El premio Hugo Boss es, sin duda, uno de los galardones más importantes dentro del mundo del arte. En la última convocatoria, el pasado otoño llegaron a la final artistas de la talla de Oliafur Eliasson, Hachiya Kazuhiko, Francis Alys, Koo Jeong-a, Anri Sala y el propio Huyghe. Este premio ya lo han ganado artistas como Matthew Barney, Douglas Gordon o Margerita Potrc. Una de las obras más relevantes que ha realizado Huyghe hasta el momento pudo verse en la Feria de Basilea del pasado año, un trabajo que versaba sobre el cine antiguo y las diferentes dialécticas que propiciaban los diversos idiomas. La obra del francés incide en ese espacio intermedio, oculto, que se encuentra en la encrucijada de la realidad y la ficción, en la densa nebulosa tras la que se esconde la memoria, el "yo" y la colectividad de la historia. Huygue transita estos lugares ambiguos.

Su exposición neoyorquina está formada por dos piezas, un film y una escultura con los que sumerge al espectador en dialécticas de tono crítico. Huyghe incide en la política arquitectónica francesa por medio de la imagen de dos torres de apartamentos cubiertos por la niebla. Las luces de las casa brillan como si intercambiaran impresiones una a otra. Proyectos arquitectónicos que se intuían efímeros en su día pero que continúan chazo. La realidad a través de un film de ficción.

La otra pieza en la exposición es una gran escultura en la que el espectador queda en medio de un enfrentamiento entre conceptos encontrados. De una plataforma sale humo y suena una música de Eric Satie con arreglos de Debussy. El humo que sale de la plataforma se asocia inmediatamente con conciertos de rock así como las luces de la parte superior. Huyghe da forma a una hipotética situación colectiva arrastrando al individuo hacia la confusión. La idea de la traducción está presente en toda la obra reciente zcladas, propiciando cierta maraña sensorial.

"Pierre Huyghe" puede verse en el Museo Guggenheim de Nueva York hasta el 4 de mayo de 2003.