Arte internacional

Ugo Rondinone

Arte en el mundo

26 enero, 2006 01:00

Whitechapel Art Gallery, Londres

Ugo Rondinone acaba de inaugurar en la Whitechapel su primera muestra institucional en el Reino Unido. Más tarde viajará al Fruitmarket de Glasgow.

Extraordinariamente precoz (tuvo su primera individual en 1985, cuando tenía 21 años) Ugo Rondinone es otro más de la ingente nómina de artistas suizos de la generación del 60 que triunfan en la escena internacional. Nacido en Brunen, vive y trabaja entre Zuridi y Nueva York donde trabaja con el prestigioso galerista Matthew Marks. Ha expuesto su obra en instituciones tan prestigiosas como la Kunsthalle de Viena, el Centro Pompidou de París o el Kunstmuseum Aarhus de Dinamarca además de la citada Matthew Marks y la galería Almine Reich de París. Su trabajo empezó a ser conocido en los círculos internacionales a principios de los años noventa, momento en que su obra se conformaba ya a partir de una gran variedad de medios, dibujos y pinturas, vídeo e instalación, luz y sonido. Una exposición de Ugo Rondinone se caracteriza, de hecho, por el notable efecto escénico de sus montajes y por la capacidad de sorprender al espectador. éste puede encontrar desde dibujos de corte romántico cercanos a los paisajes chinos hasta imaginería del pop y la psicodelia. Esta variedad hace que el trabajo de Rondinone deba ser considerado de un modo global y que no se deba estudiar cada obra individualmente sino en el contexto único de la exposición, donde cada obra es sólo una parte del todo. Porque este trabajo salta de la música al teatro, de la literatura al cine. Es, en esencia, el azar en la mirada del artista en el contexto de un mundo trepidante.

Desde muy temprano, la obra de Rondinone investigaba sobre la percepción de la realidad. A mediados de la década de los noventa manipulaba imágenes de mujeres que retocaba digitalmente introduciendo partes de su propio cuerpo. Rondinone conseguía que, a pesar de la sustitución, el contenido aun tuviera cierto contenido erótico. Jugaba así con los diferentes modos de percibir la realidad, cuestionando valores propios de la visualidad y la apariencia. Durante estos años centrales de la década de los noventa aparecen los payasos, figuras muy recurrentes en el trabajo del suizo, que pueden adoptar diferentes variantes conceptuales. Los payados se definen como esculturas dispuestas en el espacio expositivo o como protagonistas de sus vídeos. Viene a ser el vehículo conceptual más característico del trabajo del suizo.

En la Whitechapel londinense, Rondinone ha dispuesto un complejo laberinto a partir de estructuras de metacrilato. Diseminadas por los muros, máscaras y esculturas de carácter ritual. Rondinone incluye sonidos pre-grabados con diálogos que no llegan a conclusión alguna, un poco de acuerdo con lo modos narrativos becketianos. El espectador se encuentra así en un tipo de experiencia de carácter espectral, netamente abstracto, clara y extrañamente discontinuo. De este modo, no ciñéndose a estilo alguno, Ugo Rondinone alude a la diversidad, a la relación del propio artista con el mundo, una relación a veces esquiva pero siempre dinámica.