Nono Bandera, los restos
Zweifel
1 abril, 2011 02:00Niño molusco, 2011
Hacia 1778 John Henry Fuseli dibujó El artista conmovido ante la grandeza de los restos clásicos, en la que una figura reclina la cabeza ante un pie y una mano de un coloso. Nono Bandera (Málaga, 1958) retoma esa imagen programática del Romanticismo. Lo hace con el habitual tono irónico que aplica a la reflexión sobre los convencionalismos en la representación pictórica, a través de la apropiación y modificación de obras más o menos antiguas de artistas aficionados. En esta ocasión parte de una carpeta de dibujos procedente de alguna academia de arte a finales de los años 40. Son carboncillos realmente torpes de cabezas, bustos, manos y pies. Otros restos. Reproducciones en yeso de esculturas clásicas o renacentistas -se reconoce alguna cabeza de Augusto y quizá un niño de Della Robbia- sobre las que Bandera ha dibujado personajes con trajes de la época en que se realizaron los estudios de anatomía. Han sido extraídos de libros antiguos, al igual que los modelos de vendaje que aplica a algunas de las cabezas o pies. Las intervenciones sobre obras ajenas, aunque jocosas, suelen tener en éste artista una vertiente pulsional y algo angustiosa, en la tradición del collage surrealista: los bustos funcionan aquí más bien como monumentales cabezas cortadas a las que se acercan hombrecillos nada conmovidos o animales fuera de escala.No hace mucho Bandera realizó una serie sobre los reversos de los cuadros, pintados a la acuarela. A partir de ese ejercicio de reproducir los bastidores de madera, y de la asociación de papel y árbol, ha hecho en la galería una escenografía -se acentúa esta tendencia suya a expandir los dibujos en el espacio-: ha dibujado también en acuarela un esquemático bosque -romántico sólo en concepto- en el que cuelgan las obras. La integración, en lo narrativo, no acaba de entenderse. Será lo que quería.