Image: El Thyssen recupera su Tintoretto

Image: El Thyssen recupera su Tintoretto

Arte

El Thyssen recupera su Tintoretto

4 marzo, 2013 01:00

El Paraíso de Tintoretto en el momento de ser colgado de nuevo en la entrada del Museo Thyssen


El largo proceso de restauración del Paraíso que comenzó hace un año y que se hizo público en el mes junio, cuando se decidió que el último tramo de la limpieza y puesta a punto de la tela se llevara a cabo en un taller abierto al visitante, ha terminado. En la misma entrada del Thyssen que, en una especie de pecera de cristal, hemos visto trabajar estos meses a Susana Pérez y Alejandra Martos, las dos restauradoras que se han hecho cargo del trabajo final, hoy hemos asistido a la colocación del enorme lienzo de Tintoretto en su lugar habitual.

Gracias al acuerdo firmado con el Bank of America para llevar a cabo los trabajos, el equipo de restauración del Thyssen liderado por Ubaldo Sedano empezó, en marzo de 2012, la investigación y análisis de la pintura para valorar el mejor "abordaje" al cuadro. Devolver la estabilidad al lienzo de más de ocho metros cuadrados (169,5 x 494 cm) fue la primera fase del trabajo, seguida de las macrofotografías, radiografías, reflectografías infrarrojas y análisis químicos. Un análisis que sacó a la luz, tal y como ha recordado Sedano, el largo proceso de elaboración de la pintura, desde la preparación oscura del fondo hasta los cambios en la composición, como por ejemplo, la eliminación de algunos personajes y la presencia de inscripciones en varias escenas de la obra.

Otro de los momento de la colocación de El Paraíso de Tintoretto

Pero además de la importancia que todo esto ha tenido para el posterior tratamiento del cuadro, el minucioso estudio ha permitido "acceder a los aspectos más humanos del artista. Acercarnos a un hombre que duda, que corrige, que borra, hemos entrado en la psicología del artista", asegura Sedano. También ha permitido comprobar el extraordinario estudio anatómico que Tintoretto realizaba de la figura humana, ya que han descubierto que a muchas de ellas las pintaba desnudas y posteriormente las cubría de coloridos ropajes.

Y, si hablamos de dificultad en esta restauración, quizá la dimensión pública que ha adquirido un trabajo que habitualmente se lleva a cabo en salas cerradas y protegidas de miradas curiosas haya sido la principal. Las dos restauradoras encargadas de quitar barnices y retocar la pintura han trabajado casi nueve meses en una especie de pecera con los ojos de los visitantes escudriñado sus manos y movimientos. "La concentración, principal requisito de la restauración, era así mucho más difícil", explica Sedano consciente de que esto ha sido "un tsunami que ha revolucionado el hall del museo" pero que también ha creado unas sinergias y una relación con el público muy interesantes.

Ahora, El Paraíso ocupa de nuevo la pared del fondo de la entrada. La pintura, que, como ha explicado el director Guillermo Solana, rivaliza con el mismísimo Juicio Final de Miguel Ángel, es de nuevo testigo y vigía de todo aquel que entra o sale de la galería. "Nuestra pequeña Capilla Sixtina ha vuelto", sentencia Solana.