Puerta de Brandemburgo, 2007

Tras haber dejado ver su obra en varias colectivas y selecciones de consideración, Nuria Fuster (1978) llega con su estreno individual en Madrid. Bajo el título de Arquitecturas domésticas, la muestra presenta en primera instancia dos piezas escultóricas de buen tamaño. Se trata de Fuerza 8 y Puerta de Brademburgo, y ambas proceden de una labor de reciclaje y ensamblaje, de re-construcción y resignificación de muebles (y/o fragmentos de estos) obsoletos sobre la que la artista alcoyana viene dando pistas desde 2004. Somieres, armarios, puertas, cajones, simples largueros o retazos de madera, etc., aparecen como esqueletos de los rincones de pasadas vidas domésticas. Restos de naufragio, vestigios de tornado son como células muertas desprendidas de hogares que, recombinados mediante un nuevo patrón lógico, pegados en una suerte de cópula casual, redefinen su lugar y el espacio que lo circunda. Son áreas-frontera que escapan a la demolición, que ponen en evidencia el orden circundante, el vacío. De nuevo, Fuster vuelve a los conceptos de límite, de volumen y vano, en una labor de suma y rectificación que hace de las líneas rectas y de su entramado y tensiones su máximo atractivo.

Al lado de estas dos construcciones, el resto de la muestra lo conforman básicamente dos series de imágenes digitales que tienen como origen esta clase de piezas escultóricas fotografiadas y cuyo fondo anodino (paredes, suelos…) ha sido borrado y sustituido por un color neutro. El volumen y el espacio, las tres dimensiones de las esculturas se convierten aquí en dibujo de líneas, perspectiva y juego de luces y sombras. Bidimensionalidad que tiende a lo abstracto con la ayuda de planos de color superpuestos que subrayan la condición de artificio geométrico y juego visual. Como si el huracán necesitara un nuevo vórtice hacia el que precipitarse, hacia el que rotar en una espiral succionadora. Primeros pasos largos de una artista que por ahora evita precipitarse.