Arte

La dificultad hermosa

Nuevo centro ocupacional de J. M. de Lapuerta y C. Asensio

6 abril, 2006 02:00

Centro ocupacional en Morales del Vino (Zamora)

José María de Lapuerta y Carlos Asensio son profesores de Proyectos en la ETS de Arquitectura de Madrid e imparten seminarios y cursos en universidades extranjeras. Combinan su labor docente con el ejercicio profesional en una colaboración de más de quince años en la que destaca su dedicación al desarrollo de proyectos para usuarios con discapacidades. Su obra ha sido premiada, expuesta y publicada tanto a nivel nacional como internacional.

Decía Sáenz de Oíza, citando a Unamuno, que hay tres clases de zapateros: los que hacen zapatos por dinero; los que hacen zapatos por la fama, esto es, para ser reconocidos; y por último, los que hacen zapatos para comodidad de sus clientes, y, añadía, éstos son los buenos.

Buena parte del trabajo de José María de Lapuerta y Carlos Asensio se realiza en el límite de la dificultad: son edificios destinados a personas con ciertas desventajas, puestos en pie gracias al esfuerzo de los clientes y a subvenciones públicas o privadas, con presupuestos ajustados. Y son edificios que, además, "regalan" arquitectura.

En Morales del Vino, Zamora, se alza un Centro Ocupacional que se suma al conjunto de instalaciones realizadas también por los arquitectos que ASPROSUB tiene en la parcela: Centro de Día, Residencia e Invernadero. Cinco naves de trabajo se ordenan en bandas paralelas sobre un terreno sensiblemente inclinado, respondiendo con sobriedad al paisaje de cultivos y árboles en él diseminados. Un proyecto construido con dos elementos, sencillos y claros, muchas veces olvidados en tantas arquitecturas "a la moda".

El primero es la luz. Una luz que es tamizada al interior mediante chapas perforadas, celosías o vidrios u-glas y que es capaz de inundar el espacio gracias a las dimensiones y proporciones de las piezas así como al orden y disposición de los huecos. Las pequeñas compresiones en la altura que se descubren al recorrer las naves transversalmente no son más que "compresiones de luz", pues se generan espacios de más o menos sombra bajo ellas. En el exterior, la luz quiere convertirse también en sombra en la serie de pórticos que aparecen en uno de los extremos de las naves, y que se van perforando para permitir la circulación. La luz sufre una transformación más, por medio del color, al asociarse éste a los muros de tres de las naves, lo que provoca que, por pura reflexión sobre los paramentos, la luz adquiera un matiz sensiblemente distinto en cada espacio.
El segundo es la visión. ésta se produce de modo enmarcado desde los espacios entre las naves (en los que los muros exteriores de éstas hacen de límites verticales) o desde las visiones desde el interior (siempre recortadas por medio de huecos de proporciones apaisadas). Luz y visión se hacen independientes, la primera en lo alto, la segunda a nivel del suelo, recordando ese modo de hacer tan propio de Le Corbusier en el que el maestro inventaba un mecanismo para cada función: los ondulatoires sólo para iluminar, los aérateurs sólo para ventilar.

Como se preguntan sus autores, es posible que haya una arquitectura específica para usuarios con discapacidad. No lo sé. Sí es seguro que algunos edificios, con pocos elementos pero bien entendidos, hacen de la dificultad virtud. Logran la dificultad hermosa.