Los misterios de la 'Mona Lisa' del Prado
La pinacoteca inaugura una exposición en torno a los últimos estudios realizados sobre esta temprana reproducción, que ayuda a entender cómo funcionaba el taller del artista
28 septiembre, 2021 09:06Fue hace diez años cuando la Mona Lisa del Museo del Prado desveló un gran secreto: el tupido fondo negro escondía un paisaje rocoso similar al de la obra original que forma parte de la colección del Louvre de París. Entonces, un estudio técnico determinó que esta copia fue ejecutada en paralelo a la de Leonardo de Vinci y, por esa razón, guardaba paralelismos con la misma aunque también diferencias. Estos hallazgos fueron importantes para conocer cómo se trabajaba en el taller del maestro. Durante la década que ha transcurrido desde entonces el Museo del Prado no ha dejado de indagar e investigar en torno a estas cuestiones y sus resultados se muestran en Leonardo y la copia de Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre la práctica del taller vinciano, una pequeña exposición en la sala D del edificio Jerónimos que se podrá ver hasta el próximo 22 de enero.
La muestra, comisariada por Ana González Mozo, Técnico Superior de Museos en el Gabinete de Documentación Técnica del Museo Nacional del Prado, se compone de un conjunto de piezas realizadas por los alumnos de Leonardo a partir de pinturas, cartones o prototipos del maestro. La celebración del año del artista y los congresos que se llevaron a cabo, la exposición que le dedicó el Louvre en el año 2019 y los avances técnicos han permitido profundizar en la comprensión del pensamiento pictórico del genio y de las obras salidas de su ámbito.
Un autor desconocido
Aunque el eje vertebrador es la Mona Lisa del Prado, la reproducción más temprana que se conoce, en esta pequeña sala hay otras que “forman parte del engranaje docente de su taller”, apunta González Mozo. El estudio del artista era “un enjambre de alumnos de distinto tipo, muchos de ellos pintores formados”, continúa. Los estudios y radiografías que se han llevado a cabo revelan que se realizaron los mismos cambios y modificaciones que en la obra original por lo que, casi con total seguridad, las dos piezas se realizaron al mismo tiempo.
A pesar de que se ha hablado de posibles autorías como las de Hans Holbein, Francesco Melzi o Andrea Salai, estos nuevos estudios no determinan de qué pincel salió el lienzo que atesora el Museo de Prado aunque se puede afirmar que el maestro no participó en su ejecución. “Los estudios constatan que mientras él trabajaba, los demás miembros del taller también. Pero no parece que en esta Mona Lisa haya una mano distinta a la del resto del cuadro. No hay nada más tentador que probar una intervención de Leonardo, pero no lo vimos en 2012 y no lo vemos ahora”, afirma Miguel Falomir, director de la pinacoteca. No obstante, “se trata de una copia hasta cierto punto porque el genio trabajó y modificó su obra casi hasta el final de su vida (en 1519)”, asegura Falomir.
Se cree que el mismo autor de esta Gioconda lo fue también de otras reproducciones como el Salvator Mundi, lo que nos pone sobre la pista de que “estuvo muy cerca de Leonardo”, añade la comisaria. Pero existe otra dificultad a la hora de poder determinar su autoría y es que había dos tipos de discípulos: los que solo hacían réplicas y los que luego tuvieron una carrera independiente. De todos modos, González Mozo advierte de que el objetivo no es conocer al autor sino “saber cómo se trabajaba en taller vinciano”.
El valor de las copias
Aunque la Mona Lisa acapara parte de la atención, esta muestra reúne otras piezas creadas en el taller para profundizar en su labor como docente. También busca reflexionar sobre la importancia de la idea o el concepto de original y ayuda a comprender cómo sus discípulos asimilaron sus teorías. Las investigaciones revelan que las reproducciones de Santa Ana y Salvator Mundi, presentes en la muestra, también se hicieron bajo la supervisión de Leonardo da Vinci aunque conservan el estilo de un autor no identificado. Dos de ellas se convierten, además, en testimonio de las correcciones del maestro en el proceso de creación pues muestran que original y réplica sufrieron las mismas modificaciones.
Pero no todas se basaban en piezas que Leonardo da Vinci iba ejecutando. Uno de los ejemplos es Leda y el cisne, un lienzo que solo realizaron los discípulos y de la que existen distintas versiones. De esta manera, el maestro aportaba la idea y los alumnos ponían en práctica sus dotes. En realidad, y así lo afirma la pinacoteca, siempre que las obras de sus alumnos respondieran a los objetivos que él había definido para el arte, estuvo dispuesto a cederles ideas para que experimentaran diversas formas de pintar.
Tanto González Mozo como Falomir aseguran que el sentido peyorativo que acompaña a las copias es algo reciente pues en la época estas “tenían valor per se y en ocasiones estaban mejor cotizadas que las originales”, señala el director. “La copia era parte del proceso de aprendizaje de los talleres renacentistas. Su devaluación -constata la comisaria- se produce cuando se han hecho demasiadas del original”.