Hasta 166 artistas reflexionan sobre el concepto de distancia en la Bienal de Sidney
Comisariada por David Elliot, la XVII edición de la cita se inaugura hoy bajo el sugerente título The Beauty of Distance: Songs of Survival in a Precarious Age
11 mayo, 2010 02:00Una proyección de vídeo en fibra de vidrio en la Galería de Artes de New South Wales, en la Bienal de Sidney. Foto: Reuters
ELCULTURAL.esDavid Elliot ha sido uno de los comisarios que con mayor entusiasmo ha estudiado las relaciones entre el arte occidental y el realizado en los países de Europa del Este, Rusia y Asia. Su currículo es extenso. Ha dirigido el Modern Art Oxford (antes Oxford Museum of Modern Art), el Moderna Museet de Estocolmo y el Istambul Modern y ha sido comisario de un buen número de exposiciones a través de las que ha arrojado luz sobre problemáticas entonces desconocidas para buena parte del público occidental. Ahora se enfrenta a una ambiciosa bienal, la de mayor envergadura hasta la fecha, con una nómina importante de participantes que realizan, en muchos casos, proyectos específicos de gran calibre.
El tema de la Bienal, The Beauty of Distance: Songs of Survival in a Precarious Age, nos invita a preguntarnos si algo ha cambiado realmente en este mundo de transformaciones en el que vivimos y cómo el arte es capaz de reflejar tales cambios. Dice Elliot que la exposición trata de conectar las artes visuales con otras formas de arte. En un mismo espacio convergerán las obras de escritores, cineastas y músicos en un intento de activas la transdisciplinariedad tan común en nuestro tiempo. Será una exposición muy dinámica con piezas que durarán toda la Bienal y otras que aparecerán aquí y allá en lo que será un escenario urbano, el de la ciudad de Sdney con sus siete sedes, fluido y dinámico.
Elliot se pregunta si la distancia puede ser bella en un contexto en el que el hecho de estar lejos del resto del mundo siempre ha sido un inconveniente. Pero el comisario considera que la distancia es lo que hace diferente y, así, entronca con todo el caudal literario que existe en torno a la diferencia y que de un modo tan decisivo ha influido en la cultura de las últimas décadas. Dice asimismo el británico que es importante subrayar la distancia que siempre ha de haber entre el arte y la vida, un discurso que va a contracorriente de lo que quiso consolidar el arte de los sesenta y setenta, determinante para entender la creación de nuestro tiempo. Solo a partir de la separación del arte y de la vida, dice Elliot, puede aquél mantener cierta autoridad. Contradice esta postura los esfuerzos encomiables de muchos artistas, como los conceptuales, para fundir en un solo plano el arte y la vida por la necesidad imperiosa de que el arte ayudara en las mejoras de la sociedad. Y más cuando asevera que si el arte es bueno es capaz de crear un equilibrio entre el goce y la sabiduría a través de perspectivas creativas que otorguen herramientas para vivir en nuestro mundo "complicado y peligroso". El subtítulo de la muestra, que se traduciría como "canciones de supervivencia en la edad de lo precario", pide a gritos que el arte se filtre en el mismo espacio que la vida.
La estructura de esta bienal está dividida en secciones temáticas que versan sobre diferentes "realidades". En este sentido, la Bienal es ambiciosa pues toca muchos de los palos más candentes del imaginario contemporáneo. Hay, de entrada, una reflexión sobre el primer mundo y todo lo que en él acontece vista desde la perspectiva de los muchos mundos en él inscritos. En el primer mundo se encuentran los privilegiados pero también los que han huido buscando un futuro de dignidad que sus contextos de origen les negaba. Hay, también, una mirada al papel que jugamos en el planeta, enclavada en el epígrafe From Panopticom to Wunderkammer, en la que se hace visible la grieta entre lo "moderno" y lo contemporáneo. Trata Elliot de definir conceptos plenamente modernos y su validez en el mundo de hoy. En la Wunderkammer se trataba de clasificar en profundidad mientras que el panóptico metaforiza una visión simultánea de todo lo existente... Y es que el mundo mismo de las bienales no deja de ser una extensión de esas Wunderkammer en las que todo vale, como diríamos hoy, o, al menos, en las que hay espacio para todo... En otro orden de cosas se encuentra la sección Of Gods and Ghosts, en la que la memoria, el pensamiento, la historia y el deseo, nos vinculan con un pasado no necesariamente lejano. Y, finalmente, The Trickster, el embaucador o el que, sencillamente, por utilizar una expresión coloquial, nos vende la moto, es otro apartado de la bienal, aquél en el que se dan cita modos de convivir en esta sociedad. Entre todas ellas, como si fuera una atmósfera que homogeiniza todos los discursos, A Hard Rain nos ofrece el inquietante desarrollo de la naturaleza en el marco de sus bruscas transformaciones.
Entre los proyectos más relevantes se encuentran el de Isaac Julien, un nuevo vídeo, Ten Thousand Waves, que nos ofrece una narrativa sobre los vínculos entre pasado y presente en China. El colectivo ruso AES+F presenta un trabajo en el que vuelven a dirigirse a la globalización con una animación ambientada en la decadencia del imperio Romano. La de Paul McCarthy es un trabajo específico, situada en uno de los muelles del puerto, una instalación visual y sonora de gran envergadura que será, seguro, una de las grandes atracciones de la Bienal.