El Jeu de Paume de París presenta una interesante exposición de Rineke Dijkstra, fotógrafa holandesa cuyo quehacer artístico está centrado en el retrato.

La obra de Rineke Dijkstra pudo verse el pasado año en el Festival de PhotoEspaña en una escueta exposición que tuvo lugar en el Jardín Botánico. Su obra ha sido objeto de exposiciones en grandes museos de todo el mundo y esta del Jeu de Paume es, de nuevo, una gran ocasión para comprobar la frescura y originalidad de su obra pese a tratarse de un género que, en principio, resulta de todos conocido. Un género, el retrato, que ha sido durante siglos uno de los grandes temas del arte.

Pero ahora, como algunos de los géneros clásicos, el retrato se ha convertido en un género con gran capacidad connotativa en tanto que puede sugerir un amplio abanico de opciones. De entrada, el género tradicional del retrato ha devenido en la contemporaneidad una reflexión sobre temas como el cuerpo, la identidad, el género, etc. Rineke Dijkstra lleva desde principios de los noventa desmenuzando esta tipología, realizando habitualmente retratos de un solo personaje y trabajando en series que se configuran en torno a grupos de gente concretos tomados de muy diversos estratos de la sociedad. Sus motivos aparecen, por lo general retratados, sobre un fondo neutro, algo que acentúa facciones y personalidad del retratado y también de pie, casi siempre, sobre todo en sus inicios, de cuerpo entero. En esos inicios la artista se acostumbra a retratar a niños y adolescentes, atraída por la inocencia y la falta de pudor de muchos de ellos. Sus rostros reflejaban más claramente, dice, no sólo sus facciones sino además lo que ocurría en su interior.

La obra de Dijkstra debe enmarcarse en una tradición artística muy centroeuropea. Una tradición que nace en fotógrafos como August Sander y posteriormente el matrimonio Becher. Si el primero realizó un amplio inventario de las gentes de su país, Alemania, sus compatriotas realizaron un no menos grande recuento de las fábricas y factorías alemanas. Pero Rineke, que también documenta, no se olvida intentar reflejar las sensaciones que pasan por la mente de sus retratados y, también, tratar, de alguna forma, de establecer cierta individualización a partir de pequeños detalles. Además, la artista no niega que una de sus principales fuentes para trabajar es, como era de esperar, la pintura

Desde los retratos de chavales jóvenes, la artista holandesa ha dirigido su cámara hacia muchos otros tipos de gente, desde los toreros de Portugal hasta los militares que presentara en PhotoEspaña. Aquí en París se podrán ver muchas de sus series más relevantes pues es una muestra de 75 piezas realizadas entre 1992 y 2003 y se incluyen las dedicadas a la (sub)cultura dance, grabadas en un club de Liverpool, con vídeos que suponen una de las primeras incursiones de la artista en el mundo de la imagen en movimiento.