Image: Isabel la Católica. El enigma de una reina

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Ensayo

Isabel la Católica. El enigma de una reina

J.Mª Javierre

16 diciembre, 2004 01:00

Detalle del retrato de Isabel la Católica pintado por Luis Madrazo

Sígueme. 864 pp, 25 e. J.E.Ruiz-Domènec: Isabel la Católica o el yugo del poder. Península. 160 pp, 16 e. Mª A. Pérez Samper: Isabel la Católica. Plaza&Janés. 608 pp, 21’50 e. E. Ruiz García: Los lib

El quinto centenario de la muerte de Isabel la Católica ha dado lugar, durante los últimos años, a buen número de publicaciones. Vivamente ensalzada por unos y agriamente censurada por otros, la figura histórica de la reina ha sido objeto, a lo largo del tiempo, de frecuentes deformaciones.

A una leyenda rosa se ha contrapuesto otra negra. Y el proceso incoado para su beatificación no ha hecho sino atizar ambas, propiciando las visiones angelicales y las demoníacas, así como la intrusión de los aficionados, que escriben sobre historia sin la formación, el método o el rigor adecuados.

Con el ánimo de favorecer la beatificación se han escrito en los últimos tiempos las biografías de Vidal González Sánchez, Isabel la Católica y su fama de santidad: ¿mito o realidad? (1999), o la reciente de José María Javierre, Isabel la Católica. El enigma de una reina. Ninguna de ambas merece la atención de quien se interese por la historia. En la vertiente contraria se sitúa el libro del profesor José Enrique Ruiz-Domènec, Isabel la Catolica o el yugo del poder. La cruda historia de la reina que marcó el destino de España, cuyo título -y el propio diseño de la sobrecubierta- ya nos indican lo que podemos encontrar en sus páginas. Lo que en los casos anteriores era exaltación laudatoria, aquí es una profunda antipatía, que desenfoca hasta tal punto la visión de su autor, que le lleva, entre otras cosas, a hablar de la obsesión de la reina contra los judíos (p. 97), a explicar la guerra de Granada como consecuencia de su "ardiente deseo por doblegar al extranjero" (p. 102), o a eliminar prácticamente a Fernando de la acción de gobierno, pues hasta la política exterior y el aislamiento de Francia se interpretan como decisiones de Isabel, que el rey apoyó sin entusiasmo (p. 142). La verdad es que quien lee, sorprendido, esta breve obra, no acierta a comprender la importancia histórica del personaje que se pinta, que se mantuvo "firme en sus decisiones políticas, casi todas ellas erróneas..." (p. 170), como tampoco las alabanzas del autor, en las páginas finales, a los libros de los principales conocedores del reinado, que presentan en conjunto una imagen de la reina diametralmente opuesta a la suya.

El quinto centenario ha propiciado toda una serie de biografías de Isabel I -algunas de las cuales ya fueron reseñadas en su día por El Cultural- a cargo de autores como Peggy K. Liss, Joseph Pérez, Luis Suárez Fernández, Tarsicio de Azcona, Manuel Fernández álvarez o Alfredo Alvar Ezquerra, a los que se ha unido recientemente Maria ángeles Pérez Samper, con su libro Isabel la Católica, un acercamiento a la figura de la reina siguiendo el hilo conductor de los cronistas del reinado. Pese a las diferencias existentes entre ellas, tales biografías son sin duda las obras más accesibles para los lectores interesados. Por su parte, los catálogos de las exposiciones celebradas en Valladolid (con subsedes en Medina del Campo y Madrigal de las Altas Torres), Valencia y Granada (ésta última abierta todavía), organizadas por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, ofrecen algunos estudios de gran interés. Otra exposición que aún puede visitarse es la de la Real Academia de la Historia, sobre documentos y objetos relacionados con Isabel y su reinado pertenecientes a los fondos de dicha institución. Muchas de las fichas de su catálogo: Isabel la Católica en la Real Academia de la Historia (Madrid, 2004), constituyen estudios interesantes, pese a su obligada brevedad. El comisario de la exposición ha sido Luis Suárez Fernández, el mejor conocedor de la reina y el reinado, lo que supone una indudable garantía. Pero tal vez lo mejor del centenario hayan sido los estudios monográficos, basados en investigación de primera mano, que son los que hacen avanzar nuestros conocimientos. De entre los varios y valiosos que han surgido, citaré únicamente el último: la obra de Elisa Ruiz García, Los libros de Isabel la Católica. Arqueología de un patrimonio escrito, que supone un importante acercamiento a la cultura libresca de la reina, los libros que tenía y leía y otra serie de cuestiones de interés.

Ojalá que el centenario haya servido para recuperar la principal dimensión de la reina: la política, oculta casi siempre bajo el sobrenombre de "La Católica" que, con independencia de su profunda religiosidad, ha servido con frecuencia para encajonar dentro de esquemas femeninos aceptables a una personalidad política difícil de admitir en un mundo dominado por los hombres. Sus virtudes como gobernante eran propias de un hombre, como ya señalaron algunos de los contemporáneos. Por ello, frente a estereotipos masculinos como el del rey caballero o el rey justiciero, se hacía necesario acuñar para ella una imagen de reina-mujer, que se articuló eficazmente en torno a la religión, en una época en que todos los monarcas se consideraban elegidos por Dios y obligados ante todo a defender la fe y la Iglesia Católica.