Gabriel Pérez-Barreiro, director del Museo Universidad de Navarra. Foto: Manuel Castells

Gabriel Pérez-Barreiro, director del Museo Universidad de Navarra. Foto: Manuel Castells

Arte

Gabriel Pérez-Barreiro, director del MUN: "Los museos deben ser más sinceros con los visitantes"

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Comisario, gestor cultural, profesor, investigador, escritor y conferenciante en museos e instituciones en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, Gabriel Pérez-Barreiro (A Coruña, 1970) se estrena como director artístico del Museo Universidad de Navarra.

Sucede en el cargo a Valentín Vallhonrat y Rafael Levenfeld, que durante los últimos casi cuarenta años han conservado y ampliado la Colección MUN, que hoy cuenta con más de 25.000 obras, y será responsable de diseñar la estrategia artística del MUN junto con Teresa Lasheras, directora artística de artes escénicas y música.

Pérez-Barreiro es, además, experto en arte latinoamericano, ha sido director y curador-jefe de la Colección Patricia Phelps de Cisneros (2008-2018), comisario de la 33ª Bienal de Sao Paulo y del pabellón de Brasil en la 58ª Bienal de Venecia (2019). Aquí le vimos trabajar en el Museo Reina Sofía cuando comisarió, junto a Manuel Borja-Villel, la exposición La invención concreta, en 2013.

Con un acento que, como él dice, "es una acumulación de varios", este gallego de nacimiento, pasó su infancia y parte de su juventud en Reino Unido, donde también estudió Historia del Arte, y vivió casi dos décadas en Nueva York. Ya instalado en Pamplona, ciudad en la que asegura sentirse a gusto desde el primer día –"¡se come muy bien!"-, hablamos con de los nuevos retos de esta nueva etapa.

Pregunta. Es interesante la bicefalia que existe en la dirección artística del MUN. Por un lado, una persona especializada en artes plásticas (usted), por otro, Teresa Lasheras, responsable del área de artes escénicas. ¿Cómo se va a traducir en el futuro la colaboración entre ambos?

Respuesta. Es uno de los aspectos que más me gusta de este trabajo: que la dirección tenga una visión integrada de las artes plásticas y las escénico-musicales. Realmente, es una estructura muy poco común en los museos, pero por eso mismo es fantástico, porque nos obliga a los dos a salir de nuestras zonas de confort.

»Queremos que la transversalidad de las artes no se quede en la performance, sino que vaya más al fondo de las cuestiones transversales que nos gustaría explorar y a la búsqueda de metodologías de creación y de investigación que nos puedan nutrir mutuamente.

Vista exterior del Museo Universidad de Navarra, en Pamplona. Foto: MUN

Vista exterior del Museo Universidad de Navarra, en Pamplona. Foto: MUN

P. Ha dicho en alguna ocasión que el problema de los muchos museos de arte contemporáneo españoles que existen en España es que se parecen demasiado entre ellos. ¿Qué valor añadido tiene en MUN?

R. Es cierto que en España se siguió un modelo muy uniforme en el coleccionismo de arte contemporáneo, con pocas excepciones. El resultado es que tenemos muchísimos museos y centros de arte por todo el país que en poco se distinguen.

»El caso del MUN, la Colección se concibió con una línea de trabajo y unos intereses muy claros y articulados, sobre todo a través de la labor de Rafael Levenfeld y Valentín Vallhonrat, quienes tomaron la donación inicial del legado fotográfico de José Ortiz Echagüe, incluso antes de existir el museo, como un disparador para crear lo que en efecto es la colección nacional de fotografía.

»Esa colección, a la que se añade años después el legado de María Josefa Huarte, hacen que desde el MUN se pueda no solo representar el arte español, sino pensarlo de manera crítica, desde una historia de construcción de imagen nacional en el XIX, todo el XX, hasta el arte actual.

P. Ha estado seis años dando clase en el Máster de Estudios de Comisariado que imparte el MUN: ¿con qué medidas concretas piensa unir sinergias entre Museo y Universidad?

R. Mi vínculo con la Universidad empezó cuando aún vivía en Nueva York, y venía para dar clases. Ahora, desde la dirección artística del MUN, el desafío es buscar un diálogo constante entre museo y universidad, tanto con los estudiantes como con los profesores e investigadores.

»Esto debe ocurrir tanto a nivel formal, impartiendo clases en el Museo o usando la Colección para enseñar; como a nivel informal, integrando el Museo en la vida del campus, un lugar para visitar, pensar, ver un espectáculo, encontrarse con amigos.

»Trabajamos para convertir el Museo en un lugar cotidiano. Además, el MUN puede convertirse en el gran mediador y difusor de las ideas pioneras que surgen en la investigación a la sociedad

"Estamos ya trabajando con diferentes facultades para convertir el Museo en un lugar cotidiano"

P. ¿Qué aporta en esta nueva etapa su experiencia como director de la Colección Patricia Phelps de Cisneros?

R. La Colección Patricia Phelps de Cisneros (CPPC) se formó con una misión muy clara, la de generar conocimiento y sensibilidad sobre el arte latinoamericano. Para ello, trabajamos muy de cerca con diferentes museos universitarios, ya que es allí donde se forman los profesionales y los públicos del futuro. Esto me dio una perspectiva muy amplia sobre las diferentes maneras de trabajar con arte en un contexto universitario y también las maneras para generar alianzas público-privadas.

P. Su experiencia será también clave para reforzar el vínculo con Latinoamérica: ¿cómo se va a materializar?

R. En realidad, el MUN ya tiene un perfil latinoamericano bastante fuerte, por su programa, por su público (un tercio del alumnado es internacional, la mayoría latinoamericana) y por el Patronato del Museo, donde más de la mitad de sus miembros son de origen latinoamericano. Va a ser un proceso muy natural.

Vista de una de las salas actuales del MUN. Foto: MUN

Vista de una de las salas actuales del MUN. Foto: MUN

P. Ha trabajado mucho con instituciones anglosajonas. ¿Qué contrastes más marcados ve entre las fórmulas de gestión empleadas allí y las españolas?

R. Curiosamente, el MUN tiene un modelo de gestión muy anglosajón, con un patronato promotor privado que apoya al Museo y garantiza su estabilidad. La historia del MUN habla de la estabilidad que puede tener una institución privada, algo que lamentablemente existe poco en el modelo público español, donde la injerencia política sigue siendo algo común, limitando mucho la capacidad de las instituciones.

P. Desarrolla desde hace tiempo una línea de investigación sobre la atención, cada vez más deficitaria en nuestra sociedad. ¿Ve posible que un niño de hoy se mantenga atento dos horas dentro de un museo en el futuro?

R. ¡Dos horas no!, pero tampoco lo veo muy posible para un adulto... Tenemos que ser realistas con la capacidad humana de poner atención en las cosas. Si alguien se queda cinco minutos delante de una sola obra, te puedo asegurar que no sale indiferente. Lo que pasa es que esa invitación no se la hacemos al visitante del museo.

»Sabemos que el tiempo es quizá el factor más importante para que una obra realmente afecte a una persona, pero muchas veces los museos no ponen ni un banco donde sentarse; entonces, ¿cómo queremos que alguien se quede? Y luego decimos que las personas van demasiado rápido por el museo... Muchas veces la culpa la tenemos las propias instituciones artísticas, por no trabajar la atención como nuestra materia prima.

P. Las saturaciones de imágenes a las que estamos expuestos ha ido ya demasiado lejos. ¿Qué puede hacer un museo para reconducir esta deriva?

R. Los museos debemos ser más sinceros con los visitantes y tener en cuenta que muchas veces no tienen muy claro por qué están allí, por lo que agradecen alguna sugerencia o indicación (mira, por ejemplo, cómo las personas van de cartela en cartela).

»Los museos han cambiado de función a lo largo de la historia. Desde su creación después de la Revolución Francesa, son instituciones que manifiestan el deseo político de que el patrimonio pertenezca a la ciudadanía, luego son instituciones para enseñar las cosas maravillosas que forman parte de nuestra historia (los gabinetes de curiosidades).

"La historia del MUN muestra la estabilidad de una institución privada, algo que se da poco en el modelo público español"

»Pero hoy en día, cuando el problema ya no es el acceso a la información sino su exceso, el museo puede servir como el lugar -quizás el último que nos queda- donde se puede mirar sin que esa mirada sea vendida o utilizada, donde la experiencia es anterior al discurso, y donde las respuestas a nuestras preguntas no son inmediatas.

P. Asegura también que el museo debe ser un laboratorio. ¿Qué pretende investigar en ese laboratorio?

R. Formo parte de un grupo de investigación de la Universidad de Navarra que se llama "Models of Art Spectatorship", dirigido por Nieves Acedo. Un grupo interdisciplinar que incluye filósofos, lingüistas, neurocientíficos, musicólogos, entre otros, que se pregunta qué condiciones deben existir para crear espectadores activos de arte y no visitantes pasivos.

»Me gustaría que el MUN sirva de laboratorio para probar algunas hipótesis que propone este equipo. Es una oportunidad única para crear una interacción real entre la teoría y la praxis, entre la universidad y el museo.

Gabriel Pérez-Barreiro y Teresa Lasheras. Foto: MUN

Gabriel Pérez-Barreiro y Teresa Lasheras. Foto: MUN

P. ¿Qué le hace falta a la colección del MUN y cuáles son sus puntos fuertes?

R. La Colección del MUN es muy completa, reúne cerca de 25.000 obras desde el nacimiento de la técnica fotográfica hasta nuestros días. Ahora mismo el Museo entero está dedicado a mostrar su colección; es la primera vez que se expone en su conjunto. Se han identificado América Latina y el mundo árabe como dos áreas a reforzar, y el arte español de posguerra también, pero hoy por hoy ya me encuentro con una Colección de una coherencia ejemplar.