Image: ¿Quién es El Labrador?

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Arte

¿Quién es El Labrador?

El Museo del Prado rescata la figura de uno de los pintores principales del bodegón español.

11 marzo, 2013 01:00

Detalle de Bodegón con uvas, manzanas, nueces y jarra de terracota, h. 1633


Con una escasa producción conservada -tan sólo trece pinturas le han sido hasta el momento atribuidas- Juan Fernández el Labrador es uno de los pintores más desconocidos y exquisitos del barroco español. Sólo hay referencias sobre su biografía de entre 1630 y 1636, que es el período que estuvo en activo en Madrid. Es también conocido su origen campesino, y, aunque se le supone un origen extremeño, tampoco sabemos nada de su nacimiento ni de su primera formación artística. Fue sirviente de un noble italiano, Giovanni Battista Crescenzi, amante y promotor de la naturaleza muerta y todo hace pensar que fue él quien animó al Labrador a pintar frutas.

"Su misterioso perfil biográfico y su personal visión de un género que en la época se consideraba secundario, hacen de él un caso singular en la historia de la pintura barroca", dice el comisario de esta primera exposición de sus bodegones, Ángel Aterido, especialista en pintura española del siglo de Oro. En un momento en que el bodegón en la corte estaba "en plena barroquización", el Labrador optó por una simplicidad naturalista que llama la atención de los investigadores de hoy. "En su caso -añade Aterido- no sólo pintó con detallismo excepcional sino que situó las frutas en disposiciones y enfoques desconcertantes". Aquí tienen, sin ir más lejos, estos racimos de uvas suspendidos en el vacío, "quizá su aportación más personal al bodegón europeo, una auténtica rareza".

Bodegón con cuatro racimos de uvas, h. 1630-1635

Y, lógicamente, le tocaba al Museo del Prado sacar del armario esta figura casi olvidada y reunir casi todas sus obras conocidas. Podemos ver aquí 11 de las 13, cinco de las cuales pertenecen a la Colección del museo. "Era casi una deuda recuperar su presencia", reconoce el comisario. Unas pinturas que se presentan con algunas inéditas hasta ahora en España, como Bodegón con uvas, membrillos y frutos secos, procedente de la colección de Isabel II de Inglaterra, o Bodegón de uvas, bellotas y copa con manzana, de una colección particular barcelonesa y que no se había visto desde su subasta por parte del anterior propietario en 1979.

Pero, ¿qué aportan estas naturalezas muertas a la pintura del barroco? Para Aterido está claro: "El Labrador supone una nueva vuelta de tuerca en el concepto naturalista de la pintura, veinte años después de la muerte de Caravaggio. Llevó al extremo sus recursos y buscó la sorpresa del espectador", explica. Otra pregunta surge inmediatamente, ¿por qué entonces su permanencia en una discretísima segunda fila? Está claro que un perfil biográfico lleno de sombras y sus pocas obras conocidas no han fomentado precisamente el estudio de su obra, pero, sobre todo, "que el descubrimiento de sus pinturas ha tenido lugar en los últimos cuarenta años y que muy pocas de ellas han sido accesibles al público", dice el comisario. Tampoco había monografías, aunque ya tenía un lugar significativo en los estudios generales sobre el bodegón español. "Esa laguna, con todas las incógnitas que aún tenemos sobre su vida y obra, se ha venido a cubrir con el catálogo que acompaña la exposición". La muestra se podrá ver en el Museo del Prado hasta el próximo 16 de junio.