Image: Tres mujeres en el arte de lo cotidiano

Image: Tres mujeres en el arte de lo cotidiano

Arte

Tres mujeres en el arte de lo cotidiano

15 enero, 2004 01:00

Susy Gómez, Elena del Rivero, Naia del Castillo

Para hablar de lo femenino en el arte, de la cotidianidad, de los sentimientos y, en definitiva, del arte mismo, El Cultural ha reunido a tres mujeres en cuyas obras se recrean estos lugares comunes. Son Elena del Rivero, Susy Gómez y Naia del Castillo, tres generaciones y tres formas de ver el arte que las acercan pero, que, a la vez, las hacen únicas. Las tres van a coincidir, además, con exposiciones individuales en las galerías Elvira González de Madrid, Toni Tàpies de Barcelona (ya inaugurada) y en el Museo Artium de Vitoria, respectivamente. Éstas son sus reacciones.

Elena del Rivero (1952) reside en Nueva York, allí tiene su estudio y su vida desde hace algunos años. Susy Gómez (1964) prepara su nuevo espacio de trabajo en Palma de Mallorca y Naia del Castillo (1975), la benjamina de esta conversación a tres bandas, vive temporalmente en París gracias a una beca del Injuve. A pesar de la distancia que las separa y de las diferencias básicas que existen en sus obras, las tres pertenecen a un tipo de artista pasional, que vive el arte desde la perspectiva que le otorga su propio sexo y que escenifican sentimientos encontrados a través de sus fotografías, pinturas o instalaciones. Por eso están las tres aquí, reunidas en torno a la misma mesa y dispuestas a conversar sobre lo que más les une: el arte.

-Siguiendo la trayectoria de las tres surge una pregunta: ¿el arte tiene sexo?
-Elena del Rivero: Podríamos discutir sobre este tema ad infinitum. Quizá se pueda arguir que el arte no tenga sexo. Pero si admitimos como primera premisa que la hacedora es mujer, podemos deducir que la forma de ver el mundo de esa hacedora, es la de una mujer y su sentir, el de tal mujer.
-Susy Gómez: Para mí el arte tiene sexo pero no género, es una cuestión mental.
-Naia del Castillo: Yo no lo creo así. No, no, cada obra es una subjetividad personal independiente de su género.
-E.R: Claro, pero se nace mujer y se muere mujer, es una encarnación. Aunque no hay que confundir esta esencia con el ser más o menos sensible. De sentires de hombre, no entiendo, por eso me atraen.

La mirada en los objetos
-Pero de un modo u otro, el mundo femenino está presente en su trabajo; los objetos cotidianos relacionados socialmente con la mujer (cortinas, telas, vestidos) forman parte de sus obras...
-E.R: A mí no sólo me preocupan los aspectos femeninos, más bien lo que me interesa es el conocimiento y, lógicamente, es el conocer de una mujer. Se acepta mejor al artista varón porque se tiene un referente histórico. El papel de la mujer ha sido otro históricamente. La mujer se adentra sin reparos, revuelve las tripas y vomita. Al no haber sido su opción figurar en el panteón de hombres ilustres, le queda la ventaja de actuar en libertad como portadora de nuevos lenguajes, lease el body language, la performance, el arte abjecto, lo confesional. Todos ellos temas con los que el hombre se siente inseguro.
-N.C: Sí que son muy importantes en mi trabajo, pero lo cotidiano no es solamente una cama o una silla, sino que también está presente en otros aspectos de la vida como es la seducción, sobre la que hablo en la serie Sobre la seducción. ¿No nos encontramos en una sociedad donde todo nos seduce y donde seducimos diariamente? Yo uso arquetipos y estereotipos que están presentes en todos nosotros, que se utilizan y reutilizan como una parte de nosotros mismos, como algo cotidiano.
-S.G: Para mí lo importante no son los objetos cotidianos si no la mirada que deposito en ellos. Hablo de mí, de un yo que se resiste a mostrarse si no es a través de la mirada del espectador, es una afirmación de posturas vitales que acaban incardinándose en la estructura artística.

La emoción del tejido
-El tejido es un lugar común en las tres obras, ¿de qué forma se vincula el tejido al mundo femenino y de qué manera ha ido cobrando importancia en su trabajo?
-S.G: El vestir es una extensión del cuerpo que inicialmente fue de protección y en la indumentaria vemos las distintas maneras en que el hombre se ha relacionado con su entorno físico e intelectual.
-E.R: Yo creo que el tejido es el texto. El mundo femenino no es lineal, es más bien un espacio donde se tejen historias.
-N.C: Para mí los tejidos son pura emoción. Yo recorro tiendas, almacenes, anticuarios... hasta encontrar el tejido que emocionalmente me satisfaga. Es lo más cercano a la piel, porque tiene memoria, porque sirve como elemento de transformación.
-S.G: A mí en cambio me interesa el vestido desde el momento en que deja de estar hecho de tela y no para hablar de sentimientos precisamente, si no de aliento vital. Los sentimientos me parecen golosinas.
-Sus obras respiran sentimientos relacionados con lo cotidiano ¿es un efecto intencionado?
-E.R: Sí y no. Me interesa siempre lo cotidiano. No hago grandes diferencias entre trabajo y vida con lo que está todo contaminado. Ahora, también es cierto que lo cotidiano me aproxima a lo particular y el reto está en llevar esa mirada a lo general para que obtenga una dimensión universal. Quizás esto sea femenino, habrá que preguntarle a un hombre. A mí, a veces, como a Karoline von Gunderrode, me hubiera gustado ser hombre. Pero soy mujer y como ella, a veces, siento debilidad por dentro y me refugio en lo conocido.
-S.G: Yo creo que no respiran, son naturalezas muertas y el aliento es más bien de quien las mira.
-N.C: No creo que sea ningún efecto. Como hemos hablado antes, lo cotidiano me interesa porque trata sobre lo cercano, lo que día a día da forma a nuestras vidas.

-La escenificación también es importante, ¿se trata de convertir la realidad en teatro o más bien de "engañar" al espectador?
-E.R: Engañar es un acto creativo y el teatro es imprescindible. Júntalos y tendrás una gran obra de arte.
-S.G: No estoy de acuerdo, en teatro no se engaña, se representa y el arte no es representación.
-N.C: Pero la presentación final tiene algo de puesta en escena, aunque no creo que se trate de "engañar" al espectador. Yo presento situaciones congeladas, captadas en el instante, absortas, algunas, en sí mismas. Quiero mantener una postura distante frente al espectador.

-¿De que modo les han influido las investigaciones en torno a lo femenino de artistas americanas de los años 80 como Sherman o Levine?
-N.C: La verdad es que ha sido muy importante la puerta que estas mujeres han abierto al resto de las artistas que hemos venido después.
-E.R: A mí me ha influido más la literatura, sobre todo Jean Rhys, Marina Tsvetaeva, María Zambrano, Teresa de Jesús, Heloise, el teatro griego, Luce Irigaray y Christ Wolf. Le debo mucho a mis amigas catalanas, Pepa Balsach, Assumpta Bassas y María Milagros Rivera. Admito la influencia de mi amigo, ya desaparecido, John Coplans. Aprendí tanto de él durante nuestras cenas que se prolongaban hasta altas horas de la madrugada y lo echo de menos. Indudablemente, estudiar a Eva Hess me impactó, pero también la codificación de mensajes de las mujeres latinas en sus textiles y el mundo callado de Anni Albers. Lo que me influye es, sobre todo, la vida.
-S.G: Además, la reflexión entorno a lo femenino no comienza con la aportación de la mirada de las mujeres, lo femenino es un concepto no exclusivo a un género. La mirada de la mujer ha ido ampliándolo.

Lo femenino no es exclusivo
-¿Cuáles son sus perspectivas profesionales en este momento?
-E.R: Desde luego, mejores que hace diez años, pero siempre con mucho esfuerzo. Nada se me ha regalado y desde luego, menos en mi tierra.
-S.G: Seguir hablando de mí. Ahora en la Galería Toni Tàpies y muy pronto en Soledad Lorenzo.
-N.C: Yo inauguro el 28 de enero en el Artium de Vitoria. Ahora mismo estoy viviendo en París en la Cité Internationale des Arts, becada por el Injuve, donde estoy preparando obra nueva para una exposición individual en septiembre en la galería Vacío9 de Madrid.

-¿Y si fueran hombres?
-E.R: Yo, bucanero.
-S.G: Para mí, sólo el cuerpo sería diferente.
-N.C: No sería yo.