Image: Enrique Marty

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Arte

Enrique Marty

“Quiero darle una bofetada al espectador”

23 enero, 2003 01:00

Enrique Marty. Foto: Mercedes Rodríguez

El 23 de enero inaugura Enrique Marty su cuarta exposición en Espacio Mínimo (la segunda en la galería de Madrid). Una exposición que resume y aglutina, como esta entrevista, la vida y la obra de este joven que se ha ganado a pulso el título de enfant terrible del arte español contemporáneo. Son óleos, vídeos y esculturas con un protagonista único y recurrente: su familia. Marty pinta y esculpe igual que habla, rápido y rotundo.

Enrique Marty (Salamanca, 1969) se ha convertido en uno de los jóvenes con más proyección en el panorama artístico peninsular. Arropado por la crítica más autorizada, con galería en Madrid y en Barcelona, en Italia y en Australia, su nombre suena ya con fuerza en los portales internacionales. Aunque es pintor desde niño y estudió Bellas Artes en su ciudad natal, su obra camina por derroteros complejos y en ella mezcla la escultura y el vídeo con los óleos,a modo de retablo barroco. En el teatro, firma las escenografías de las obras dirigidas por José Carlos Plaza.
-Una escenografía es muy distinta a una exposición. Cuando expongo soy el jefe; la escenografía es un trabajo de equipo, una colaboración continua. Además, como en mi obra plástica estoy muy centrado en mi entorno, me gusta ponerme al servicio de otra historia.

-¿En qué consiste esta nueva exposición en Espacio Mínimo?
-Es una de las piezas de un todo más complejo: una parte es esta muestra, otra es el stand de Espacio Mínimo en ARCO, donde, durante unos días va a haber una prolongación de la exposición, y la tercera es una intervención en la Casa de América, en las paredes, en las esquinas, en los recovecos. Se trata de llevar a esos muros los dibujos de un libro, Fantasmas, perteneciente a la colección de Arte sobre Papel que dirige Rafael Doctor. Nos pareció que no había un lugar mejor que el Palacio de Linares para dibujar estas figuras. Aquí, en la galería hemos montado todo un decorado. Para mí, el montaje es tan importante como la concepción y la realización. Una pintura no termina cuando el óleo está seco, sino cuando la coloco en su lugar.

La escultura que da miedo
-Cada vez hay menos pintura y más escultura en sus montajes, ¿pasa lo mismo en el arte en general?
-Es verdad que en esta exposición no hay tanta pintura. Pero yo siempre he trabajado en todos los medios. Me siento, cuando trabajo, como un científico en su laboratorio. El soporte es un elemento más del que uno se sirve para hacer arte, para crear, pero no es el arte en sí mismo. No creo que la pintura no esté de moda, además, hoy las tendencias duran diez minutos. En mi caso, la escultura trae a la dimensión del espectador los personajes terroríficos de las pinturas, los acerca. Compartir cuerpo y mente con uno de mis muñecos es lo que crea inquietud.

-Es cierto que dan miedo, sus personajes son grotescos, siniestros... ¿cuál es su intención?
-Mi intención es darle una bofetada al espectador, llamarle la atención sobre sí mismo. Los artistas tenemos la necesidad de comunicar pero el qué no suele estar claro ni para el propio artista. Todo está sujeto a la visión subjetiva del espectador. Me gusta camuflarme entre el público y estudiar sus reacciones, he visto actitudes tan distintas... Hay quien se asusta mucho o quien se echa a reir. Quiero introducir al espectador en el misterio, crearle cierta incomodidad pero sin que sepa muy bien por qué. El arte que juega con la belleza no me interesa demasiado porque acomoda.

-¿Desde cuánto su familia, su entorno, protagoniza sus obras?
-Surgió de un modo espontáneo. Empecé a pintar desde niño. Primero pintaba de una manera inconsciente, en la facultad uno está desorientado y cuando terminé me puse a trabajar sin descanso: cogí una polaroid y me puse a hacer fotos de lo que me rodeaba, luego copiaba esas imágenes. Mi pintura es muy tradicional, óleo sobre tabla, lo que pasa es que la supedito a una imagen que viene de un formato doméstico, la cámara polaroid. La Historia del Arte siempre ha mostrado su entorno inmediato; lo hacía Caravaggio camuflando de historias bíblicas a las gentes de su tiempo. No hace falta fijarse en esos supuestos "grandes temas", la pobreza, las desigualdades sociales. Fijándome en lo que está más cerca de mí estoy mirando al mundo. Lo más siniestro puede estar en tu propia casa.

-¿Cómo se tomaron sus padres su primer retrato?
-Mi madre bien, pero mi padre me dejó de hablar durante años y me prohibió que volviera a representarle.

-Pero ahora colaboran con usted, protagonizan sus vídeos...
-Sí, mi padre cambió de actitud a raíz de una enfermedad. Cuando se recuperaba en el hospital me sorprendió pidiéndome que le hiciera fotos. Pinté una con mi padre haciendo el tonto en pijama, jugando con el gotero. Y ahora ruedo vídeos con él, se presta a todos mis juegos. Cuando ven que tu obra está legitimizada es más fácil. Yo no intento reirme de nadie, todo lo contrario, es una llamada de atención.

Fascinación barroca
-Es decir que sus pinturas son fotografías que luego copia.
-Siempre trabajo así: hago fotos o vídeos de los que luego saco fotos, o fotos que saco de mis tres películas de referencia: Don’t look now, de Nicolas Roeg, La llave secreta, de Tinto Brass, y Twin Peaks: fuego camina conmigo, de Lynch. Si realizo una instalación en la que hay cien cuadros, 50 pueden ser de películas y 50 de gente de mi entorno, pero el espectador no lo distingue. Es decir, que no hay diferencia entre película y vida real...

-¿Qué es lo que más le interesa de la Historia del Arte?
-Me fascina el mundo del barroco, ese sentido trágico de la vida... Me encanta la imaginería, las imágenes policromadas de madera con los ojos de cristal, son casi satánicas... Es unos de mis focos de inspiración en cuanto a la escultura. El Museo del Prado está lleno de horrores, de torturas... Ribera, por ejemplo, ha pintado tanta sangre... Pero como es antiguo y está en un museo la gente no se escandaliza. En mi obra hay muchos guiños a la Historia del Arte.

-En ARCO asistiremos al debate sobre la comprensión o no del arte contemporáneo, ¿cuál es su opinión?
-El arte contemporáneo requiere un esfuerzo. No es lo mismo leer una novela de vaqueros que un ensayo. No es lo mismo ver en el cine Una mente maravillosa, de Ron Howard, que Spider, de Cronenberg; siendo dos películas que analizan la mente de un esquizofrénico, la primer está masticada y digerida y en la segunda lo tienes que hacer tú. Muchos prefieren la papilla.