Los espacios resonantes
El 17 de diciembre se inaugura en León el edificio del MUSAC, de Tuñón y Mansilla
16 diciembre, 2004 01:00Desde la física gravitatoria se puede exponer con más precisión el primer trabajo de Mansilla y Tuñón. Desarrolló principios definidos desde la igualdad y la diferencia, agrupados en familias de proyectos que se inician con el Museo de Zamora y que concluyen quizá con el Auditorio de León. Esta otra cara de la moneda ya se define concretamente a partir del "sistema y subjetividad" de su primera propuesta construida, y sigue con el museo de Cantabria y el reciente concurso ganado en Lalín. Esta serie de proyectos, evolución nada natural pero mucho más apasionante, se define por conexiones más complejas de enlace, donde se entablan valencias entre formas resonantes, fuerzas que se manifiestan entre los distintos espacios, que son libres y no dirigidas.
Los flujos circulatorios en el Museo de Arte Contemporáneo de León, el MUSAC, pueden ser entre salas contiguas, sesgados o transversales. Así, la energía de la cultura viva que defiende el proyecto MUSAC, se conduce entre las distintas salas y reposa en los puntos activos de la trama -lucernarios y patios-, que ofrecen una necesaria incrustación espacial contrapuesta a la esencia continua de la mancha en planta.
El descubrimiento de la existencia de un gran número de elementos y la percepción de sus cualidades espaciales pone de manifiesto entre algunos de ellos ciertas semejanzas. Esto indujo a los arquitectos a buscar una clasificación de los elementos no sólo con el objeto de facilitar su función, sino, más importante, para que prevalezca la libertad "donde la presencia de lo igual y lo diferente se convierte en un terreno de reflexión que adquiere una forma concreta sólo a través de las condiciones de borde que finalmente aparecen". Las cadenas de afinidad que entre los elementos geométricos sencillos se enlazan provienen de criterios diversos y mucho más ricos en complejidad que los que provienen de la trama cartesiana.
Este es por lo tanto un sistema expresivo, pero da una muy hábil respuesta a los requerimientos espaciales de un centro de agitación cultural, donde enormes y distintos intereses deben confluir, y donde la escala última de la aventura cultural no se conoce hasta su puesta en marcha. Así, estos sistemas en crecimiento, que Le Corbusier ya nos avanzó con el proyecto de museo en espiral, atienden ahora a razones de gran pragmatismo.
Y el sistema espacial y programático tiene su respuesta material coherente. Una única solución tanto estructural como de sus instalaciones se repite y se deforma adaptándose a las células espaciales. El hormigón masivo en suelos continuos, muros ligeramente texturados y vigas industrializadas, viene travestido exteriormente con una piel de vidrio que esconde tras una aparente y frágil delicadeza la tosca solidez de los espacios interiores. En el acceso el ambiente se poliniza de un onírico y embriagador espacio de color, como llamada sensual del acontecimiento artístico. Este espacio-gineceo atrapa y absorbe al ciudadano y le inserta sutilmente en el mundo plástico y fenomenológico, activando su memoria ya que el pixelado que compone la fachada proviene una vidriera de la catedral de León. Incluso algunos confiesan haberla reconocido…