Juan Uslé en el montaje  en la Sala Verónicas en 2023. Foto: Victoria Civera

Juan Uslé en el montaje en la Sala Verónicas en 2023. Foto: Victoria Civera

Arte

Juan Uslé, artista: "Quiero que la pintura tenga tiempo y tenga latido, que me transmita algo vivo"

Con exposición todavía fresca en la galería Lelong de París, presenta 'De luz y sangre' en 1 Mira Madrid, un cruce de fotografía, Barroco y pintura.

5 febrero, 2024 02:38

"De resaca tras los viajes pero con la fuerza y lucidez suficientes". Así se presenta Juan Uslé (Santander, 1954) al otro lado del teléfono desde Saro, el pueblecito de Cantabria que alterna con su estudio de Nueva York.

Dice que es "un poco disperso", algo "barroco", pero lo cierto es que sigue transmitiendo la ilusión de un chiquillo cuando habla de su obra. El truco lo tiene claro: "No perder la curiosidad, desnudar la mirada y hablar con el lienzo. Me siento joven, con ganas de seguir indagando, descubriendo, deshaciendo y rehaciendo”.

Acaba de volver de París, donde ha inaugurado Viento Sur en la conocida Galerie Lelong. Y hace pocos días echaba el cierre en el Cicus de Sevilla a De luz y de sangre, una exposición que se gestó en la Sala Verónicas de Murcia y que ahora llega, en versión reducida, a la galería 1 Mira Madrid comisariada por su director.

[Jordi Teixidor: "Mis cuadros dicen lo que al principio solo balbuceaban"

Pregunta. ¿Cómo surge la idea de trabajar con pinturas barrocas en De luz y sangre?

Respuesta. Fue fruto de una visita a la Sala Verónicas. Me llama la atención esa aura de los templos cuando están transformados en otra cosa. La austeridad, el espacio diáfano, la penumbra que posibilita un estado de reflexión. Fue un viaje a mi infancia, me recordó vívidamente cómo me sentí la primera vez que vi una pintura en el convento de las Trinitarias que había al lado de mi casa. Al salir de ahí me fui a la catedral de Murcia y empecé un periplo que me llevó a desenterrar ese mundo oculto.

P. ¿No le interesaba inicialmente este periodo?

R. Me interesa mucho el arte de todos los periodos. Aquí me propuse hacer un trabajo de campo, recorrer no solo mis recuerdos, que es lo que suelo hacer en los paisajes, sino acudir a la iconografía religiosa a través de la pintura. Imágenes de tortura, de martirios… siempre disparando mi cámara.

'Juicio', 2022 (detalle)

'Juicio', 2022 (detalle)

P. ¿Cómo utiliza todas esas fotografías que toma constantemente?

R. Voy acumulando notas, trozos, retales, cachos de la vida. Me compré una cámara y una ampliadora con el primer dinero que reuní cuando todavía era estudiante. Entonces queríamos ser muy modernos y la utilizaba para documentar acciones. Eso sí, cuando volvía al estudio, por la noche, seguía pintando aunque pensara que la pintura estaba demodé y que seguramente si Velázquez estuviera vivo se dedicaría al cine.

Fotografiar pinturas

P. ¿Ha hecho muchas fotografías para este proyecto?

R. Cerca de 5.000. La parte de seleccionarlas, sentado en el ordenador, es la que menos me gusta y siempre pido ayuda a Vicky [Civera, su pareja]. Me gustan las secuencias. Tiene que ver con la mecánica del fotograma de mi época. Vik Muniz lo definió como un dinamismo anímico, una emoción cinematográfica cuando le conté la primera vez que fui a un cine, con el traqueteo del celuloide de fondo.

“Me ha costado mucho admitir que mi trabajo se vende y puedo vivir de él, no es algo tan habitual”

P. Descúbranos alguna obra de esta nueva exposición.

R. Estará el políptico Cenizas que tiene una pintura central y tres fotografías tomadas en secuencia de cuadros de José de Ribera de un cuerpo viejo. Ese movimiento de la imagen está muy acorde con el desplazamiento de la brocha. En Cruz he tapado con negro el rojo de fondo. Representa el tiempo de la vida y la herida de Cristo.

P. ¿Qué relación tiene esta investigación con el mural fotográfico Delta?

R. Representa el trabajo de campo recogiendo todas esas imágenes de pinturas vinculadas a los temas de la luz, el misterio, los martirios, el dolor… Es importante que estén ahí, aunque no estén todas a la vista. En los deltas se va sedimentando todo lo que el río ha ido bajando. Y el río es un aforismo de la vida.

P. ¿Tienen los colores un simbolismo especial en su pintura?

R. El azul es mi paisaje y, en este caso, conecta con el cielo de la Ascensión de la Virgen. Vi un cuadro maravilloso de Sánchez Cotán en la Cartuja de Granada. El rojo, como veíamos, se relaciona con la sangre.

[La nueva pintura española: ocho artistas jóvenes armados con pinceles]

P. ¿Hace bocetos previos antes de enfrentarse al lienzo?

R. Siempre tengo una idea en mi cabeza cuando empiezo y selecciono los pigmentos, que preparo yo mismo. No uso bocetos, pero sí que hago pruebas de color, notas previas en papeles. Una vez en la tela, la pintura va mordiendo los blancos al ritmo de los latidos de mi pulso. Generalmente empiezo a trabajarlos en horizontal, como cuando escribimos. Es muy importante esa acción de ir rellenando la superficie y me preparo mucho psicológicamente. Busco un momento en el que no haya ni un ruido, algo que es más difícil en Nueva York, donde me espero al final del día. El proceso tiene algo de trance y lo tengo que hacer solo, sin ayuda. Es una conversación entre la pintura y yo.

P. ¿Le veremos en muchos stands en ARCO?

R. Seguramente en Lelong, Elvira González, Thomas Schulte, Joan Prats, 1 Mira Madrid… Las siempre buscan la exclusividad y yo no quiero pertenecer a nadie. Me ha costado mucho admitir que mi trabajo se vende y puedo vivir de él, no es algo tan habitual.

P. ¿Tarda mucho en pintar?

R. Depende. Procuro tener las obras el mayor tiempo posible en el estudio. Muchas veces estás muy caliente para entender lo que te quiere decir la pintura y yo quiero que tenga tiempo, que tenga latido y me transmita algo vivo. Ver pintura lo entiendo como una experiencia cuerpo a cuerpo. Desnudarse mentalmente delante del cuadro sin ideas preconcebidas. Yo hago eso delante de las obras de los grandes maestros. Morandi, por ejemplo, me sigue diciendo cosas.

P. ¿Es necesario vivir fuera para hacer carrera internacional?

R. El hecho de salir de la zona de confort me parece positivo. Las dificultades, esa especie de tensión de estar lejos de lo que dominas. Pero para mí el éxito no es ser más internacional o exponer en más o menos galerías. El éxito es seguir teniendo hambre de superación, de proyectos, exigencia, no conformarse. Conocerse por dentro y por fuera.