No todos los artistas viven del arte
Aunque sorprenda a muchos, el porcentaje de artistas que viven del sector no llega al 15%. Un dato sorprendente que muestra el estudio La Actividad Económica de los/las Artistas en España. Ante esto, ¿qué medidas urge tomar?
Los artistas siempre han criticado la precariedad de un sector en el que tan solo una pequeña parte de ellos puede vivir exclusivamente del arte. Esta profesión, denostada por muchos, no ha sido pocas veces criticada y calificada de elitista y de pretender ser algo que no es, de vender humo, de no ser necesario para la vida y, por ende, prescindible. Es obvio que los artistas y muchos otros actores de la cultura no opinan así siguiendo la máxima de que, de alguna forma, el arte es goce, como lo calificó Magritte. Claro que ese es otro debate que podría conllevar horas y horas de conversación. El asunto aquí es que los artistas que viven de ello con unos ingresos totales comprendidos entre el 80% y el 100% es, probablemente, inferior a lo que muchos creen: un 14,8%. El resto combina el arte con otras prácticas, algunas de ellas relacionadas con el sector, y en otros muchos casos incluso con otras profesiones que les aporta el sustento básico necesario.También se ha conocido que el artista español vive peor en España que en el extranjero y que un 30% de nuestros artistas son autónomos de manera intermitente. Es decir, se dan de alta cuando en los determinados meses que saben van a tener ingresos relacionados con su obra. Esto hace que no coticen a la seguridad social de manera regular para poder optar a la jubilación en un futuro (en el caso de que la jubilación siga existiendo entonces). Estos datos son tan solo una pequeña píldora que se extrae de La Actividad Económica de los/las Artistas en España, un estudio que ha corrido a cargo de Marta Pérez Ibáñez e Isidro López-Aparicio. Con ellos hemos hablado sobre la necesidad de tomar medidas y la urgencia de una profesión que goza de mayor beneficio fuera de nuestro país.
El germen de esta investigación llegó por la falta de datos fidedignos. Por un lado, "había que renovar los datos porque la crisis ha traído cambios estructurales, nuevos modelos de negocio y ha cambiado el relato por lo que había que volver a reestructurarlo", arranca Marta Pérez Ibáñez. Para empezar, fueron encuestados más de 1.100 artistas de todas las edades y disciplinas. Los primeros datos que se extraen del estudio es que el grupo de edad más cuantioso es el comprendido entre los 31 y 40 años (son el 28%), seguido de los que cuentan entre los 41 y los 50 años (el 25%). Además, el 29,9% de todos ellos se concentra en Madrid mientras que tan solo un 5,4% vive fuera de España (sobre todo en el Reino Unido, Alemania y Francia), siendo estos, sin embargo, quienes más formación tienen.
"Hemos llegado a todo tipo de artistas en toda clase de circunstancias", añade Pérez Ibáñez. "El artista, en muchos casos, tiene que compatibilizar su labor creativa con otros trabajos y queríamos demostrar que el mayor mecenas del mundo, en contra de lo que se cree, son las propias bases del sistema", amplía Isidro López-Aparicio, que continúa: "Muchos de los artistas están trabajando en otras cosas, viviendo en situaciones económicas precarias con sus familias, parejas y amigos que los apoyan. Todo esto suma un enorme capital de micromecenazgo que es lo que realmente sustenta al ecosistema del arte. Sin este altruismo provocado por la necesidad que tiene el artista por crear el ecosistema del arte se caería, como se ve en los datos". De hecho, el 46,9% de los encuestados ha afirmado recibir beneficios directos del arte inferiores a 8.000 euros anuales, lo que significa que casi la mitad de nuestros artistas tiene un salario inferior al salario mínimo interprofesional, situado ahora en 825 euros mensuales. Tan solo el 6,8% de ellos cobra más de 50.000 euros al año por su rendimiento artístico. En total, el 73,8% de los artistas no subsiste exclusivamente con los ingresos percibidos por su actividad artística. Por lo tanto, ¿qué medidas urge tomar?
Vista de la exposición de Mateo Maté en la sala Alcalá 31
Medidas de urgencia
Lo más urgente, para Pérez Ibáñez, es "crear conciencia y consciencia de la situación para poder empezar a tomar las medidas necesarias". Entre ellas López-Aparicio, artista y presidente de la Unión AC, destaca dos: "La incorporación obligatoria de partidas para el pago a los artistas, costes de producción y compra de obra en los presupuestos de las instituciones públicas y, por otro lado, la transparencia en la gestión de sueldos, pagos y costes". Este estudio, que traza una realidad actual, ha valido para que la "Unión AC pueda construir el contexto real de la situación de los artistas visuales en España" e Isidro López-Aparicio, como presidente de la misma, tuvo la oportunidad de ofrecer"una comparecencia en el Congreso de los Diputados para exponer la propuesta del Estatuto del Artista y defender las medidas que debe de recoger", anota.Dos de esas propuestas que recoge el Estatuto del Artista tienen relación con el carácter autónomo de muchos de los artistas y, por lo tanto, se pide regular "los tiempos de alta durante la investigación y producción artística y que los ingresos por los derechos de propiedad intelectual no sean aplicables como derechos de rendimiento del trabajo realizado". En este sentido, el espejo en el que poder mirarse es el Reino Unido, donde el artista paga según la factura y manteniendo un mínimo de 12 euros al mes de autónomo o Francia, donde el primer año está libre de cargo y tras ese periodo se abonan 49 euros mensuales. Claro que, la situación de cada país "es diferente y no se pueden extrapolar todas las medidas, habría que adaptarlas a nuestras características", detalla Pérez Ibáñez.
¿Problema actual o constante?
Es obvio que la crisis ha endurecido la situación no solo para el artista sino para todos. Pero la realidad es que "España tiene poca tradición coleccionista y son pocas las familias que se lanzan a comprar arte contemporáneo", afirma Pérez Ibáñez. Además, otro de los motivos de esta situación es que "las galerías españolas venden a precios más bajos de lo que lo hacen sus homólogas extranjeras". Los datos extraídos por ambos en el estudio determinan que el 68% de las galerías españolas vende por debajo de los 3.000 euros, el 29% entre los 3.000 y los 50.000 y tan solo un 2% cuenta en sus filas con obras de precios elevados comprendidos entre los 50.000 y los 200.000 euros. Por tanto, muchos de ellos han contado que la comunicación, la difusión, la captación de clientes o galerías, la venta y gestión comercial de la obra, incluso la enseñanza, son parte de su jornada laboral diaria, determinando que tan solo un 25% del salario que reciben al mes proviene de la venta de obras de arte.Charles Wimar: El rastro perdido, 1856. Obra presente en la exposición comisariada por Miguel Ángel Blanco en el Museo Thyssen
Por eso, muchos artistas han encontrado en las redes sociales un lugar en el que crear sus contactos y su propia cartera de clientes. Ya no solo como medio de difusión para dar a conocer su trabajo, algo en lo que pueden ayudar enormemente plataformas como Instagram y Facebook, sino que también existen redes sociales de artistas. En esas esferas se convierten en gestores de su propio trabajo y pueden establecer conexiones con ferias de artistas independientes. Aunque, al parecer, si ser un artista respaldado por una galería es un trabajo difícil resulta aún más complicado ser un artista sin galería.En ese sentido, otra de las labores que llevan a cabo, aunque de momento no parece que sea una tendencia al alza, es la de comisariar exposiciones, tanto propias como ajenas. Es el caso de la última muestra de Mateo Maté en Alcalá 31 o las que Miguel Ángel Blanco ha tenido en el Museo del Romanticismo, en el Thyssen y en el Prado. El problema de esta doble labor es que el artista "cobra como comisario y no como artista", detalla Marta Pérez Ibáñez. La razón es que "en los presupuestos de las exposiciones de muchas instituciones públicas existe una partida presupuestaria para el comisario pero no honorarios para el artista".
Esta se convierte, por tanto, en una de las razones que llevan al artista a ser su propio comisario, además de ser quien mejor conoce su obra. Para Isidro López-Aparicio, sin embargo, no es una buena noticia del todo porque "la figura del mediador o comisario se convierte en un aval para que te den el proyecto. Que un artista comisaríe en el Prado es un mirlo blanco", asegura.
@scamarzana