Un Dalí inédito
Ilustración de Grau Santos
La inminente publicación del volumen III de la Obra Completa de Salvador Dalí deparará muy importantes sorpresas, llamadas a modificar de modo sustancial la imagen que se tiene del pintor, y no sólo en su faceta de escritor.
La dispersión de la obra literaria de Dalí en sus distintos géneros no debería hacer perder de vista la relativa unidad de su itinerario, cuyas franjas cronológicas se corresponden bastante bien con determinados avatares biográficos y la evolución que puede observarse en su pintura e incursiones teóricas.
Cabe distinguir, por ello, una primera etapa de adolescencia, entre 1919 y 1922, es decir, los 15 y los 18 años de edad. La fecha inicial es la del arranque de su Diario de juventud, y también sus primeros poemas. La segunda es la que cierra su novela Tardes de verano y la de su marcha a Madrid, para estudiar en la Escuela de San Fernando y alojarse en la Residencia de Estudiantes.Y es ahí, en el cuarto que ocupaba el futuro cineasta Luis Buñuel en la Residencia, donde se sitúa hacia 1923 el Diálogo que inicia este segundo período, en el que encontramos ya referencias al ultraísmo, algún caligrama y otros acuses de recibo de las primeras vanguardias.
La tercera etapa, entre 1927 y 1929, se centra en el desguace anti-artístico, una de sus iniciativas más intensas y originales. Los textos que Dalí publica en la revista de Sitges "L"Amic de les Arts", como su espléndido San Sebastián, le permiten tutearse con la literatura más avanzada del momento. Y los poemas que envía a "La Gaceta Literaria", influídos por Benjamin Péret, preludian muchas de las imágenes de su pintura surrealista y de la película Un perro andaluz.
Es a la altura de este cortometraje, en 1929, cuando se produce su ingreso en el grupo de Breton. Y esa militancia -junto al emparejamiento con Gala, la ruptura con su padre y el traslado a París en 1930- supondrá algunos de los cambios más decisivos en su vida y literatura.
Por de pronto, a partir de 1930 Dalí va a escribir fundamental y casi exclusivamente en francés, con las consecuencias de todo orden que de ello se derivan. Esta etapa -extensiva hasta 1936- es, por otro lado, la más ambiciosa en cuanto a la hibridación de los distintos géneros y formatos. Todos se entrecruzan, dificultando la separación entre la novela ¡Viva el surrealismo!, los guiones de cine contra la familia o el titulado La cabra sanitaria, y los libros de mayor aliento dedicados a su compañera (el tríptico compuesto por La mujer visible, El amor y la memoria y Me como a Gala). En cuyos poemas resulta perceptible el ascendiente de los Cantos de Maldoror de Lautréamont, aderezados con algunos de los más abrasivos ingredientes del Marqués de Sade.
La razón de fondo de esa porosidad entre los géneros hay que buscarla en la puesta a punto de su "método paranoico-crítico", que seguramente no es ni tan metódico ni tan paranoico ni tan crítico, pero cuyas estrategias permean todos los formatos. Hasta tal punto que los mismos elementos iconográficos y formales pueden sorprenderse en un cuadro, un ballet, la secuencia onírica de una película, el diseño de un personaje novelístico o el de un escaparate, portada de revista, vestido o botella. Nada escapa a su voracidad interpretativa.
Con las dos guerras que se encadenan entre 1936 y 1945, la de España y la segunda guerra mundial, se produce una curiosa novedad en la obra de Dalí: los ballets y el abordaje de la comedia musical. El volumen III de su Obra Completa deparará muchas sorpresas en todos y cada uno de los apartados, pero en el teatral resultará inevitable, pues casi todo él está compuesto de inéditos. Sucede que, entre 1938 y 1941, el pintor desarrolla el núcleo más creativo de su dedicación escénica, con la trilogía de ballets Bacanal-Laberinto-Sacrificio y su peculiar versión de Las nubes de Aristófanes.
También es entonces cuando escribe sus dos obras de mayor ambición, la Vida secreta (1942) y la extensa novela Rostros ocultos (1944). Y cuando tienen lugar sus más persistentes asedios a Hollywood, con La mujer surrealista (1937) de la mano de los Hermanos Marx, Moontide (1941) con Fritz Lang, Recuerda con Alfred Hitchcock (1945) y Destino (1946) con Walt Disney. Pero también propuso una película sobre el Cid protagonizada por Errol Flynn, otra sobre Goya dirigida por Jean Renoir, y una versión fílmica de la Vida secreta, que pretendía interpretar él mismo. Prácticamente no hay poesía en esta etapa: corren malos tiempos para la lírica. A partir de los años cincuenta la escritura daliniana pierde fuelle, y es el síntoma más inmediato del cansancio creativo del pintor, que hay que situar en esta década, y no antes. Su Diario de un genio no puede compararse, en modo alguno, con la Vida secreta. Otros proyectos derivan de los años treinta, y ni siquiera los culmina. Más convincentes resultan sus intentonas cinematográficas en torno al "film neomístico" La carretilla de carne. Y decididamente desconcertante es su "tragedia erótica" Mártir, sobre todo cuando se conoce el ahinco con el que trabajó en esta pieza de teatro hasta sus últimos días, incluso tras la muerte de Gala, que tanto le afectó.
"Me como a Gala"
Pincha en la imagen para ampliar el manuscrito
Con este título Salvador Dalí escribió en los primeros años treinta un largo y apasionado poema en francés que permanece manuscrito e inédito y que aparecerá en el III tomo de la obra completa del artista que está publicando Destino. Dalí tenía previsto leerlo en público en un ciclo de conferencias que se celebraron en junio de 1935, y que finalmente no leyó. Cuenta Sánchez Vidal, editor de este tercer volumen, que Me como a Gala forma parte de una trilogía compuesta, además, por La mujer invisible y El amor y la memoria. Reproducimos aquí la primera estrofa de Me como a Gala.