Travesuras de un artista pop en el interior de Las Meninas
El Museo del Prado exhibe los aguafuertes con que Hamilton transformó el cuadro de Velázquez en uno de Picasso
22 marzo, 2010 01:00Las Meninas de Richard Hamilton.
Alberto Ojeda"Precisión y sentido del humor". Ésta es la receta que aplicó Richard Hamilton para deconstruir Las Meninas de Velázquez y reelaborarlas después con una impronta picassiana. Así lo explicaba esta mañana en el Museo del Prado, apoyando sus 88 años en un bastón. La idea surgió a partir de un encargo, el que le hizo la editorial alemana Propyläen Verlag de Berlín, que quería homenajear a Picasso en su 90° cumpleaños, en 1971. El artista británico fue uno de los seleccionados para engrosar la carpeta de estampas dedicadas al pintor malagueño (al final fueron 64 los que participaron). Su trabajo, con sus tanteos previos y su resultado final, se expone hasta el 30 de mayo en la pinacoteca madrileña.
Hamilton utilizó la técnica del aguafuerte. "El problema", aclara, "era que yo, que veneraba por encima de todo los consumados aguafuertes de Picasso, dudaba de mi propia habilidad de hacer un aguafuerte de la calidad que exigía el respeto debido a su genio". Esas dudas se muestran por primera vez agrupadas. El conjunto lo componen cinco dibujos preliminares y preparatorios, y seis pruebas de estado que culminan en la estampa definitiva, en la que convergen la diversidad de estilos que manejó Picasso a lo largo de su trayectoria artística: el neoclasicismo, las épocas rosa y azul, el cubismo analítico...
Para formular esa amalgama estilística Hamilton echó mano de un colaborador de lujo: Aldo Crommelynck, el propio impresor con el que trabajaba Picasso, y con el que luego entabló una amistad que duró hasta su muerte, en 2008. "Era lo que necesitaba, partir de un terreno de juego equitativo", dice el artista, uno de los padres del Pop Art. Y cuando ya tenía alguna opción de batirse con el maestro con ciertas garantías, entonces se le ocurrió la idea de incrustarle "en el cuadro de interiores más importante de toda la historia de la pintura". Sus elogios hacia la pintura de Velázquez rayan lo hiperbólico: "Es una obra que necesito, es una necesidad para mí, como un medicamento".
Y así el mastín que pisa Nicolasito se transformó en un toro, y este enano travieso muta en arlequín del periodo rosa, y la infanta Margarita salta en añicos geométricos, y Velázquez ya no es Velázquez sino Picasso, y en su pecho no luce la cruz de Santiago sino la hoz y el martillo, y la cara de Mari Bárbola se esconde tras una máscara africana...
La idea, en realidad, no era nueva, pues el mismo Picasso ya había reelaborado por su cuenta la gran pintura de Velázquez. Lo que no sabía Hamilton era que también Goya había hecho su interpretación pictórica del cuadro, hasta que en 2002 se enteró de que el British Museum conservaba un aguafuerte de Las Meninas suyo. La muestra instalada en la sala D del Edificio Jerónimos del Prado ofrece, de hecho, pruebas de esas dos versiones.
Los estampas del pintor londinense figuran acompañadas con el primer esbozo realizado por Picasso en 1957 para su serie de la obra. Y cierran el círculo en la pequeña muestra un dibujo y tres pruebas de Goya, donde se aprecia el esfuerzo del pintor aragonés por alcanzar la máxima precisión en su acercamiento a Velázquez. Hamilton dice encontrarse "muy satisfecho" del resultado obtenido en su experimento. Aunque reconoce que la idea en el fondo no era tan original. Una circunstancia que asume sin sentido de culpa: "Es que yo no conozco a ningún artista a quien Velázquez no le fascine".