Image: PHotoEspaña nos retrata

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Arte

PHotoEspaña nos retrata

31 mayo, 2011 02:00

Dulce Pinzón: La verdadera historia de los superhéroes, 2005-2010.

Latinoamérica y Asia protagonizan a partes iguales la exposición que este año abre PHotoEspaña. Face Contact reúne en el Teatro Fernán Gómez a 31 artistas que nos introducen, como ha explicado el comisario Gerardo Mosquera, "en la práctica contemporánea del retrato". Organizada por la Fundación Banco Santander, la muestra alude a la función del retrato como elemento de comunicación y como señal inequívoca de nuestra identidad.

Son fotografías y vídeos que van desde las mujeres maltratadas fotografiadas a la manera del retrato clásico de la colombiana Libia Posada, a los vídeos recogidos en www.beautifulagony.com de orgasmos individuales que, montados a modo de foro mediático, se convierten en colectivos. Hay retratos clásicos burgueses en los que los protagonistas llevan pistola (Ananké Asseff), retratos de fresas (Hans-Peter Feldmann), retratos contra el racismo en Perú (Colectivo MR), retratos de trabajadores inmigrantes en EE.UU. travestidos en superhéroes (Dulce Pinzón) y retratos de muñecos (Liliana Porter).

El comisario ha querido además reflejar su contexto, el cubano, acercando el trabajo fotográfico de la bloguera Yoani Sánchez, que ha retratado a los agentes castristas que la vigilan a diario, y el proyecto de Giselle Victoria Gómez, con un espacio individual dentro de la muestra, donde recoge toda la documentación de su proyecto Quinceañeras; además de las fotografías de Jeanette Chávez y de José Iraola. Y entre tanta cara, más o menos conocida, sólo dos españoles: Cristina Lucas y Jorge Ribalta.

Si las fotografías de la india Shilpa Gupta abren la exposición, piezas de gran formato montadas sobre paneles que cuelgan del techo y rompen visualmente el espacio, el delicado y sutil retrato de Mona Hatoum cierra la muestra: un pequeño espejo en el que nos reflejamos y en cuya superficie se puede leer: "Usted está todavía aquí". Unos segundos de calma y una ligera sonrisa, la de nuestro propio rostro, tras la avalancha de caras y muecas que hemos dejado atrás.