Dos exposiciones en las que la vida emerge entre el mar y los hierbajos
La Casa Encendida y la galería Lucía Mendoza presentan dos muestras que reflexionan, desde distintos acercamientos, sobre el medioambiente.
11 noviembre, 2023 01:43No produce el mismo impacto que aquella cocina congelada bajo una fina capa de sal blanca que deslumbró en la Bienal de Lyon de 2019, pero la nueva propuesta de la sudafricana Bianca Bondi (Johannesburgo, 1986) en la Casa Encendida sigue muchas de sus premisas habituales. Está sobrevolada por un aura onírica que tiñe todo el espacio de una temporalidad desconocida, se apoya en su material fetiche –la sal– y es fruto de un ejercicio de alquimia que combina distintos elementos químicos que van mutando en el transcurso de la muestra.
Todo está pensado para la contemplación, hasta el punto de que hay un banco bien acolchado situado para ello. La iluminación es otro ingrediente fundamental que da forma a las sombras de las ramas sobre las paredes y genera ese ambiente enrarecido. Nada es estático aquí. Todo muta –incluidos los colores de las plantas, las texturas del agua– en esta nueva apuesta por trabajar con el espacio en un momento en el que se echa en falta este tipo de propuestas en Madrid.
Haciendo vaticinios en estanques ancestrales llama a la pausa y apela al olfato, estimulándolo con los olores que desprenden los ramos de flores y el musgo que rodean a los siete cuencos llenos de agua marina. Su superficie parece sólida, aunque no lo es, y encierra en su interior pequeños objetos –conchas, monedas– a modo de fuente de los deseos, o de bola de cristal.
La sal es también el motivo de la investigación de Bárbara Fluxá (Madrid, 1974) en El capítulo del mar (NaCl+H2O) (2018-2019), que entabla un diálogo con la obra de Lucía Loren (Madrid, 1973) en la galería Lucía Mendoza. Las dos bucean en las capas menos visibles de la naturaleza, esas que suceden bajo tierra, en las raíces, entre las ramas de los árboles o en la superficie del mar.
El acercamiento de Fluxá es más científico. Estudia a conciencia el ecosistema de las salinas del Mediterráneo, donde conviven lo natural y lo industrial. Se apoya en un display que recuerda a los gabinetes de curiosidades, con artefactos arqueológicos y de laboratorio... y un vídeo impecable en cuatro canales que invita a mirar a vista de pájaro desde lo alto de unas escaleras. En él genera un deslumbrante juego de texturas y colores, combinando imágenes que van de la orilla del mar al manto blanco de sal cristalizada.
Lucía Loren se centra en varios proyectos realizados en suelos erosionados por la actividad del hombre. Se apoya en materiales naturales que encuentra donde trabaja y en las labores artesanales. De caña americana a fibra de esparto, tejido de mimbre o raíces “percutoras” de malas hierbas, un material residual, este último, que agrupa con armonía en su Círculo de oxigenación (2016).
Todo está interconectado. Nuestras acciones tienen un efecto, no siempre negativo, en la naturaleza. Lo dejan claro estas dos artistas que coinciden también en ISLA, el nuevo espacio dedicado al arte y la sostenibilidad creado por su galerista en Robledo de Chavela (Madrid).