Image: Mircea Cantor

Image: Mircea Cantor

Arte internacional

Mircea Cantor

Modern Art Oxford, Reino Unido. Hasta el 1 de junio.

3 abril, 2008 02:00

Mircea Cantor en Modern Art Oxford.

www.modernartoxford.org.uk

Es posiblemente el artista joven rumano más reconocido internacionalmente. Algunos de sus trabajos se encuentran entre los más destacados de la década. Modern Art Oxford le he otorgado un espacio para un trabajo específico.

Empieza a ser lugar común en los circuitos de arte contemporáneo la cesión de un espacio de la institución a los artistas para que realicen un proyecto específico que revele aspectos del lugar. El contexto es hoy uno de los temas más utilizados por los artistas que tratan de adaptar su quehacer artístico habitual a las condiciones del espacio a intervenir. No es fácil, sin embargo, conciliar ambas demandas y es frecuente ver cómo muchos acaban vertiendo su trabajo sin enfrentarse al contexto o acariciando el lugar olvidando su gramática personal. Las lecturas del contexto están de moda y no dejan de ser una práctica interesante. Sin embargo, puede no ser tan positivo si nos atenemos al ritmo trepidante con el que los artistas que trabajan en la actualidad. Muchas veces desbordados de trabajo, los artistas corren el riesgo de perder la perspectiva con tantos proyectos específicos y, así, mirando en retrospectiva el cuerpo de obra realizado uno se sorprende de la heterogeneidad del discurso, el resultado desigual e inconsistente de lo creado.

El artista rumano Mircea Cantor (1977), cuya intervención en el Modern Art Oxford se inaugura hoy, ha desarrollado una carrera precoz y son muchos los espacios institucionales que le han encargado proyectos específicos. No en vano, algunas de las obras más aplaudidas son precisamente proyectos realizados ex profeso. Los que hayan visitado el Palais de Tokio de París habrán podido ver la sensacional obra que saluda al visitante al entrar, una superficie de cemento sobre la que se puede ver una huella, una pisada. El cemento no fue tratado tras haber sido derramado y, por lo tanto, la superficie es rugosa e irregular. Mircea Cantor hace una muy sugerente alusión a la llegada del hombre a la luna como metáfora de las utopías derrumbadas. La pisada, individual y solitaria, alude a un hito sin solución de continuidad, irrepetible y frustrado. Es un gesto breve pero rotundo, uno de sus mejores trabajos, que se enmarca en la reflexión sobre la debacle de la Modernidad, un tema capital en el arte de hoy. Fue precisamente en el Palais de Tokio donde pudo verse por vez primera el vídeo The Landscape is Changing, otra de sus grandes obras. Una manifestación en la capital de Albania, Tirana, es el hilo conductor de este trabajo. Los participantes en esta manifestación pero sobre las pancartas no vemos el típico mensaje rotundo y conciso sino superficies de espejo. Así, los manifestantes portan reflejos de la ciudad. En los planos largos la ciudad se duplica en la superficie de los espejos pero en los cortos la ciudad es una imagen informe, abstracta y dinámica. Cantor ha tomado como referencia para esta obra el trabajo que Robert Smithson realizó en el Yucatán mexicano, en la que los espejos quebraban la solidez del mundo. The Landscape is Changing es una revisión del enfrentamiento entre site y non-site que propugnaba Smithson.

El trabajo específico que ha montado Mircea Cantor Oxford tiene mucho que ver con su propia historia personal. Habla del desplazamiento, otro de los temas más populares entre los artistas contemporáneos. Cantor si sitúa en plano similar al de su compatriota Constantin Brancusi, quien dejó su Rumanía natal para probar suerte en París. A través de una instalación escultórica, Cantor habla de la incertidumbre de la marcha y de mundos paralelos. En una ocasión añadió la letra "s" a la cabecera del diario Le Monde para subrayar (y denunciar) que la mirada unidireccional occidental no tiene ya validez y para derrotar a la autoridad cultural. La pieza central de la instalación es una alfombra voladora cuyo tejido muestra imágenes de aviones y ángeles. Es el suyo, de nuevo, un uso poético del material, de las imágenes y los lugares. La alfombra es una alegoría de las contradicciones de nuestro mundo, un trabajo que produce un eco inmediato que reverbera en el tiempo. Parece claro que a Cantor le gustan los gestos mínimos con los que se revela la fragilidad de las convicciones contemporáneas.