Image: Georgia OKeefe

Image: Georgia O"Keefe

Arte internacional

Georgia O"Keefe

Arte en el mundo

8 enero, 2004 01:00

Kunsthaus Zurich. Suiza. Hasta el 1 de febrerowww.kunsthaus.ch

La obra de Georgia O"Keefe no es del todo conocida en Europa. Esta exposición de la Kunsthaus de Zurich ayuda a revivir el mito de la pintora americana.

Georgia O"Keefe no ha sido objeto de demasiadas exposiciones en Europa y su obra no es fácil de encontrar en las colecciones de este lado del Atlántico. La primera exposición retrospectiva de su obra en Europa data de 1993, en Londres, siete años después de su muerte. En Estados Unidos es, sin embargo, una de las más populares artistas y el reconocimiento roza la veneración. No en vano, es de los pocos artistas que cuentan con un museo propio, el recientemente inaugurado en la ciudad de Santa Fe, Nuevo México. El pasado año, la Fundación Juan March realizó una interesante muestra de su obra. Mujer de Alfred Stieglitz -aparecería inmortalizada en un gran número de imágenes del genial fotógrafo- se erigió en un mito de la pintura norteamericana del siglo XX. De O"Keefe siempre nos resultarán familiares sus pinturas de flores. Pero hay mucho más. Esta exposición suiza abarca muchos de los grandes temas de la pintora.

Nacida en Wisconsin en 1887, O"Keefe no salió de su América natal hasta bien entrada su edad madura. Tuvo una formación convencional y ya demostró grandes dotes para la pintura antes de su encuentro con el que sería su marido, Stieglitz. Desde ese momento, sin embargo, comenzaría a frecuentar los corrillos artísticos norteamericanos. Mucha de su producción primera entronca directamente con la de sus coetáneos, una pintura que bebía de fuentes vanguardistas europeas y de un marcado costumbrismo local. Pese al fuerte arraigo de esta última tendencia pictórica -de la que se sirvió igualmente la práctica totalidad de los expresionistas abstractos-, fue creciendo en O"Keefe una fuerte personalidad estilística que no la abandonaría hasta el final de su vida.

O"Keefe comenzó a practicar una abstracción muy particular con la que intentaba "llenar los espacios desde la belleza". Desarrolló una obra que vinculaba en todo momento a la vida, la existencia como punto central en la creación artística, el principio y el final de todo. El color es el medio de expresión fundamental, el cromatismo en todas sus versiones, ya sea tenue o encendido. La mirada se posa en el sujeto y desarrolla un sutil trayecto hacia la abstracción que O"Keefe carga de simbolismo. Muchos de estos motivos son recurrentes y aparecen en toda la trayectoria como las plantas, los árboles, la vegetación de todo tipo, la que encuentra a su alcance, sobre todo en la primera mitad de su carrera. La percepción de las flores es única en tanto que se desliga radicalmente de los modos habituales de enfocar adoptando insólitos puntos de vista. La flor se convierte en una referencia icónica que, como se ha señalado en múltiples ocasiones, flirtea con lo sublime.

Pero no serían solo las flores el objetivo de la mirada de la pintora. La realidad circundante, fruto del apego de su tierra, sería el medio de expresión vital para dibujar sentimientos y ensoñaciones. El paisaje americano en toda su extensión y concretamente el del sur de los Estados Unidos, la tierra árida y reseca, su crudeza y dramatismo, capturaron a O"Keefe. Estos paisajes se perciben como en "close-up", centrados en fragmentos que dejan intuir toda una enormidad.