Arte internacional

Visibilidad de la Lengua

18 artistas visuales reinterpretan el lenguaje en Cartagena de Indias

5 abril, 2007 02:00

De izda.: Luis Romero: tipos móviles. Rafael Ortiz y Wilger Sotelo: Ratoniando pechule.

Nueve artistas españoles y nueve suramericanos, han explorado el concepto del lenguaje en el marco más propicio posible, el IV Congreso de la Lengua, en Cartagena de Indias. Pero las intenciones de los académicos y las de los artistas son bien distintas.

Si en el Congreso celebrado en el Auditorio Getsemaní de la ciudad caribeña se amparaban en la "unidad" del idioma español "frente a la diversidad", los artistas que participan en el proyecto Cart[ajena] parecen buscar precisamente el reverso de esa moneda, su realidad heterogénea y fragmentaria. El arte contemporáneo es muy consciente de que el alma líquida del lenguaje se derrama por sus innumerables grietas y cavidades y que, como dijo Bruce Nauman hace ya más de cuarenta años "sólo cuando el lenguaje se derrumba surge la poesía".

Cart[ajena] es un proyecto organizado por la Sociedad Estatal de Acción Cultural Exterior con el comisariado del español Jorge Díez y del colombiano José Ignacio Roca. Está formado por los trabajos de 18 artistas, la mitad españoles y la otra mitad suramericanos que han trabajado en torno al lenguaje en un contexto muy determinado: la bellísima ciudad colombiana de Cartagena de Indias, al calor del IV Congreso de la Lengua Española que allí se ha celebrado. éste es el principal interés del proyecto. Los artistas viajaron en el mes de octubre y realizaron un intenso trabajo de campo con instituciones, estudiantes y artistas locales y habitantes de la ciudad y, en muchos de los casos, se percibe realmente ese intercambio fructífero entre artistas y contexto. Más allá de su resultado final -como es lógico, el proyecto tiene sus momentos-, hay que reconocer la idoneidad de este tipo de exposición, con artistas que estudian el terreno y se filtran por sus diferentes estratos. Es una pena que algunos de los artistas (una minoría) no hayan tenido en cuenta el contexto o se hayan conformado con presentar sus trabajos habituales, con la sola excusa de ser obras en las que está presente el texto. Se supone que ésta era una cita para trabajar y reflexionar en torno al lenguaje y no sólamente desde el lenguaje.

Y los proyectos de mayor interés son precisamente los que han sabido aprovechar ese intercambio. El venezolano Luis Romero ha poblado de carteles la ciudad. Son carteles de factura y tipografía antigua que nada tienen que ver con el típico cartel que encontramos en nuestras ciudades por la sencilla razón de que no anuncian nada. Llaman la atención por sus leyendas de naturaleza abstracta e inconexa, muy lejos del impacto luminoso y directo de las estrategias publicitarias. Hay cierta poesía implícita en estos trabajos.

El joven cántabro Juan López y el tándem colombiano formado por Rafael Ortiz y Wilger Sotelo también han cumplido con creces los objetivos del proyecto. En su línea habitual de tomarle el pulso al escenario urbano, López ha presentado dos vídeos en la tienda del Museo de Arte Moderno que muestran a españoles y cartageneros profiriendo insultos y calumnias de toda índole. Menos novedosa, si bien igualmente interesante es su intervención mural del Centro de Formación de la Cooperación Española, la sede principal y zona de documentación del proyecto.

Ortiz y Sotelo también enaltecen el lenguaje de la calle con sus interesantes "entradas" de diccionario, voces de expresiones cartageneras que son llevadas al dominio visual del diccionario y amplificada su escala. Dispersas por toda la ciudad, estas leyendas obligan al viandante a fijar una segunda mirada sobre palabras que parecen haber pasado la difícil criba de los académicos para ya formar parte de la lengua de todos.

De entre las piezas situadas en espacios interiores destaca a mi juicio la realizada por el mexicano Pablo Helguera en el Museo Palacio de la Inquisición, que se encuentra en una de las plazas más bellas de la ciudad histórica, un proyecto sobre la vida en el barrio de Getsemaní. Desde la ficción de una mirada retrospectiva hacia lo que fue en su día el barrio (la trama se narra en 2043, ya invadida la ciudad por el rabioso capitalismo estadounidense), Helguera configura un conjunto de testimonios sobre la vida de uno de los lugares míticos de la ciudad. También Isidoro Valcárcel Medina utiliza el sonido como soporte. Un conjunto de piezas sonoras simultáneas se programan verticalmente formando una gran columna. La configuración es la de una serie de niveles a los que se accede por medio de una escalera. Son sonidos de todo tipo, no necesariamente inteligibles, que son los que han dado forma a la lengua de hoy.

Y no quisiera olvidarme del trabajo del cartagenero Oswaldo Maciá, una pieza que antepone otras experiencias sensoriales, fundamentalmente olfativas, al lenguaje puramente visual, predominante en el arte de Occidente.