Tacita Dean
Arte en el mundo
1 diciembre, 2005 01:00
Hasta el 15 de enero se podrá ver esta interesante exposición de Tacita Dean, una de las creadoras más importantes de su generación, cuyo trabajo se pudo ver en el MACBA en la primavera de 2001. No es la primera vez que hablamos de Tacita Dean pues ya en 2002 este sitio se hizo eco de la exposición que la artista de Canterbury mostró en la Kunstverein de Düsseldorf. Lo que ahora presenta es una serie de trabajos que ha realizado durante los últimos años en Berlín, ciudad en la que vive desde 2000, entre ellos la que fuese incluida en la pasada Bienal de Venecia en el Pabellón Italia. Tacita Dean fue finalista del Turner Prize en 1998 y ha realizado exposiciones en lugares tan importantes como la Tate Modern, el Ville de Paris o el Hirschhorn Museum de Washington.
Su obra cultiva el texto y el grabado, la fotografía y sobre todo el cine y el sonido. En el campo del cine son conocidas sus observaciones y reflexiones en torno al propio medio, al tipo de mirada que suscita. Sus filmes suelen mostrar cierta inclinación hacia lo precario, hacia un tipo de imagen en las antípodas de la sofisticación. Suelen ser imágenes que incitan a la evocación y en ellas se percibe el peso de la memoria y del paso del tiempo. De este modo, existen en su trabajo pistas que nos llevan a perdernos entre los territorios de la realidad y la ficción. Pero también le gusta situarse en el otro polo: no hace mucho, Caixaforum mostraba en la colectiva Ficciones Documentales una de las piezas más importantes de la artista, su retrato-homenaje de Mario Merz, filmado en 2002, un lento y reflexivo primer plano del artista italiano recién fallecido.
En esta exposición, en la que presentan obras nunca vistas anteriormente en el Reino Unido, Tacita Dean se filtra en la historia berlinesa, se aferra a su arquitectura y proyecta una imagen melancólica del lugar. Una de las piezas principales es Fernsehturm, en la que presenta el interior del restaurante que se encuentra en lo alto de la famosa torre de televisión de Berlín en el tránsito entre el día y la noche. También centrada en la arquitectura emblemática de la ciudad, Dean presenta también Palast, la obra con la que participó en la Bienal de Venecia, en la que presenta una mirada a través de las ventanas del edificio del antiguo gobierno de la Alemania democrática, o Pie, de 2001, con una vista desde su estudio hacia una bandada de urracas en los abedules con la que propone la oposición entre ciudad y naturaleza.
Su obra cultiva el texto y el grabado, la fotografía y sobre todo el cine y el sonido. En el campo del cine son conocidas sus observaciones y reflexiones en torno al propio medio, al tipo de mirada que suscita. Sus filmes suelen mostrar cierta inclinación hacia lo precario, hacia un tipo de imagen en las antípodas de la sofisticación. Suelen ser imágenes que incitan a la evocación y en ellas se percibe el peso de la memoria y del paso del tiempo. De este modo, existen en su trabajo pistas que nos llevan a perdernos entre los territorios de la realidad y la ficción. Pero también le gusta situarse en el otro polo: no hace mucho, Caixaforum mostraba en la colectiva Ficciones Documentales una de las piezas más importantes de la artista, su retrato-homenaje de Mario Merz, filmado en 2002, un lento y reflexivo primer plano del artista italiano recién fallecido.
En esta exposición, en la que presentan obras nunca vistas anteriormente en el Reino Unido, Tacita Dean se filtra en la historia berlinesa, se aferra a su arquitectura y proyecta una imagen melancólica del lugar. Una de las piezas principales es Fernsehturm, en la que presenta el interior del restaurante que se encuentra en lo alto de la famosa torre de televisión de Berlín en el tránsito entre el día y la noche. También centrada en la arquitectura emblemática de la ciudad, Dean presenta también Palast, la obra con la que participó en la Bienal de Venecia, en la que presenta una mirada a través de las ventanas del edificio del antiguo gobierno de la Alemania democrática, o Pie, de 2001, con una vista desde su estudio hacia una bandada de urracas en los abedules con la que propone la oposición entre ciudad y naturaleza.
