La pintora Rosario de Velasco. Cortesía de la familia

La pintora Rosario de Velasco. Cortesía de la familia

Arte

Mi abuela, la pintora Rosario de Velasco

El nieto de la artista, protagonista de la gran exposición del Museo Thyssen, hace memoria y nos acerca a una persona culta, deportista y amante de la naturaleza.

17 junio, 2024 01:41

A partir del 18 de junio, mi abuela, Rosario de Velasco, volverá a ser una pintora famosa tras décadas en el olvido. Ella ya había disfrutado, en su Madrid natal de los años 30, de una popularidad reservada a los varones. No tenía interés en la fama, pero sí en hacer bien su trabajo y que fuera valorado.

A principios de los setenta todos sus nietos nos instalamos en la casa de mis abuelos junto con mi madre. Esos años de convivencia con Rosario, como quería que la llamáramos, los recordamos como claves en nuestra formación.

Se trataba de una mujer de un carácter arrollador, siempre con una sonrisa y una mirada alegres, poseedora de una enorme cultura, ávida lectora desde su infancia y viajera empedernida. Recuerdo cómo, al pasear con ella cogido de su mano de camino a la Plaza de Tetuán, me obligaba a observar atentamente, ya fuera porque algo le resultaba gracioso, horrible o precioso.

Verla pintar era verla en su plenitud. Pintaba rodeada de plantas y libros con láminas de Mantegna o de Piero della Francesca

También recuerdo, como espectador, sus conversaciones con sus amigos. En esas charlas, si algo le desagradaba, lo manifestaba con contundencia ante la reacción atónita de sus interlocutores. Veo ahora lo adelantada que estaba a su tiempo, ya que era una auténtica feminista y criticaba a los que intentaban limitar lo que una mujer podía hacer.

Le encantaba la montaña, practicar deporte y el cine. Nos inculcó la observación consciente para apreciar la belleza de las cosas más simples, como distinguir los diferentes verdes del campo o los azules del mar, el sigilo de un gato o el vuelo majestuoso de un buitre. Nos enseñó civismo y ecología antes de que fuéramos conscientes de esos conceptos y ejerció en nosotros una influencia que aún perdura.

Rosario de Velasco pintando 'Lavanderas', en 1933. Foto: Cortesía de la familia

Rosario de Velasco pintando 'Lavanderas', en 1933. Foto: Cortesía de la familia

En mi caso, me inculcó la admiración por el arte, por Japón, por el cine (de niño me llevaba a ver películas de Kurosawa o Fellini), por la naturaleza y la empatía. Su religiosidad (de misa diaria) no era de beata, pero, si nos descuidábamos en un trayecto en coche, no nos librábamos de un rosario con su letanía (en latín).

Verla pintar era verla en su plenitud. En Barcelona, se fue desprendiendo del academicismo y del detalle formal, evolucionando hacia el predominio de las texturas y el color. Pintaba rodeada de plantas y libros con láminas de Mantegna o de Piero della Francesca y, sobre todo, de los frescos pompeyanos, cuyos colores terrosos aparecen con frecuencia en su obra madura, sin duda la más interesante y personal.

Su proceso creativo se iniciaba preparando el lienzo durante semanas, aplicando colores y texturas hasta que, de forma progresiva, iban surgiendo siluetas inesperadas ante su propia sorpresa. Comentaba entonces, “mira, eso parece el Lago Tiberiades, sí, aquí se ven tras estas manchas a los pescadores con su barca”. Pintaba hasta que la propia obra le decía cuando estaba terminada.

Días después del 120 aniversario de su nacimiento, asumo de que mi admiración por la Rosario pintora, como nieto y admirador del arte, eran eclipsadas por su personalidad única. Su presencia e influencia, tan constantes en mi vida diaria, hacían que no reparara en que había que recuperarla como pintora. Y apareció Toya Viudes, nieta del adorado hermano de Rosario, Luis, y lo sacudió todo.

Ahora los que asistan a la exposición podrán conocer a una pintora excelente. Ojalá la hubieran conocido también como mujer fuera de lo común, se lo aseguro. Sus 45 descendientes directos, de momento 45, no la olvidaremos nunca. 

Víctor Ugarte Farrerons (Barcelona, 1963) es nieto de Rosario de Velasco. Historiador del Arte, desde 2022 es director del Instituto Cervantes de Londres.

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