Son como un laberintos sin fin, no llevan a ninguna parte. Más aún: entre el fichero escrito y los otros dos que no lo están, no hay diferencia: es el mismo archivo mudo. Por asociación, los tres archivos se equiparan, la escritura se asocia a la ausencia de escritura.

Pero los ficheros si hablan, nos hablan del sin sentido de las cosas: del sin sentido de los discursos, de las palabras, de la vida, de la memoria... Y por extensión, del absurdo de las exposiciones, del arte, del arte conceptual... Tan sólo queda eso, una sensación de absurdo infinito. éste es el mensaje trágico de Valcárcel Medina.