Tim White-Sobieski, nostalgia del futuro
Cities of The Worlds-Deconstructed reality
12 julio, 2007 02:00Cities of the worlds..., 2007
Existe una oferta turística para satisfacer el "yo estuve allí" de lugares del desastre: campos de concentración, catástrofes naturales, míticos accidentes colectivos… En su origen, la lírica de White-Sobieski se alimenta del recuerdo escondido de estas tragedias. Fue a raíz de su trabajo sobre el 11-S en Nueva York cuando conocimos su obra en España. En aquella primera exposición en la galería madrileña, que obtuvo una Mención de Honor en el Festival Off de PhotoEspaña’03, maravilló su estilizada expresión del trauma, su elíptica elegante de la muerte transformada en suave balada electrónica de imágenes: Terminal at Night. Un año después, en la exposición monográfica que le dedicó el DA2 de Salamanca, comprobamos que, desde 1997, el artista venía realizando una serie de vídeos cuyo siniestro y velado motivo era la guerra: Presence/Runner (1998), God Bless America (1999), Animal Form (2001). También el naufragio del Queen Mary constaba entre sus hallazgos, sólo aludidos, en una metamorfosis polisémica que se disolvía en el flujo de imágenes flotantes. Porque para White-Sobieski, al igual que "realismo y formalismo deben complementarse", la tragedia de la sangre ha de manifestarse a través del bello juego abstracto y lumínico, conseguido gracias a la combinatoria inscrita en programas digitales.Además, su estilización contiene un ingrediente más: el desplazamiento de la dimensión temporal, suspendida en la incertidumbre. O mejor: en el abstraído vagar de la nostalgia. ¿Pero hay una nostalgia más pura que la de aquél que no ha vivido lo suficiente, que la de aquéllos que añoran esa edad en el que cualquier futuro habría sido posible? Los adolescentes protagonizan muchos de sus vídeos: First Love (2000), Confession (2002), Sweet Dreams (2003) o Before They Were Beatles (2004). También la instalación de esta su tercera exposición en Madrid: New Orleans, After the Flood, que pretende volver al "antes" y "después" de los destrozos del huracán Katrina. Sobre un suelo de espejos hechos añicos merodeamos entre seis proyecciones. Unas, sobre la pared, simulan fotogramas atascados de una vieja película, rayada por el tiempo. Como voyeurs, asistimos al deambular de un joven por una casa derruida; el follaje cubre las ventanas. Las otras proyecciones, colgadas en el espacio, desarrollan bucles con desdoblamientos en simetría, superposiciones y fundidos de la urbe. La ruptura en el proceso iniciático del adolescente se deduce áspera y casi fantasmal.
Este último trabajo de Tim White-Sobieski resulta más frío y calculado que los anteriores. El artista ha desestimado la fluidez orgánica, biológica y acuática, típica en su producción, para ensayar efectos visuales aparentemente más simples. También la media docena de fotografías en gran formato extraídas en el proceso de edición de los bucles contienen un geometrismo etéreo que extrema la levedad superficial del simulacro. Acaso la poética de la nostalgia adolescente del futuro se ha vuelto irónica, descreída. O peor, por acumulativa, explícita y cínica.