Image: Revolución impresionista

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Arte

Revolución impresionista

Las 78 obras que muestra la Fundación Mapfre, procedentes del Museo d'Orsay, son la fotografía del nacimiento del arte moderno

31 enero, 2013 01:00

El salón de baile en Arlés, 1888, de Van Gogh


Desde las primeras series de Monet hasta los cinco grandes paneles que Vuillard realizó bajo el título Jardines públicos, la exposición de la Fundación Mapfre recorre las aportaciones plásticas del impresionismo y el postimpresionismo, que despeja el camino que llevará al arte hasta las vanguardias del siglo XX. En 78 obras de los principales nombres de aquel momento, todas ellas procedentes del Museo d'Orsay de París, veremos cómo el movimiento se asimila y se desarrolla a través de distintos lenguajes pictóricos.

En 1886 se celebra la octava y última exposición de los impresionistas. Los artistas empiezan a mostrar un agotamiento respecto a los mismos temas de la ciudad moderna y sus alrededores. Se centran a partir de este momento en sus propios lenguajes, limitarán sus asuntos y se concentrarán en temas donde expresar mejor sus preocupaciones plásticas. Y estos trabajos, realizados en los últimos años del siglo XIX, son el núcleo de esta muestra.


Detalle de Estanque de nenúfares, armonía verde, 1899, de Monet


Monet y su reflexión en torno a la idea de representar el mismo motivo en función de las estaciones, del tiempo o de la luz del día, es el punto de partida de la exposición. Y las series realizadas a partir de 1890, las protagonistas. Están en la exposición Los almiares (1890), Los álamos (1891) y las Catedrales de Rouen (1892-93). Instalado ya en Giverny, comienza a pintar su estanque de nenúfares presente en la muestra con Estanque de nenúfares, armonía verde (1899). Al mismo tiempo, Renoir, encuentra en los desnudos al aire libre el asunto que le permite mostrar sus ambiciones estéticas: pinta Las bañistas.

Ya en la última exposición impresionista la crítica la pintura de Pissarro, Seurat y Signac es vista como algo distinto y el crítico Felix Féneon inventa el término "neoimpresionismo". La joven campesina haciendo fuego de Pissarro o La entrada del puerto de Marsella de Signac lo demuestran en las salas del edificio Recoletos de la Fundación Mapfre.

Y llegamos a la sala dedicada a Cézanne y su influencia, como nexo de unión entre impresionistas y postimpresionistas. Se pueden ver aquí La señora Cézanne, dos importante bodegones (Bodegón con cebollas y Manzanas y naranjas) y varios paisajes provenzales en torno al Château Noir. El pintor abre la composición hacia el cubismo y se convierte en el padre de las primeras vanguardias.


Detalle de Las campesinas bretonas, 1894, de Gauguin


Las pinturas de Toulouse-Lautrec nos llevan a otra de las estrellas de la exposición: Van Gogh, de quien se muestran varias pinturas nunca vistas en España. En 1886 Van Gogh llega a París donde pintará El merendero de Montmartre y El restaurante de la Sirène en Asnières. Pero en febrero de 1888 viaja a Arlés donde pretende montar (emulando a Gauguin en Pont-Aven) una comunidad de artistas. Nunca lo logrará pero al menos consiguió convencer a Gauguin para que pasase con él una temporada: serán nueve semanas intensas en la casa amarilla. De Van Gogh ha venido uno de sus famosos autorretratos y El salón de baile en Arlés, entre otras obras. También de Gauguin hay importantes obras de este período, como la famosa Las campesinas bretonas (1894).

El talismán de Sérusier, ya al final de la muestra, es la pieza icónica de los Nabis, seguidores de Gauguin, Cézanne y Van Gogh que abrían ya la brecha de la abstracción. Las semillas para las vanguardias estaban ya plantadas.